Isadora Bennet | Arcoíris / CONTRASTES
Hay una formula mágica para la felicidad, decir «sí, para siempre» a una relación amorosa, monógama y eterna. Por lo menos, esto es lo que nos enseñan. Se considera que una relación monógama y romántica es la única forma verdadera y correcta de vivir el amor. Esta idea es tan normalizada que se vuelve invisible e inconscientemente construimos nuestras relaciones con base en eso, como si fuese la única alternativa. La monogamia es descrita como natural, aunque históricamente es una construcción bastante nueva. Vivimos en una cultura monogamia-céntrica y negativa en relación a la sexualidad. A través de mecanismos de culpa o conceptos de moral, se controla y limita la sexualidad, especialmente de la mujer y personas LBGTQ+. Tener relaciones poliamorosas apenas se ve como una opción o es considerado inmoral y destructivo. Pero si hemos aprendido que la monogamia romántica es la única forma de vivir el amor, sin conocer otras opciones ¿cómo puede ser practicarla una decisión libre, informada y consensuada?
Creo que es importante deconstruir y despatriarcalizar el amor romántico para disfrutar más y tener relaciones saludables que nos den alegría. Estamos rodeadas de miles de mitos románticos, que tomamos como verdades incuestionables y muchas veces son destructivas para nuestras relaciones y vidas. En el libro The Ethical Slut, W.Hardy y Easton identifican algunos de esos mitos. El principal: relaciones monógamas de larga duración son las únicas relaciones verdaderas. De allí viene la idea de encontrar a «una media naranja» que nos completará, en vez de entender que ya somos completas/os. Y al encontrar esa otra mitad, se volverá nuestro «todo» y nos dará todo lo que necesitamos desde seguridad a sexo pasional, felicidad y tiempo. Como si otra persona fuese la responsable de la felicidad y bienestar propios. Parte del mito es que si de verdad amas a tu pareja, automáticamente pierdes el interés por otras personas, ¿eh? Cuántos problemas no ha causado esta suposición. El sufrimiento romántico, o sea que el amor de verdad duele o la idea de que por ser tu pareja una persona te pertenece y tienes el derecho a controlarla son otros de esos mitos, que normaliza la violencia psicológica.
La construcción del amor romántico se basa en un concepto capitalista que considera al amor como una mercancía con la cual haces transacciones. Por ejemplo, amor a cambio de seguridad y una relación socialmente aceptada o amor a cambio de sexo. El amor romántico se entiende como un recurso limitado. Si lo compartes con persona A, hay menos para persona B y definitivamente no alcanza para persona C. Acaso no funciona al revés –¿qué si damos y compartimos amor con varias personas también construimos y recibimos más amor?– Lo paradójico es que no aplicamos la misma idea en relaciones de amistad, hasta nos pareciera ridículo hacerlo. Es aceptado tener a varias/os amigas/os y se entiende que cada relación de amistad es diferente. Con alguien te juntas para practicar un deporte que tienen en común, con otra amiga sales a bailar y con otro amigo te gusta salir a tomar vino y platicar por horas. De la misma forma, cada relación amorosa o sexual es única.
Para las relaciones monógamas hay un manuscrito a seguir, concluyen W.Hardy y Easton en The Ethical Slut. Hacemos hasta lo imposible para que nuestras relaciones sigan ese manuscrito y quepan dentro del modelo prefabricado de relaciones. Al contrario, para las relaciones no-monógamas consensuadas no hay un manuscrito sino una libertad de inventar otro tipo de relaciones. Por ejemplo, hay personas que deciden vivir en una relación abierta con una pareja principal y otras/os que deconstruyen la jerarquía y tienen relaciones anárquicas. Muchas personas también viven el poliamor sin verlo, en monogamia serial, es decir en relaciones monógamas por un tiempo hasta que cambien de pareja e inician otra relación monógama.
Estoy convencida de que hay personas que viven felices en relaciones monógamas. Pero también estoy segura de que hay muchas formas diferentes de construir relaciones y que podemos ser libres de escribir nuevos guiones. Lo importante es visibilizar opciones para así poder tomar decisiones informadas y verdaderamente consensuadas, y no ver la monogamia romántica como la única versión verdadera de amor. El poliamor no implica falta de ética, más bien se basa en la honestidad y el consenso. Reconocer los propios límites y los de las/os demás es clave. Si nos liberamos de los mitos románticos y las ideas impuestas de cómo vivir el amor y la sexualidad, creo que podemos encontrar nuestra propia fórmula mágica de felicidad.
Fotografía principal por Celeste Mayorga, de la serie Intimidad, tomada de Flickr.
Isadora Bennet

Feminista con la conciencia dividida entre Suecia y Guatemala. Tengo una licenciatura en Estudios Latinoamericanos y trabajé varios años en Guatemala. Actualmente soy estudiante de Estudios de Paz y Conflicto.
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