Las palabras con las que nos han engañado y una que nos puede salvar

Maynor Alvarado | Política y sociedad / EL MALABARISTA

En las últimas décadas han desfilado una serie de políticos en los escenarios electorales, de la más diversa posición y lenguaje, un pollo que tenía el encanto a través de su mensaje elocuente y popular; un conejo que impactó con más fuerza en la clase media; un gavilán que a fuerza de varias participaciones por fin cumplió su sueño de llegar al gran guacamolón, pero quizás el mejor para eso de las palabras, el colocho Cerezo, siempre recuerdo el chiste donde logró dormir a miles de chapines.

¡Democracia y de ribete cristiana! El discurso de Cerezo fue respaldado por el Partido Democracia Cristiana. Ya viene la democracia, decía la gente, y medio explicaban qué cosa era la democracia ofertada como la verdadera participación del ciudadano de a pie en el gobierno, concepto traído de la cuna de la cultura occidental y ahora chapinizada pero lo más llamativo de la oferta. El gran apellido «Cristiana» le quitaba cualquier vestigio que pudiera relacionarla a algún chisguete de comunismo, porque si es de Cristo no es roja como el diablo, así pues se llevó la palabrita.

No han sido solo los presidenciables los que se han aprovechado de las palabras –porque eso han sido, palabras que describen grandes posibilidades pero que casi en su totalidad han quedado en la evocación y el engaño–, también lo han hecho sectores interesados en maquillar sus oscuros intereses. Solo por citar una de moda: ¡soberanía!, por aquí, ¡soberanía!, por allá, para sacar a los malos extranjeros que investigaban la corruptela, para evitar sendos señalamientos de corrupción e impunidad, pero cuando se vieron afectados sus intereses la respuesta fue contundente: a sus ordenes señor Trump. Cuál soberanía, cuál orgullo nacional, otra palabra vacía solo engañababosos.

¡Ni corrupto, ni ladrón! Me he quedado atónito cómo el contador de malos chistes pudo lograr ser presidente y ha ido creciendo abusivamente el alcance de los absurdos, salir de shopping de aviones, traicionar a su propia universidad y venderse a los mejores postores. ¡Ni corrupto, ni ladrón! Resultó ser el hazmreír de presidente como una mala imitación de dictadorcillo con moraleja-chiste incluido. Logró su cometido, siempre será recordado por generaciones, quizás no como él hubiera querido, sino como un mal chiste al que no le pudimos poner fin como era debido, sin cacajada y lo más pronto posible.

Ahora la palabra clave es libertad, en toda su expresión, libertad para defender el país, libertad para rescatar la soberanía, esa que juraron defender algunos y al menor aspaviento del bebé berrinchudo del norte nos han puesto de rodillas. Ojalá la ciudadanía cada vez sea más activa y más comprometida con el país, porque sino este se nos va, se nos está yendo al carajo.


Maynor Alvarado

Abogado, defensor de la vida y la democracia, soñador de un país en paz.

El malabarista

Correo: estuardojuridico@yahoo.es

Un Commentario

Raul 15/08/2019

Falto las palabras estrella » conciente y concecuente»

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