Le dicen reconciliación nacional

Jesse Reneau | Arte/cultura / EL CUARTO AMARILLO

El pasado 17 de enero, un grupo de diputados, liderado por Fernando Linares Beltranena, buscaba realizar reformas en la Ley de Reconciliación Nacional, planteada en diciembre de 1996. Estos nuevos cambios brindarían amnistía total a los crímenes que se cometieron durante el conflicto armado interno, incluyendo tortura, desaparición forzada y violaciones. Además, se pondría fin a todas las investigaciones y procesos en contra de militares y guerrilleros que violentaron los derechos de los civiles en esos años. Es decir, se excarcelaría a las personas que guardan prisión por estos motivos, en total 41.

Es así como, nuevamente, nuestra lucha contra la impunidad se ve intimidada. Al contrario de la idea de muchos, esta iniciativa no pone un punto final a la guerra, y mucho menos se trata de una reconciliación. En cambio, representa una gran ofensa para los derechos humanos y la lucha constante por ellos. Ni mil leyes lograrán borrar los crímenes de lesa humanidad que se cometieron en los 36 años de guerra: los tenemos tatuados en la historia y llevaremos a nuestros desaparecidos hasta que se nos acabe la memoria. Es por ello que seguimos buscando justicia, y la iniciativa 5377 no es la respuesta, sino todo lo opuesto.

Concordando con el comunicado de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACDH), Michelle Bachelet, esta reforma «representaría un drástico retroceso para los derechos de las víctimas a la justicia y para el Estado de derecho en Guatemala». De ser así, estaríamos dando paso libre a la violencia con la excusa que el conflicto es algo que ya no debería estar presente en nuestra actualidad y de que hay que enterrarlo en el pasado para vivir en paz, de que el «perdón» y el olvido son la solución al problema: no podemos perdonar (ni olvidar) a la ligera 20 000 personas muertas, 45 000 desaparecidas y un millón de refugiadas. No podemos encontrar paz de esta manera.

La reconciliación es justicia y verdad, no impunidad. La perderemos cuando liberen a criminales y se deje de investigarlos; simplemente no es permisible, por todos los que han sido afectados, ya sea directa o indirectamente. Es devastador que tan siquiera se esté considerando la amnistía total para sanar una herida tan grande. Esta ley sin duda extinguiría los pocos avances que con el tiempo hemos logrado, ya que no es otra cosa que una expresión más de crueldad contra un pueblo masacrado.

No nos olvidemos nunca de las víctimas y sus familias, quienes están en su derecho de buscar paz y de demandar al Estado por justicia. Pero, sobre todo, reconozcamos en vez de evitar. Eso es reconciliación.

Imagen tomada de Publinews.

Jesse Reneau

Estudiante de Ciencias de la Comunicación. Amante de la música, la playa y la literatura. Su gran sueño es llegar a ser periodista y tener una motocicleta negra.

El cuarto amarillo

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