Los casos Sepur Zarco y Molina Theissen irán a las aulas

Francisco Cabrera Romero | Política y sociedad / CASETA DE VIGÍA

La democracia, la justicia, el propio estado de derecho y la sana convivencia se alimentan de la historia.

Como si nada, al país le va tocando avanzar hacia la etapa necesaria de sacar a luz los hechos salvajes cometidos bajo el manto del Conflicto Armado Interno. Llega la hora de dejar de escondernos de nuestra propia historia.

Habrá conflictos, quejas, inconformidades, reclamos y alegatos. Ninguno de ellos puede escucharse más que el llanto provocado de la tortura cometida contra población indefensa.

Es propio de una sociedad putrefacta esconder, relativizar o negar los momentos más crueles cometidos por sus propias instituciones y fuerzas armadas, llamadas a garantizar la seguridad de la población civil.

Desde hace años, una amplia base legal ordena al Ministerio de Educación incorporar el estudio de la Memoria Histórica en los currículos. Los más recientes provienen de los casos Sepur Zarco y Molina Theissen.

«Entre las medidas ordenadas por el Tribunal, se giró la orden al Ministerio de Educación que en los programas educativos incluya textos que expliquen lo acontecido en el Caso Molina Theissen y en los que se aborde el tema de la desaparición forzada en el Conflicto Armado Interno.
También se ordenó a los Ministerios de Educación y de Cultura la elaboración de un documental que explique el Caso Molina Theissen, el cual deberá contar con el aval de la familia Molina Theissen.
A la Universidad de San Carlos se le ordenó que, a través de las facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales, Humanidades, Ciencias Políticas y Escuela de Ciencias de la Comunicación la elaboración de un documental “escrito y audiovisual” respecto al Caso Molina Theissen para darlo a conocer a la población guatemalteca a través de cualquier medio de comunicación.
El Ministerio de Educación también deberá crear, dentro de los distintos niveles existentes, una beca con el nombre Marco Antonio Molina Theissen» (lahora.gt, 28-05-2018).

La sentencia del caso Sepur Zarco, además de atender las necesidades educativas de la población, manda «incluir en los programas de estudio, libros de texto sobre el caso de las mujeres de Sepur Zarco».

No faltarán los reclamos de justicia selectiva, de venganza y de traición a la patria. Pero ya solo son palabras vacías. Se vaciaron cuando los oficiales ordenaron las violaciones, los secuestros, las torturas y las masacres. ¡Se vaciaron!

La historia se estudia desde diferentes perspectivas, pero partiendo de los hechos comprobados. Abordarla es importante porque: (a) permite que la sociedad deje la actitud sistemática de hipocresía, de negación de la evidencia y se sepa que todos los actos tienen consecuencias; (b) se valora la importancia del ordenamiento jurídico y se fortalece la cultura de la legalidad; (c) se comprende la realidad y se conoce el contexto en el que se vive (actividad indispensable para todo ser pensante); (d) se aprende a reconocer los actos, las señales y los escenarios que no queremos que se repitan.

No cabe ninguna duda, no hay ambigüedad. Se acabó el tiempo de ocultar la historia de vergüenza que se ha negado a las generaciones jóvenes. No es extraño que Guatemala sea uno de los países donde no hay curso de historia. ¡Es tanta la vergüenza, que no cabría en ningún currículo!

Un padre de familia, cuenta cómo se estudia la historia en Alemania, cito la parte medular:

«En el 5to año comienza la escuela intermedia (Gymnasium) que termina en el examen de habilitación para la universidad (Abitur). Allí comienza a aparecer la historia como asignatura. Más allá del pantallazo general de la historia universal, hasta la Edad Moderna, la historia contemporánea tiene su énfasis en el período y la figura de Otto von Bismark como canciller del Imperio alemán a fines del siglo XIX. Luego, la Primera Guerra Mundial, la República de Weimar, el ascenso de nazismo y las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial toman realmente importancia. No es el desarrollo de ambas guerras desde el punto de vista militar en lo que se hace hincapié sino en los orígenes políticos y en sus consecuencias para las poblaciones europeas y las consecuencias políticas también.

El gobierno Nazi y el Holocausto reciben un tratamiento especial, muy explícito en cuanto a la transformación del estado alemán de una democracia en una autocracia. Y de un estado de derecho en un estado dictatorial, donde desaparece la división de poderes y donde la legislación y su ejecución se tornan arbitrarias.

El Holocausto en particular es la consecuencia directamente más nociva, por la cantidad de víctimas y por los motivos deshumanizantes empleados. El proceso y sus resultados son presentados con toda crudeza.
El mensaje general de todo esto es: La misión de los ciudadanos alemanes es que no se repita en Alemania un gobierno autocrático, que concentre la suma del poder en pocas manos» [1]. (Raúl Castro, graduado en la Universidad de Bueno Aires, experto en calidad de sofwer, cuyos hijos estudian en Alemania.

Pero si las resoluciones judiciales y los argumentos incluidos aquí no son suficientes y usted sigue creyendo que hay que evitar, a toda costa, que la verdad sea conocida, está su derecho. La democracia consiste en respetar las ideas diferentes, aun cuando sean carentes de argumentos y se alimenten solo de falacias. No obstante, también tenga en cuenta que en una democracia, las instituciones públicas tienen la obligación, el mandato y la facultad de tomar decisiones en razón del bien común.


[1] Disponible en:
https://es.quora.com/C%C3%B3mo-se-ense%C3%B1a-en-Alemania-la-historia-de-la-Segunda-Guerra-Mundial

Francisco Cabrera Romero

Educador y consultor. Comprometido con la educación como práctica de la libertad, los derechos humanos y los procesos transformadores. Aprendiente constante de las ideas de Paulo Freire y de la educación crítica. Me entusiasman Nietszche y Marx. No por perfectos, sino por provocadores de ideas.

Caseta de vigía

Un Commentario

Nidia Martínez Torres 08/10/2018

He leído con interés este artículo del amigo Francisco Cabrera; letras tan oportunas como necesarias en tiempos de gran incertidumbre. La pregunta es la misma aquí y allá ¿desde dónde, para qué y para quiénes se escribe la historia?. El deber insoslayable del Estado y las instituciones rectoras en las políticas de educación de permitir que mediante la formación escolarizada, la no escolarizada y alternativa, así como por los extensos vaso conductores de la cultura los hechos históricos sean contados tal cual ocurrieron sin hipocresías ni maniqueísmo.

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