Las cuarenta babas de Alí Drones

-Leonardo Rossiello Ramírez / LA NUEVA MAR EN COCHE

A veces la prensa es injusta. Así sucede con los comentarios que emitió contra los involucrados en los papeles de Panamá y, últimamente, con las nuevas revelaciones en torno a los llamados “paraísos (o “pantanos”) fiscales” y la supuesta evasión de impuestos.

Este fenómeno ha sido denunciado por mal llamados periodistas, agrupados en el CIPI, “Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación”. La prensa, altavoz de unos pocos (apenas 370) periodistas deleznables, da así alimento a la chusma para enconarla contra las instituciones legales y contra el poder político.

Nos han asegurado que uno por ciento de la población mundial es dueña del 50 % de toda la riqueza, pero silencian el hecho de que el 99 % restante se reparte nada menos que el 50 % que queda.

Son plumíferos de 78 diferentes países que dedicaron más de un año a hurgar y espiar en los asuntos de otras personas. Puro oportunismo. Así, de manera populista, azuzan a la plebe contra personas que solo desean proteger sus legítimos intereses. Y todo esto, casi sin pruebas: apenas han puesto a la consideración del populacho 11.5 millones de documentos.

Este verdadero teleteatro se ocupó de que esa exigua documentación llegara a manos del pasquín alemán Süddeutsche Zeitung y que de ahí, pasando por la insignificante BBC, salpicara la honra de miles de personas en todo el mundo.

No seré yo quien salga a defender a todos los implicados. Entre tantos bienhechores algún malhechor puede haber. Este último adjetivo, hay que reconocerlo, no lo expresa todo. He buscado y rebuscado, pero no encuentro otro. Por eso, a falta de vocablo que exprese qué tipo de individuos son o parecen ser y que además connote sus actividades, tengo una modesta propuesta para la Asociación de Academias de la Lengua Española. Mi proposición es que se incorpore al DLE una nueva palabra: paragánster.

La definición podría ser la siguiente:

paragánster

1. m. y f. Miembro de una banda organizada de malhechores que actúa en los paraísos fiscales.

Gracias por el aporte, se dirá, pero vaya trabajo que le deja usted a los etimólogos. Atendiendo a ese posible reparo, adelanto dos opciones. La primera, sin que el ordinal indique preferencia, es la siguiente:

Del ingl. gangster y del lat. parasītus, y este del gr. παράσιτος parásitos ‘comensal’, ‘gorrón’.

Así, las dos primeras sílabas, pa-ra, del neologismo (que espero terminará por imponerse) apuntan al carácter parasitario de estos posibles malhechores, en el sentido de que no trabajarían ellos sino su capital, haciendo lo que de él se espera: acumularse.

La segunda opción es:

Del ingl. gangster y del avéstico pairidaēza, ‘cercado circular’, aplicado a los jardines reales.

En este caso las dos primeras sílabas remiten a “paraíso”. “Para” también tiene la virtud de remitir a “casi”, a “fuera de, pero relacionado con”. Es decir, el paragánster no es gánster de pura cepa sino, digamos, un cuasi gánster.

El hecho es que quien escuche la palabra no reparará tanto en lo que los etimólogos determinen, sino que pensará en cuasi gánster, o en gánster parasitario o en gánster en paraíso fiscal. Como se ve, es una propuesta virtuosa y que no admite deriva semántica.

Esa nueva palabra designará solo a aquellos verdaderos malhechores. Para los otros, los que están en el grupo mayoritario y hacen lo que es legal y moralmente legítimo, solo hay una palabra adjetiva y que ya existe: astuto.

No obstante, parece ser que entre las personas que han optado por evadir el pago de impuestos en sus países, y para ello han radicado modestos ahorrillos en “paraísos fiscales”, hay una cantidad considerable de menesterosos. Para ellos también hay otro adjetivo que ya existe: víctima. A ellos apunta mi defensa; a ellos dedico estas, mis enfáticas palabras y para ellos exhorto a la banca mundial a que les dé algún sustento financiero. Porque hay pocas cosas que enciendan más el verbo que la injusticia.

Figúrate. ¡Acusar a dignidades paupérrimas del mundo del deporte, de “lavado de dinero”! Si no hay nada más limpio que el dinero. El dinero es, por definición, algo limpio y no necesita de ningún lavado. Involucrar a gente como Platini, que de plata nada, o a impolutos miembros del comité de ética de la FIFA como Juan Pedro Damian. ¡Vamos!

Es indignante el proceder de esos periodistas, que se supone están al servicio de la verdad. Tan es así que entre los menesterosos acusados o directa o indirectamente involucrados, se encuentran, oh ignominia, nombres de jefes de Estado. Sí, has leído bien. Nombres de presidentes de países. Por ejemplo, los presidentes Macri, de Argentina, y Santos, de Colombia, quien además debería estar blindado por el prestigio del Premio Nobel, el mismo que en su momento supo dignificar a prestigiosos políticos, como el secretario Henry Kissinger, sostén (ver foto) del profeta general Augusto Pinochet.

Henry Kissinger y Augusto Pinochet. Fotografía tomada de Pressenza.

Incluso, hay entre los acusados seres humanos verdaderamente indigentes, tales como parientes de exreyes. ¿Pruebas al canto? Pilar de Borbón, hermana de su bajeza Juan Carlitos. Sí, el mismo: el matador de elefantes y de osos previamente emborrachados para que él los pudiera eliminar sin peligro. El peligro, dejarlo para las fieras, no para su enaltecida persona.

En el colmo del atrevimiento, el CIPI ha lanzado acusaciones que recayeron, también, sobre personas encumbradas por la gracia del propio Dios: monarcas. Nuestros semejantes, cuya actividad filantrópica está fuera de toda duda. En el listado figura el rey Salman bin Abdulaziz de Arabia.

Pero los del CIPI distorsionan todo y nos hablan en cambio de las cuarenta babas de Alí Drones. Corrompen la bella imagen del mundo verdadero de las Mil y una noches, contándonos aún otro cuento, y salpican con su insidia, poniéndolo en la lista, al benefactor califa de Emiratos Árabes Unidos, bin Zayed Al Nahayan.

No contentos con esa manipulación de las ideas del villanaje, aseguran las revelaciones que está evadiendo impuestos la reina Isabel de Inglaterra, nuestra verdadera e impoluta Blancanieves, presentándola como Blancanita, la más famosa de los Siete Enanieves.

Socavadores del orden establecido, los del CIPI hacen rodar cabezas en nombre de valores aceptados, metiendo en la sesera de la gente envidiosa la idea de que el mundo no es lo que habían creído. Si los encumbrados engañan, mienten y roban, entonces ¿qué se puede esperar del mundo de los de abajo? Si los propios monarcas son corruptos, ¿por qué no habrían de serlo sus súbditos?

Lo que me inquieta más es que la perfidia cipiesca no se conformó con Panamá. Es que hay países y territorios (Suiza, Islas Caimán, Luxemburgo, Malta) ordenados y reglamentados con un adecuado secreto bancario. De ellos, ahora, exigen los pseudoperiodistas transparencia, con el sofisma de que si todo estuviera en regla, nada habría que ocultar. Por eso me temo que vayan a ser objeto de todavía más inquisiciones por parte del CIPI. La ONU debería prohibir sus actividades.

Leonardo Rossiello Ramírez

Nací en Uruguay en 1953 y resido en Suecia desde 1978. Tengo tres hijos, soy escritor y profesor en la Universidad de Uppsala.

La nueva mar en coche

Un Commentario

Otello Xaubet 19/11/2017

Lindo artículo, muy verdadero y que millones de profesores debieran emular.

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