Las creencias

Luis Melgar Carrillo | Política y sociedad / NUESTROS HIJOS

Las creencias son generalizaciones acerca del mundo y de las cosas. En cierta manera, es como el pequeño comienza a concebir la vida. Llevan el mensaje acerca de la manera como se deben afrontar las distintas vicisitudes a resolver, en la experiencia del diario vivir. Son sentimientos de certidumbre acerca de una idea. Una gran parte de las creencias son consecuencia directa de los mandatos.

Las creencias son conceptos aprendidos en la primera infancia que definen o dan respuesta a interrogantes como las siguientes: «¿Quién soy yo?». «¿Cómo es el mundo que me rodea?». «¿Cómo son los demás?». «¿Qué se puede esperar de la vida?». «¿Cómo debo conducirme?».

Los mandatos, finalmente, llegan a ser registrados como creencias cuando, de una concepción individual, pasan a ser generalizaciones. Por ejemplo, se puede tener el mandato «No pienses». Sobre esa base, el refuerzo del mandato puede llegar a constituir la creencia: «Los Martínez no pensamos». Y más generalizado «Los de este pueblo no pensamos», que con un mayor grado de generalización pudiera llegar a ser «Los latinoamericanos no pensamos». Hay lugares geográficos en los cuales toda una población entera tiene una misma creencia, por ejemplo: «Todos los de este pueblo somos muy valientes».

Las creencias condicionan inconscientemente la percepción que el pequeño llega a tener del mundo y de las personas. Del conjunto de creencias que se tenga, algunas personas en edad adulta viven y desarrollan su realidad conforme a ellas. Proyectan en su hacer diario las generalizaciones que tengan incorporadas a su subconsciente y las aplican al mundo que los rodea. Las creencias son conceptos que definen muchas de las características de la personalidad. Son conceptos que se proyectan, independientemente de la edad que se tenga.

Hay dos tipos de creencias: permisivas o facilitadoras y limitantes. Las creencias permisivas son literalmente permisos que regulan el comportamiento. Las creencias limitantes son obstáculos que inhiben, bloquean, incapacitan o dificultan buscar y encontrar alternativas y soluciones, ante las diferentes adversidades y conflictos a los cuales se tenga que enfrentar.

Como ejemplos de creencias limitantes se pueden mencionar las siguientes: «El matrimonio es para siempre». «No se tiene por qué aguantar un matrimonio infeliz para toda la vida». «Los seres humanos en general son víctimas del entorno». «Siempre hay que trabajar muy duro para lograr algo». «En esta familia somos muy religiosos». «Las personas no cambian». «No hay que perder el tiempo». «A este mundo se viene solo para sufrir». «Todo lo que vale, solamente se logra con mucho sacrificio». «El deber de todos es hacer siempre las cosas perfectas». «Si se está bien, alguien va a estar mal». «Si no se hace lo que los demás quieren, se tendrá rechazo». «Siempre es mejor dejar las cosas como están». «Ser fuerte es no demostrar los sentimientos». «No se puede ser feliz porque este mundo es un infierno». «Todo depende siempre de mí». «Las personas no deberían equivocarse nunca». «Cuando se disfruta algo, después tiene que pasar algo malo». «Todos los cambios son dolorosos». «Aprovechemos porque la vida es corta y el placer escaso». «Los hombres no lloran».

Como ejemplos de creencias permisivas se pueden mencionar las siguientes: «La vida debe ser amada». «Todos merecemos amar y ser amados». «Debemos aprender de los errores». «Se debe terminar lo que se comienza». «Hay que aprender a sobrevivir en medio de tantos lagartos». «Las emociones son señales, debemos aprender a conocerlas». «Toda la gente en general es responsable y buena». «Siempre debemos hacer lo mejor que podamos». «Se debe aprender a confiar». «Se debe aprender a disfrutar y a divertirse». «Todos debemos ser flexibles». «Debemos buscar y encontrar alternativas y soluciones». «Se debe aprender a soltar y dejar ir el dolor del pasado». «La vida es una experiencia que vale la pena tener». «Todo ser humano está lleno de recursos». «Todos debemos ir conociendo y resolviendo nuestros conflictos».

Las creencias se originan a partir de una idea que, experimentada de forma repetida, llega a producir la sensación de certidumbre. Se fijan en el cerebro de los pequeños por las mismas dos causas o razones que originan los mandatos: por la repetición con que el menor ha sido expuesto a las mismas y por la intensidad emocional con que se experimentan esas ideas. Los fundamentos que originan las generalizaciones pueden ser tanto vivencias reales o como imaginarias.

Cada familia tiene su propia escala de valores y costumbres, también desea que los pequeños se adapten a su propia visión de la vida. Esta adaptación se realiza, en principio, mediante el refuerzo de todas las conductas, pensamientos y emociones de los pequeños, conforme a lo que se espera de ellos.

El esfuerzo es para tratar que los niños encajen dentro del esquema de estos valores, costumbres y tradiciones familiares. Se dan refuerzos para lo que se espera de los pequeños, y se castiga o ignora todas respuestas diferentes a estos valores.

Poco a poco, los pequeñitos se van haciendo una idea de qué es lo que se espera de ellos. Comienzan a amoldarse a los mandatos y creencias que toman tanto de sus progenitores, como de las personas que conforman el contexto de la familia. De esta manera alimentan la esperanza de gozar de su complacencia. Su expectativa es recibir caricias positivas y reconocimiento. Los pequeños esperan ser recompensados, principalmente por los adultos que son importantes para ellos.

Las recompensas esperadas llegan a ser, en muchos casos, más importantes que algunas de sus preferencias personales acerca de la manera de actuar y enfrentar tanto al mundo como la vida. La elección de los valores familiares van siendo incorporados a su esquema personal, a pesar de que en ocasiones tengan que abandonar sus preferencias personales.

En una sociedad se pueden ver claramente ejemplos de familias en las cuales, generación tras generación, se van repitiendo sus valores y pautas de vida. Hay familias de alcohólicos: el abuelo fue alcohólico, el padre es alcohólico, el hijo es alcohólico y los nietos resultan siendo alcohólicos. Igual se puede mencionar con los divorcios.

Hay familias de divorcios. Familias de delincuentes. Familias de políticos. Familias de licenciados. Familias de militares. Caso tras caso se puede ir observando tradiciones familiares que pasan de padres a hijos, generación tras generación.

Los progenitores trasmiten estos mandatos y creencias, tanto por palabras directas, como por otros medios de comunicación. Además de las palabras, usan otro tipo de mensajes como una mirada, un dedo acusador, un entrecejo fruncido, una sonrisa bondadosa y, en general, mediante comunicación tanto verbal como no verbal.

Muchos de estos mensajes son trasmitidos por los padres, sin estar conscientes de hacerlo. Son parte de sus propios valores y los comunican porque creen en ellos. La posición existencial que se tenga, las creencias y los mandatos que recibe un pequeño, son las bases que a manera de plataforma van formando y moldeando su personalidad.


Imagen tomada de Guate360°.

Luis Melgar Carrillo

Ingeniero Industrial, Colombia 1972. Máster en Administración de Empresas, INCAE 1976. Autor de 9 libros (tres aparecen en Google). Autor de 50 artículos (24 en gAZeta, Guatemala 2018; 20 en revista Gerencia, Guatemala 1994-95). Director de Capacitación (Asociación de Azucareros de Guatemala). Director de Recursos Humanos (Polymer-Guatemala). Excatedrático en universidades de Costa Rica, Guatemala y Tepic, México. Residencia en Tepic.

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