Francisco Villagrán de León | Política y sociedad / MIRADA SOBRE ESTADOS UNIDOS: ¿HACIA DÓNDE VA TRUMP?
Con tan solo quince meses en el poder, el presidente Trump ha generado tensiones con adversarios y aliados de Estados Unidos afuera, y dentro del país ha tenido serios enfrentamientos políticos que podrían traerle problemas mayores. Afuera, además de los adversarios como Rusia y China, Trump se ha abierto nuevos frentes con sus vecinos, México y Canadá, y las relaciones con sus aliados en Europa han pasado por momentos turbulentos. Se entiende que las tensiones políticas son inevitables con Rusia y China, y que han existido durante los últimos 70 años, pero también han surgido otras en el ámbito comercial como resultado de algunas acciones del presidente. Trump anunció durante su campaña electoral que Estados Unidos se retiraría del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y que daría por terminado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de no obtenerse condiciones más ventajosas para Estados Unidos. Efectivamente, se retiró del primero y se está renegociando el segundo.
En el ámbito interno, Trump ha decidido enfrentarse al fiscal especial Mueller que fuera nombrado por el Departamento de Justicia para investigar la intervención de Rusia en las elecciones del 2016, y se le han presentado nuevos problemas legales derivados de relaciones extramaritales y de acoso sexual en el pasado. El fiscal del distrito sur de Nueva York ha abierto hace pocos días una investigación sobre la posible participación del abogado de Trump, Michael Cohen, en hechos ilícitos, algunos relacionados con el pago por el silencio de las dos mujeres que dicen haber tenido relaciones íntimas con el entonces precandidato presidencial. Ante este escenario, sus diferencias con el Partido Demócrata, su adversario político interno, aunque son profundas, por ahora no son lo más importante. Lo cierto es que hay una acumulación de problemas internos y externos, a los que se agregan Corea de Norte y Siria, que hacen más difícil la conducción de los asuntos de Estado, de por sí siempre muy complejos.
El presidente tiende a ser impulsivo y a tomar decisiones rápidas sin ponderar bien sus consecuencias. A veces retrocede o las cambia, da la impresión de ser errático y cree que ser impredecible es un activo y una ventaja. Pero en el ámbito internacional eso aumenta el riesgo de que los conflictos con otros países suban de nivel y den lugar a crisis inmanejables. Entre las potencias militares como Estados Unidos, Rusia y China eso es muy peligroso. La estabilidad del orden internacional requiere de conductas ponderadas y predecibles por parte de esas potencias. Los límites entre la guerra y la paz, así sean frágiles, deben ser claros. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha existido mayor certeza porque las dos superpotencias (Estados Unidos y la Unión Soviética) entendieron esos límites. Lo mismo ha ocurrido entre Estados Unidos, Rusia y China a partir del final de la Guerra Fría.
Hoy en día hay un marcado deterioro en las relaciones con Rusia, no tanto por la interferencia de esta última en las elecciones del 2016, sino por la falta de certeza sobre las intenciones que puedan tener uno o el otro. Los gestos hostiles y amistosos de Trump se combinan invariablemente. Algo parecido está ocurriendo con China, que se prepara para una guerra comercial con Estados Unidos. El presidente Trump anunció hace algunas semanas que impondría tarifas arancelarias a las importaciones de acero y aluminio, primero de 50 % y a los pocos días dijo que serían de 100 % para China. El propósito habría sido el de proteger a una industria que se ha visto afectada por diferentes factores de la economía internacional, pero el impacto también sería sobre los socios comerciales cercanos de Estados Unidos en América del Norte y Europa. El presidente retrocedió en relación a estos últimos y ofreció que haría una evaluación de cada caso, y que para Canadá y México dependería del resultado de las negociaciones del tratado de libre comercio. El hecho es que en la última semana ha dado marcha atrás con China y ha dicho que el anuncio de aranceles de 100 % era solo para negociar mejores términos de intercambio comercial. Además sugirió que esa disputa se podría llevar a la Organización Mundial del Comercio, cuando hasta ahora se ha dedicado a cuestionar su utilidad y a descalificar sus mecanismos de solución de controversias. Al parecer, Trump no ha entendido que las negociaciones entre países no se conducen igual que con los socios o los competidores en el campo de los bienes raíces, y que las consecuencias de los enfrentamientos en ambos ámbitos pueden ser muy diferentes. En Estados Unidos se acude con frecuencia al litigio en las cortes como táctica de negociación. En cambio, a nivel global hay reglas claras para el comercio y se acude al litigio solo cuando estas se incumplen o cuando hay diferencias de interpretación de los tratados. En cuanto a la disputa con China, da la impresión que no se evaluó bien el costo de alienar a los aliados en Europa y en América del Norte, y tampoco el impacto en el sector agrícola de Estados Unidos, cuyas exportaciones a China han crecido exponencialmente. No obstante, el anuncio de que el 100 % de las tarifas arancelarias serían un punto de partida para negociar con China se produjo cuando el presidente Trump se percató que su base de apoyo político interno podría erosionarse si hubiera una guerra comercial.
En Estados Unidos, como en todos los demás países con sistemas democráticos y economías abiertas, las decisiones de Estado sobre las cuestiones más trascendentales se toman después de un proceso de análisis cuidadoso y deliberaciones ponderadas sobre todas sus implicaciones, en el que se valoran las opiniones de distintas instituciones de gobierno (y de otros sectores o actores políticos si el caso lo amerita). Los presidentes o los primeros ministros le dan la debida consideración a los criterios y las recomendaciones de sus ministros y asesores, y muy rara vez las descartan y toman decisiones de acuerdo a sus instintos, impulsos o preferencias subjetivas.
Es de esperar que las negociaciones con Corea del Norte se conduzcan con la prudencia y la ponderación que ameritan por ambas partes, y que de darse una reunión entre los jefes de Estado su éxito o fracaso (sobre todo este último) se mida con el mayor cuidado. Existe el riesgo de un grado de destrucción que no ha visto la humanidad.
La decisión del ataque a las instalaciones de armas químicas en Siria fue al parecer el resultado de un proceso deliberativo interno y de consultas con aliados cercanos como el Reino Unido y Francia. Es claro que Siria violó nuevamente la Convención sobre Armas Químicas al utilizarlas contra la población civil, y que la acción militar en su contra no contó con la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. No es la primera vez que esto sucede. El bombardeo a Kosovo en 1999 para detener la ofensiva de limpieza étnica de Serbia tampoco lo tuvo. Habrá otra discusión interna en Estados Unidos sobre si se requería autorización del Congreso bajo la ley de poderes de guerra (War Powers Act) de 1973. El presidente Obama pidió autorización del Congreso cuando llevó a cabo un ataque aéreo contra Siria en 2013.
Lo extraño en este caso es que hace apenas una semana el presidente Trump anunció el retiro de tropas de Siria, el mismo día que el general al mando de esas tropas visitaba a congresistas y senadores en Washington para informar sobre su misión y pedir más recursos para la misma. Por este motivo se está cuestionando en estos días si hay una estrategia definida para el involucramiento militar en Siria. Lo que hace falta posiblemente es un proceso interno serio y deliberativo, que involucre además consultas en el Consejo de Seguridad e información precisa sobre las violaciones a la Convención sobre Armas Químicas y sobre cómo debe proceder la comunidad internacional en esos casos.
Francisco Villagrán de León

Diplomático retirado, ahora en la Universidad George Washington, en Washington DC. Sigue siempre con preocupación y con mucho interés los acontecimientos en nuestro país. Mantiene la esperanza que se fortalezcan sus instituciones y se consolide la democracia, consciente que eso tomará tiempo. Hay que contribuir a ese propósito desde espacios como gAZeta, y sobre todo hay que apoyar a los jóvenes que quieran asumir con convicciones democráticas el reto y la responsabilidad de lograrlo.
2 Commentarios
Decir de manera contundente lo siguiente: «Es claro que Siria violó nuevamente la Convención sobre Armas Químicas al utilizarlas contra la población civil, y que la acción militar en su contra no contó con la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.»
Es precipitado y tendencioso. Esta afirmación hace que el esfuerzo de este espacio de tener objetividad y veracidad se pierda. Digo lo anterior, porque esta afirmación a todas luces no coincide con lo que se sospecho en un principio y posterior a eso y de forma vertiginosa se ha ido dislucidando que es falsa la información brindada por USA, Francia e Inglaterra de la utilización de armas químicas por parte del gobierno sirio.
excelente trabajo, señor diplomatico…¡
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