Las once maravillas del color amarillo

Jesse Reneau | Arte/cultura / EL CUARTO AMARILLO

1. Mis soles de los dibujos en primaria siempre eran amarillos. Algunas veces pintaba sus rayos de naranja. Luego crecí y me di cuenta que ni siquiera puedo ver al sol directamente.

2. Se dice que Vincent Van Gogh bebía pintura amarilla porque tenía la idea de que esto mantendría su espíritu alegre, como el color. ¿Por qué Van Gogh estaba tan triste, entonces? ¿Por qué se cortó la oreja? ¿Me estás mintiendo de nuevo, internet?

3. Mi gato tiene los ojos amarillos y lo ve todo. O, mejor dicho, lo ven todo; creo que a veces son los ojos los que tienen al pobre animal. Sin embargo, es algo que nunca voy a saber.

4. Estoy viendo el remake de It en el cine sola porque a Martha no le gustan las películas de terror y me dijo que se iba a ver la que estaba en la sala de a la par. Qué ridícula me resulta Martha a veces, y qué va, aquel era un cuento de niños en una aventura. Lo único trabado era Pennywise. En fin, ir al cine solo me encantaba desde adolescente, entonces me trasquilaba lo que Martha decidiera hacer. Compré los poporopos más grandes y la bebida más pequeña. A mi lado, Georgie, con la capa de lluvia amarilla que usa cuando el payaso lo asesina y un barquito de papel en la mano, sonríe.

5. Un chico acaba de comprar un auto y sale a pasear en él. Va bajando por Los Próceres, son las cinco de la tarde y lleva el vidrio abierto para sentir que el aire lo asfixia. En la radio suena Soda Stereo. Va a detenerse en el siguiente semáforo, pero este aún está en amarillo. En lugar de detenerse o ir más lento, acelera, jugando al doble de riesgo para ver si logra pasar. Al mismo tiempo, una chica acelera justo antes de que su semáforo llegue a cero para cambiar a verde, porque de todos modos, ya va a cambiar. Es la colisión de estrellas más trágica de la historia. Al fondo, Cerati sigue cantando: «No quiero soñar mil veces las mismas cosas…»

6. Basta con recordar a la UFCO y sus bananos amarillos, los trabajadores con manos cansadas, los golpes de Estado, a Árbenz y sus ganas de luchar.

7. Por su aniversario de cinco meses, Ana le escribió al novio un testamento por mensaje de texto. Cuando terminó, lo volvió a leer. Perdió la cuenta de cuántas veces decía que lo quería y que era lo más bonito que le había pasado, revisó sus faltas ortográficas y lo envió. El susodicho respondió «“yo también»” y al lado, puso un emoji de una carita amarilla sonriente. Sí, yo también; pero a diferencia de la carita, Ana no sonreía.

8. El señor de la esquina fuma demasiado. Es una chimenea con piernas. Cuando me sonríe, sus dientes son amarillos.

9. En mis sueños, los girasoles tienen vida. Tienen rostros cafés, velludos, y el cabello amarillo y despeinado. Van al trabajo por la mañana, escuchan música y juegan al futbol por la tarde. Lloran y tienen metas, como nosotros. Regresan a casa exhaustos, con un nudo en la garganta. Me da la impresión de que quieren llegar al cielo, darle un beso al sol y morir a la noche.

10. Por mis venas va corriendo la Tiki que me tomé esta mañana sin haber desayunado. Me basta un trago de aquel líquido amarillo para afrontar la realidad, el día y las ganas de desmayarme que cargo desde ayer. Sigo caminando y doblo la esquina. La calle es silenciosa, todos caminan sin mirarse, empiezo a reír. Estoy en otro mundo, en un anuncio publicitario: Tiki, para la gente bonita.

11. Amarillo, lla: adj. dicho de un color semejante al del oro o al de la yema de huevo, al de tus ojos o al de las lunas que están hechas de queso.


Imagen tomada de Pinterest.

Jesse Reneau

Estudiante de Ciencias de la Comunicación. Amante de la música, la playa y la literatura. Su gran sueño es llegar a ser periodista y tener una motocicleta negra.

El cuarto amarillo

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