Los caminos del corazón: «Todos necesitamos creer en algo o de lo contrario no podríamos seguir adelante» [*]

Pedro Samayoa Arenales | Política y sociedad / LA CUEVA DEL CADEJO

El viajero siempre sale de la ciudad
Él nunca tiene tiempo para darse la vuelta
Y si el camino que ha tomado no lleva a ninguna parte
El parece estar completamente inconsciente
El viajero siempre sale de casa
El único tipo de vida que ha conocido
Cuando cada momento parece ser
Una carrera contra el tiempo
Siempre queda una montaña más por escalar
Alan Parsons – Days are numbers (traducción)

El primer ensayo formal que escribí fue hace 43 años. Empezaba mi formación humanista, antes de titularme como psicólogo clínico. Una de las materias que me asigné en ese primer semestre fue antropología. Y una de las asignaciones del catedrático fue escribir algo sobre la materia relacionado con la psicología.

Por una de esas coincidencias afortunadas, cayó en mis manos una primera edición de Las enseñanzas de don Juan, de Carlos Castaneda, en ese entonces misterioso estudiante de antropología de la universidad de California, originario de Perú y nacionalizado estadounidense (toma y salú por aquello de los inmigrantes).

Mucho tiempo ha pasado desde la publicación del primero de 8 libros atribuidos al autor y mucho se han contaminado sus aportes y planteamientos iniciales de su libro insignia. Fue publicado en 1968, en el apogeo del movimiento hippie y los antecedentes de lo que posteriormente se llamaría movimiento new age que tanta tergiversación ha producido sobre los saberes y prácticas ancestrales, en gran parte motivado por el afán de lucro y el marketing del sistema de consumo.

Uno de los temas que rescataba en el ensayo, fue la idea planteada por don Juan Matus a Castaneda sobre los caminos del guerrero.

¿tiene corazón este camino? Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el matorral. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor, ¿tiene corazón este camino? Si tiene, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita (Las enseñanzas de don Juan, Carlos Castaneda).

Parafraseando a otro de mis maestros, Carl Rogers, si en el proceso de convertirnos en personas somos capaces de desarrollar las habilidades necesarias para convertirnos en «guerreros», podremos identificar qué caminos tienen corazón y cuáles no lo tienen.

No recuerdo ya nada más de aquel ensayo, del comentario del catedrático y mucho menos de la nota que me gané, pero sí recuerdo, y hasta ahora la tengo presente, la idea de que hay caminos y caminos: unos con corazón y otros no.

En el mundo real nos ocurren cosas que se parecen a la ficción.
Y si la ficción resulta real, entonces quizá debamos reconsiderar
nuestra definición de realidad.
Paul Auster


El astronauta

Según su abuela, Germán nació caminando.

Salió de Siquinalá el día de su cumpleaños doce, sin decirle a nadie, como un Bilbo de incógnito. Salió con su mochila de la escuela al hombro, con una mudada de ropa, algunas latas para el viaje, un cepillo de dientes, una pasta Colgate, un libro y una fotografía de Sofía.

No hay nada que hacer, nada que esperar, nada más que lo mismo. Quiere ser astronauta y se le metió entre ceja y ceja que, como dicen los mensajes de la «sicología de la felicidad»: si puedes soñarlo, puedes hacerlo.

Hoy, tres años más mayor según el calendario y con por lo menos diez más de experiencia, viene en La Bestia de regreso con algo de plata y los sueños intactos; la foto y el libro fueron requisados por los eficientes servicios migratorios del norte, la mochila va de nuevo a la escuela acompañando a un niño de Tijuana y la mudada de ropa la trae puesta.

En migración nadie le pregunta nada, en su casa tampoco, en la plantación ya no hay trabajo para él. Todo sigue igual. Solo se oyen los gritos estridentes del pastor de turno y del candidato designado. Germán no está en los planes de gobierno, ni en las estadísticas, ni en los listados de las organizaciones no gubernamentales.

Germán espera de nuevo el tren, por tercera vez. Hay gentes que nacieron para caminar.


[*] Nobusuke Tagoni y Phillip K. Dick. El hombre en el castillo.

Fotografía principal por Pedro Samayoa Arenales.

Pedro Samayoa Arenales

Psicólogo clínico de cartón, psicopedagogo de vocación, medio escritor, medio fotógrafo, medio montañista, medio musicólogo, viajero virtual, conferencista ocasional, lector, «musicofílico», melómano y buscador permanente.

La cueva del Cadejo

Correo: rudkip@gmail.com

2 Commentarios

Pedro 20/04/2021

O quizás caminar por donde no hay caminos… Como diría Serrat, haciéndolos…

Galatea 27/08/2020

Nuestras cartografías nos han dejado sin caminos para recorrer con el corazón. Los caminos parecen ya hechos, traginados y llevan siempre al mismo lugar. Quizá debamos empezar a dibujr otros caminos, explorar con esa curiosidad de la gente de antes por terrenos que como a German no le lastimen los sueños. Como cocodrilos o como colibrís.

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