Libros prohibidos en Guatemala: una historia de la censura (última entrega)

Cristóbal Pacheco | Literatura/cultura / A LA CASA DE LIBROS

El recorrido por la historia del libro en Guatemala nos deja un amargo sabor de «censura», hemos visto como distintos gobiernos, dictaduras y regímenes han tratado de evitar a toda costa la lectura de cierto tipo de libros. Luego de repasar los periodos anteriores, nos adentramos en épocas recientes, y un periodo muy marcado es el de la «guerra de los 36 años», conflicto armado interno en Guatemala.

Muchas anécdotas describen este periodo que termina en 1996, con la firma de los Acuerdos de Paz. Los famosos cateos realizados en el periodo del Gobierno de Carlos Arana Osorio, cateos que se realizaban de casa en casa, para tratar de descubrir material impreso prohibido, material subversivo como ellos lo describían.

La mayoría de lectores escondían sus libros, los forraban de propaganda comercial, como era el caso de cubrir las tapas con el anuncio de Leche de Magnesia Phillips, y otros anuncios comerciales. Los enterraban, los colocaban en los tapancos de las viviendas, o simplemente los destruían o los regalaban a libreros que los escondían en bodegas especiales. Más de un librero obtuvo beneficio de esto al esconder y vender posteriormente en salas de venta, cuando ya la época terrible de la censura había pasado.

Se puede decir que esta época «contrainsurgente» era la continuación de la época anticomunista implantada por los gobiernos liberacionistas que atacaron la cultura lograda en el periodo de la Revolución de Octubre. Las ideas macartistas implantadas por EE. UU. favorecieron para atacar muchas de las publicaciones de autores nacionales y escritores que para este sistema eran un peligro. La prohibición se daba de manera directa, ocasionando miedo entre los escritores e intelectuales que tuvieron forzosamente que salir al exilio para salvar sus vidas y sus ideas. Muchas veces la quema y destrucción de libros era común, tirar libros al mar en grandes cantidades, limpiar bibliotecas, advertir de no leer ciertos libros, eran las estrategias para tratar de destruir la cultura del libro. Es por eso que actualmente todavía se resiente ese cierto temor a leer disciplinas que en el pasado fueron vetadas.

Los temas que en general eran prohibidos se circunscribían a: libros de economía política, marxismo-leninismo, libros antirreligiosos. La introducción a la filosofía de George Politzer, Mi madre de Maxim Gorki, Vámonos patria a caminar de Otto René Castillo, El diario del Che en Bolivia de Ernesto Guevara, La historia me absolverá de Fidel Castro. Estos en general eran satanizados, tildados de subversivos, prohibidos, motivos suficientes para encarcelar, torturar o incluso llegar a desaparecer a quienes fueran encontrados con estos libros.

Los constantes allanamientos por parte de los gobiernos militares hicieron que la gente se exiliara o perdiera bibliotecas enormes, con material bibliográfico extraordinario. Muchas son las anécdotas contadas por diferentes protagonistas de esa época terrible de la represión contra los libros. Luego de que se instaurara el primer gobierno, aparentemente civil, en 1985, las cosas empezaron a cambiar, el flujo de libros traídos del extranjero y de temas que eran prohibidos se acrecentó, la mayoría de escritores que tuvieron que salir al exilio comenzó a regresar al país, motivo por el cual se instalaron librerías novedosas como la del Pensativo, en la Antigua Guatemala, con material que hasta hacía unos años era prohibido. En la ciudad se vieron títulos por doquier, las ferias de libros se fueron instalando, editoriales que hoy son famosas se dieron a la tarea de editar textos sobre la guerra y las atrocidades cometidas. Y así llegamos a la firma de los Acuerdos de Paz, y la producción se desbordó por doquier, hoy vivimos un clima de libertad para producir, vender y distribuir libros de toda clase de disciplinas, ojalá y así sigamos. Pero no por eso deja de haber censura en determinados espacios, constatando que el mayor censor de ciertos libros sea la casa, la familia a veces no permite que los jóvenes lean cierta clase de libros.


Bibliografía:
1. Alvarado, Huberto. Preocupaciones. Guatemala: Flacso, 2011.
2. Alvarez, Virgilio et al. Guatemala: historia reciente (1954 – 1996). Guatemala: Flacso, 2013

Cristóbal Pacheco

Nací en la Antigua Guatemala el 30 de julio de 1963. Soy maestro de profesión pero vendedor de libros por pasión.

A la casa de libros

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