-Edgar Barillas / RE-CONTRACAMPO–
El año en que el cine vino a Guatemala, 1896, el país atravesaba por un período de optimismo de aquellos que cíclicamente renacen con cada cambio de régimen (y a veces hasta de gobierno). Federico Hernández de León —desde la perspectiva de sus recuerdos— lo refleja en los siguientes párrafos de sus memorias:
Se marca para Guatemala, en este año de 1896, una de las épocas más brillantes por el empuje administrativo del general Reyna Barrios. Corrían los dineros en abundancia, representados por monedas de papel, de oro y de plata. La propiedad raíz subía en sus precios, las exportaciones se regulaban, en una confirmación del café; aumentaban las zonas productoras y eran las comarcas de Pamaxán, el Cucho, Xolhuitz y las vastas tierras de San Marcos, las que ofrecían constituir un emporio de riqueza para la nación. El lujo tuvo su asiento en muchos hogares con derroches de sedas, de joyas y de artículos suntuarios. Por esos días se establecía en toda su plenitud el Establo de Schuman, que mostraba la novedad de los grandes troncos de caballos que tiraban de los landeaux, con cocheros envueltos en levitones y tocados por sombreros de copa, sombreros que usaban los grandes señores en días de grandes solemnidades…
Todo lo que fuera motivo de diversión, se difundió por esos días, siendo la capital el centro de las grandes actividades. Paseos, jardines, restaurantes, funciones de teatro, corridas de toros se multiplicaban día a día. Aumentaban los establecimientos bancarios; se fundaban sociedades industriales, en las cuales el propio presidente de la República, intervenía como accionista. Se puso al servicio la primera planta productora de cemento Portland, construyéndose las aceras de las calles principales y las líneas férreas tendían sus rieles, en avisos de positiva prosperidad. En esos días fue importado de Italia, el señor Carlos Novella como experto en cemento. [1]
La Guatemala de finales del siglo XIX era apenas una ciudad de 70 000 habitantes, si nos atenemos a la memoria de Hernández de León, periodista destacado de la primera mitad del siglo XX. Unas cinco mil casas de un solo nivel, más unas cien de dos niveles, era todo su despliegue arquitectónico, al cual adornaban los templos “de un arte un tanto simplón y basto”.
El servicio de tranvía y de los coches se veía apuntalado por el trencito Decauville. La ciudad, que fuera casi un monasterio durante el régimen conservador (1837-1871), llegó a tener algún despegue con los liberales. En la última década del siglo, “… se sintieron fuerzas decisivas y muchos elementos extranjeros, sobre todo de la familia italiana, coadyuvaron a enaltecer nuestro poblado que pasaba de aldea mayor a villa, con arrestos para ser ciudad” [2]. La luz eléctrica en las calles sustituía a los mecheros de gas, las bombillas incandescentes en los hogares deslumbraban a los capitalinos. Las diversiones preferidas eran la asistencia al monumental Teatro Colón y a la plaza de toros. “Teatro y toros cubrían puntos del programa ciudadano y eran llenados por espectáculos que muchas veces llegaban a las lindes de lo insuperable, para nuestros medios” [3].
Por el Teatro Colón y el Teatro Variedades se aparecían los sectores acomodados y solo ocasionalmente personas de bajos recursos, generalmente artesanos [4]. Las diversiones populares estaban más orientadas hacia las celebraciones de la religiosidad popular; los juegos de naipes y el billar; los niños que oían cuentos de sus nanas o sus abuelas y jugaban trompos y otros artículos de la juguetería popular; el espectáculo de los circos que ocasionalmente se estacionaban aquí; funambulistas, prestidigitadores, ilusionistas y otros que realizaban pequeñas funciones callejeras [5].
[1] Hernández de León, Federico. A lo largo del camino. Guatemala: Editorial Landívar, 1957. pp. 136-137
[2] Íbid, p. 126
[3] Íbid, p. 129
[4] Dary, Claudia. “Diversiones populares en la Ciudad de Guatemala: circos y funambulistas” (1848-1898). Boletín La tradición popular 92 (1993). Guatemala, Centro de [5] Estudios Folklóricos: Universidad de San Carlos de Guatemala.
Íbid.
Edgar Barillas

Guatemalteco, historiador del cine en Guatemala, investigador de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
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