-Sergio Tischler / PUERTAS ABIERTAS–
A estas horas de la contienda electoral es un hecho irrebatible que el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, ganará las elecciones presidenciales en México. La ventaja de más de veinte puntos en las preferencias electorales que el Peje lleva frente a sus opositores así lo señala. Así lo muestra, también, el odio de masas contra la “mafia del poder” que se hace patente en los actos multitudinarios de López Obrador, quien se ha convertido en el emblema de la esperanza y del cambio para muchos.
Tendría que haber un inmenso y descarado fraude o un atentado para que el primero de julio ocurriera algo que desviara radicalmente el resultado electoral de esa dirección. Y si eso ocurriera, la crisis de legitimidad del sistema político mexicano sería tan profunda que echaría al país al precipicio de la ingobernabilidad y de la violencia. De esto son conscientes la clase política corrupta que ha gobernado el país y las cúpulas empresariales. Por eso, consideramos, existe un margen de maniobra muy estrecho para un fraude abierto por parte de esos actores.
De ninguna manera esto implica que la sombra del fraude haya desaparecido. Algunos analistas piensan que es posible que el fraude ya no apunte a arrebatarle la Presidencia al puntero, sino que esté dirigido a limitar la representación de Morena en el Congreso y el Senado, de tal suerte que la futura oposición tenga posibilidades dentro del marco de la ley de bloquear y descarrilar las iniciativas del gobierno entrante.
En todo caso, independientemente del resultado de la elección, es importante subrayar que estamos ante una campaña electoral que ha evidenciado la corrupción del sistema político mexicano y su profunda crisis.
¿Será López Obrador el protagonista más visible de una verdadera ruptura con el sistema?
Si por sistema entendemos, coloquialmente hablando, la alianza estratégica del PRI y el PAN que ha funcionado para operar y legitimar las transformaciones neoliberales en México o si consideramos que dicha alianza ha sido el núcleo político del sistema legítimo de dominación neoliberal en el país, entonces estamos frente a una ruptura. En la temporalidad particular de las elecciones, todo indica que ese núcleo ha entrado en una profunda crisis de legitimidad, expresada en un rechazo al PRIAN y un masivo respaldo a López Obrador.
Sin embargo, si entendemos el sistema de una manera más amplia y profunda e incorporamos los conceptos de capital y de Estado en el análisis de la situación —algo que, dicho sea de paso, la izquierda institucional ha borrado de su vocabulario por pragmatismo y subordinación a la institucionalidad liberal—, muy probablemente nos encontremos ante la paradoja de una relegitimación del sistema y lejos de una ruptura radical. En ese sentido, es importante decir que el término ruptura supone un corte radical o una discontinuidad que altera el contenido del objeto mismo, es decir, del sistema. El centro de este no es el PRI y el PAN sino el capital, y la institucionalidad liberal no altera en nada ese centro sino que le es funcional.
Eliminar la corrupción, como propone López Obrador, lejos de ir contra el sistema es una propuesta de limpiarlo de sus manifestaciones más perversas; lo cual, en las condiciones de la vida política mexicana, es algo muy importante como propuesta de gobierno.
Ahora bien, el fenómeno López Obrador no se limita a esa dimensión formal de la política. Quizás lo más importante de la actual campaña electoral es la movilización desde abajo. Ese tipo de movilización que en muchas ocasiones expresa de manera oculta y no muy clara un lenguaje de protesta que excede a los dirigentes y sus programas formales. Lo que es claro es que existe un hartazgo frente a la corrupción y la gente está muy golpeada por las políticas neoliberales. Todo lo cual se ha manifestado en el apoyo al Peje.
Esperamos que esas expectativas de cambio de los sectores populares no se traduzcan luego en desmovilización y postración social, sino en luchas que den lugar a una verdadera ruptura desde abajo.
Puebla, 19 de junio de 2018.
Sergio Tischler

Historiador y sociólogo guatemalteco, profesor-investigador del Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades «Alfonso Vélez Pliego, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Un Commentario
En este breve análisis, que amerita ser leído, tenemos la importancia de la participación activa y constante de los sectores populares, tanto en alcanzar un triunfo electoral, como en cuanto a logar alcanzar el cambio de sistema, una verdadera ruptura, desde abajo. Ahora, como se ha ido explicando, la amplitud de las alianzas de MORENA y cómo se neutralizará las pretensiones del ala centro-derecha de controlar, manipular, hegemonizar las visiones, enmascaradas en un lenguaje “convincente”, para neutralizar las aspiraciones políticas, económicas, sociales, culturales, etcétera, de los sectores populares. En otras palabras, ¿Cómo alcanzar el equilibrio en esas amplias alianzas, que permita darle la prioridad a las necesidades más urgentes? O como lo ha dicho AMLO, al referirse al tercer pilar: ¡Con los pobres, por los pobres y para los pobres!
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