Leonardo Rossiello Ramírez | Política y sociedad / LA NUEVA MAR EN COCHE
Niños, hoy la clase será sobre la bondad, la maldad y sobre algo muy importante: los hemisferios, así que tomen nota. El senador de Estados Unidos, James Inhofe, dijo que no quiere a Rusia en «nuestro hemisferio». No necesitó esgrimir ninguna boleta de compra; todos saben que este medio planeta (aunque hay alguna imprecisión acerca de qué meridiano lo dividiría) pertenece a EE. UU. Si Rusia resolviera instalarse en este hemisferio, dijo, alguien deberá pagar. Y, puestos a elegir pagadores, qué mejor que Venezuela, un país con un bloqueo en el orden de decenas de miles de millones de dólares, ahora curiosa y urgentemente necesitado de ayuda humanitaria (por, millón más o menos, 20 millones de dólares). Por esas cosas de la suerte, está asentado sobre la mayor reserva de petróleo del mundo y sobre cantidades astronómicas de oro y otros metales estratégicos, con lo cual queda dicho que puede pagar.
Hace un medio siglo, niños, el mundo era esquizofrénico, esto es, bipolar. Ah sí. Eso se enseña en esta y en las escuelas de todo el mundo. Estaba dividido, el mundo, en países buenos y en países malos. Medio siglo después, muchos sostienen que el mundo ha pasado a ser multiesquizofrénico, vale decir, multipolar. Pero sigue dividido en países buenos y en países malos. A ver niños, no es tan difícil de entender: hay un polo donde están los buenos, y todos los otros polos, donde están los malos. Eso no impide que en el hemisferio de los buenos haya países que configuren un eje del mal. O sea que, si bien están en el hemisferio de los buenos, son países malos. Pues sí; en el hemisferio de los buenos hay países malos: Bolivia, Nicaragua, Cuba, Venezuela. Si un país es malo, se habla de «régimen». Sobre todo si es pequeño.
En este hemisferio, curiosa coincidencia, hay dos países muy importantes, y los dos tienen presidentes que no presiden. Uno es el segundo más bueno, Brasil, y el otro es el segundo más malo, Venezuela. Ahora bien; las cosas son un poco más complicadas, porque dentro de Venezuela, hay dos subhemisferios. En uno, donde están los buenos, hay un presidente no elegido por el pueblo, que es uno (a ver, niña Rosita, pasa al pizarrón y escribe la palabra: au-to-pro-cla-ma-do, gracias, puedes sentarte), que aunque es presidente ¡no tiene gobierno! No se rían, es un poco raro, pero es así. Ese presidente no preside, es decir, no puede decidir sobre nada en Venezuela. Pero que sea un presidente que no gobierna, eso no impide que sea reconocido por una minoría de países buenos del mundo. Y, en el otro subhemisferio, están los malos, con un presidente que sí fue elegido y que, aunque es un poco inmaduro, gobierna, pero bajo un «régimen».
Después hay otros países que sin ser directamente malos, tampoco son totalmente buenos. Es el caso de México, el más poblado de los países de habla hispana, con 120 millones, y Uruguay.
¿Y qué se hace con esos países? A ver, levanten la mano. ¡Muy bien! Es como dice la niña Marlene: se trata de impedir que caigan en el eje del mal y de llevarlos al lado de los países buenos. Como dijo el vicepresidente del país más bueno de todos, «vamos a trabajar» con Uruguay. Algunos malpensados dicen que parte de ese trabajo es la visita del presidente Macri de Argentina a Uruguay, para conversar, sin agenda ni otros testigos, mano a mano, con Vázquez, el presidente de Uruguay, sobre el tema «crisis de Venezuela». ¡Va a tratar de convencerlo! Crucemos los dedos para que lo logre.
Pero, sépanlo, hay trabajos más subterráneos, menos visibles, que están en marcha. El caso es que el país más bueno de todos, así será de bueno que para mantener el bien en su hemisferio, y también en el otro, ha tenido que intervenir decenas y decenas de veces en países que se portan mal. Y para poder intervenir, claro, es conveniente tener algunos centenares (ocho) de bases militares, tanto en su hemisferio como en el otro, donde hay países también bastante malos.
En este hemisferio, como les dije, está el segundo país más bueno de todos, que es Brasil. Antes estaba subdividido en dos subhemisferios, donde había, en uno, un presidente tan pero tan corrupto que tenía un apartamento grande a su nombre, el cual fue un regalo y nunca ocupó. Por eso, le dieron 12 años de cárcel. Es cierto que hay violadores y asesinos que a los dos años de estar en la cárcel salen en libertad, y evasores de impuestos por miles de millones de dólares que directamente no entran en la cárcel, pero no se puede comparar. Y ese presidente malo recibió una condena por otros 13 años, porque le pintaron y arreglaron un apartamento que en realidad no estaba a su nombre.
Ahora, por suerte, ese subhemisferio, el del mal, ya está anulado, y en cambio hay otro, que es el del bien, pero que tiene a su vez dos presidentes. Uno no ejerce, porque está en el hospital, y otro que si bien es vicepresidente, es presidente. Es un poco bipolar, sí, la situación en ese hemisferio del mundo multipolar, pero no hay que olvidarse que este hemisferio es básicamente el del bien, que está subdividido en norte y sur y además, en países buenos y países malos, y en otros que son en parte buenos y en parte malos, y muchos en subhemisferios, con buenos y malos.
El presidente bueno, el que no ejerce ahora, dijo que iba a mudar la embajada de Brasil en Israel a Jerusalén, que queda en el otro hemisferio. No para imitarlo, sino para seguir el ejemplo del país más bueno de este hemisferio. Pero el actual presidente bueno dijo que en realidad mejor no. Y el otro había dicho, apenas instalado como presidente, que no estaría mal tener bases de Estados Unidos en Brasil. Y el vicepresidente, el actual presidente, también dijo que mejor no.
Los dos son buenos, pero a lo mejor hay uno que es más bueno que el otro, porque tal vez la familia del presidente bueno está corrompida, pero eso no se sabe todavía porque un juez dijo que mejor no se investigue. Es que el chico bueno que ahora está hospitalizado es capitán, pero está retirado del servicio. Y eso porque se ha dedicado a la política.
¿Qué es política, preguntas, niña Belisaria? Voy a poner un ejemplo. En su primer mes en el gobierno de un país donde hay 64 000 asesinatos al año, el presidente que ahora no preside implementó una política de liberalizar la tenencia de armas de fuego. Eso es hacer política. Y el otro presidente, en realidad es general, aunque retirado, y también se ha dedicado a la política. Entonces el que manda es el que tiene más grados: un general manda a un capitán. No, niño Julián, no porque esté uno investigado (pero mejor no), y en el hospital, gobernando por Twitter con macaquitos. Es porque uno es presentable y el otro es impresentable. A ver, es como si de golpe la niña Marlene fuera la maestra y yo una alumna.
A ver, niño Rafael, ¿cuál es tu pregunta? ¿Si en el segundo país más bueno en realidad gobierna un partido militar? ¡Pero qué ideas!
Leonardo Rossiello Ramírez

Nací en Montevideo, Uruguay en 1953. Soy escritor y he sido académico en Suecia, país en el que resido desde 1978.
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