Las obras quedan… los hombres se van

Luis Felipe Arce | Política y sociedad / EL CASO DE HABLAR

En octubre de 2008, el investigador y reportero del New York Times y Premio Pulitzer Tim Weiner publicó, bajo el sello Debate, su libro Legado de cenizas: la historia de la CIA.

Para el diario El País: «Sin este legado de cenizas no se puede entender el siglo XX; seguramente, tampoco el siglo XXI».

Para el Washington Post: «Un triunfo tanto del periodismo como de la historia».

Para Los Ángeles Times: «Magistral, un trabajo brillante».

Para el Wall Street Journal: «Realmente extraordinario, el mejor libro que se ha escrito sobre espionaje».

Después de veinte años cubriendo –a base de mucha información– los temas de inteligencia de la Agencia, el escritor Tim Weiner ofrece una muy amplia visión de la historia oculta de la CIA desde su creación, posterior a la Segunda Guerra Mundial –durante el mandato de Einsenhower– y se enfoca en la Guerra Fría, sus triunfos y fracasos en Europa, Asia y América Latina, hasta llegar al 11S.

Para nadie es un secreto la influencia, desarrollada desde sus inicios hasta nuestros días, por parte de la Central de Inteligencia Americana en el juego geopolítico de los distintos continentes. Un caso concreto fue su determinante presencia en los acontecimientos protagonizados en el Irán del Sha.

El caso Guatemala

La primera intervención del espionaje de la CIA en América Latina tuvo lugar en Guatemala. Unos días después de la navidad de 1953 se nombró a Allen Dulles para que dirigiera y coordinara el complot para derrocar al gobierno del presidente Jacobo Árbenz. Se puso en marcha la Operación Éxito, con la llegada al país centroamericano del nuevo embajador John Peurifoy. Para tal efecto, se coordinó prepararle el camino al poder a un coronel, cesante en ese entonces, llamado Carlos Castillo Armas.

El presidente Árbenz denunció a nivel continental –publicado en todos los grandes periódicos del hemisferio– «la existencia de un complot contrarrevolucionario patrocinado por el Gobierno norteamericano, dirigido para favorecer a Castillo Armas que cuenta con un campo de entrenamiento de rebeldes situado en una granja de Somoza en Nicaragua».

Para continuar con la campaña de desinformación, la Operación Éxito anunció que personal de inteligencia había «descubierto un alijo de armas soviéticas en la costa nicaragüense y a continuación inventaron falsas historias afirmando que los soviéticos armaban a escuadrones asesinos comunistas en Guatemala».

El modus operandi de la CIA subió de tono con la creación de una campaña de terror cuando barcos de guerra y submarinos de la marina estadounidense bloquearon las costas de Guatemala, con lo que se violaba la legislación internacional.

El 26 de mayo, un avión de la CIA, sobrevoló el Palacio Nacional y lanzó volantes sobre el cuartel general de la guardia presidencial que decían:
«Lucha contra el ateísmo comunista, lucha junto a Castillo Armas». El objetivo: «aterrorizar sobre todo a Árbenz y a sus tropas, de modo parecido a los bombarderos Stuka Alemanes sobre las poblaciones de Holanda, Bélgica y Polonia en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial».

Durante cuatro semanas, a partir del primero de mayo de 1954, la CIA estaba librando una guerra psicológica en Guatemala a través de una estación de radio llamada La voz de la Liberación –operada desde una granja de Somoza en Nicaragua– y dirigida por un agente contratado por la CIA, actor aficionado y hábil dramaturgo llamado Atlee Philiips.

La tarde del 25 de junio y tras afrontar fracaso tras fracaso, la CIA recibió el respaldo total del Gobierno de Estados Unidos y bombardeó la plaza de armas del mayor campamento militar en ciudad de Guatemala, quebrando la voluntad del cuerpo de oficiales.
Árbenz reunió a los miembros del gabinete aquella misma noche y les dijo que algunos elementos del ejército se habían sublevado. Y era cierto, un puñado de oficiales habían decidido, en secreto, alinearse con la CIA y derrocar a su presidente.

El embajador Peurifoy se reunió con los conspiradores del golpe el 27 de junio. Ya con la victoria al alcance de la mano, el embajador Peurifoy pedía a la CIA que era el momento de que se retiraran, enviando un cable a la central de operaciones que decía: «ha llegado el momento de que los cirujanos se retiren y las enfermeras se hagan cargo del paciente». Peurifoy estuvo maniobrando aún durante otros dos meses hasta que finalmente Castillo Armas asumió la Presidencia.

Lo que vino después, la historia se preocupó de divulgar, aquello marcó un punto de inflexión en la historia de la CIA. Las «historias-tapadera» exigidas por la acción encubierta en el extranjero pasarían a formar parte de la conducta política en Washington.

Después de la invasión a Guatemala, se pueden citar tres ejemplos paradigmáticos de la injerencia de la CIA en Latinoamérica:

  • 16 de abril de 1961, invasión de la Bahía de Cochinos en Cuba.
  • 25 de octubre de 1983 invasión en isla Granada.
  • 20 de diciembre de 1989- 30 de enero de 1990 invasión a Panamá contra el régimen del general Manuel Antonio Noriega.

Sin olvidar, por supuesto, el Proyecto Camelot (1963 – 1964) y la Operación Cóndor (décadas 70 – 80).

En marzo de 1954, el senador por Montana, Mike Mansfield decía:

«Todo lo relacionado con la CIA está rodeado de secretismos: su coste, su eficacia, sus éxitos… sus fracasos».

Según el mismo presidente Eisenhower: «La historia oculta de la CIA y sus fracasos solo nos han dejado… un legado de cenizas».

La pregunta es, ¿hasta dónde continuarán cayendo las cenizas?

Nota importante: El 27 de enero de 1971 falleció en Ciudad de México el expresidente, coronel Jacobo Árbenz Guzmán, hace 48 años se cerró un brillante capítulo en la lucha por la dignidad y soberanía nacional. Sobraron los dedos de la mano para contar quienes se recordaron del fallecimiento de uno de los principales protagonistas de la utopía. El olvido, que es el hijo predilecto de la historia, rápido… rápido pasó la factura.
Sirva este extracto del libro del escritor Tim Weiner como un homenaje póstumo a su memoria.

Luis Felipe Arce

Guatemalteco. Ingeniero civil, por varios años gerente de Producción para Centroamérica de una importante corporación mundial dedicada a la fabricación de materiales refractarios y aislantes. Actualmente, consultor independiente.

El caso de hablar

2 Commentarios

arturo ponce 06/02/2019

Interesante mi querido Guichín y a Cara de hacha?, también tuvo que ver la CIA?……

Jacobo Vargas-Foronda 06/02/2019

Muy oportuna publicación, en realidad esa nefasta, cobarde, criminal intervención imperialista no es aun cosa del «pasado». Esa actividad delictiva se repite ahora, nuevamente como sangrienta, cobarde, y a todas luces violatoria de todo elemental principio ético y contraviniendo las criterios básicos del derecho internacional y armónica convivencia mundial con estricta observancia a los postulados de no intervención en los asuntos de Estado de otros países, la solución pacifica de las controversias internacionales, con la guerra sucia y psicológica del imperio yanqui, sus secuaces europeos y lacayos latinoamericanos contra la República Bolivariana de Venezuela.

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