Las chancletas de Nayo Capero

-Rodrigo Pérez Nieves / PIEDRA DE TROPIEZO

Componer no es difícil, lo complicado es dejar caer bajo la mesa las notas superfluas. Brahms

En el otrora famoso restaurante El Zócalo de la ciudad capital se escuchaba las notas de la marimba, los comensales iniciaban el baile que los transportaba hacia los fantásticos mundos del folclore, fantasía y el encanto de encontrarse con el fuego del amor. Sorpresivamente ingresó don Bernardo Enríquez, compositor escuintleco, quien tenía un pequeño negocio donde fabricaba las famosas capas de hule que se usaban tiempo atrás. El compositor pasaba una mala época (de bohemio) e iba calzado con unas chancletas; se dirigió donde estaban los integrantes de la marimba a saludar a los amigos, al subir las gradas dejó trabada una chancleta. Para hacerle una broma, uno de los integrantes en ese instante empezó a componer una melodía que nunca se imaginó que llegaría a ser famosa y que en un 22 de febrero de 2002 el presidente en funciones le impondría la orden “José de Irrisari” en el grado de Gran Comendador.

Ese gran compositor, arreglista y marimbista, autor de Las chancletas de Nayo Capero y de más de doscientas melodías es don Guillermo de León Ruiz, coatepecano “de pura cepa”, quien aún recuerda con nostalgia el barrio La Esperanza, donde al lado de su padre, maestro marimbista, y sus cuatro hermanos se inició a los siete años de edad tocando la batería. Rememora su primera melodía a ritmo de paso doble Mi Coatepeque, compuesta a los dieciséis años cuando le tocaba viajar en tren hasta la estación Auyón, de allí “volando pata” -como él dice- a Flores Costa Cuca donde tuvo que sustituir a su padre en un conjunto marimbístico de ese lugar.

Se emociona al recordar anécdotas que le han dejado recuerdos imborrables, momentos gratos vividos en las ocasiones cuando ha sido integrante o director de prestigiosos conjuntos de marimba, como Murmullos de selva al que ingresó a los dieciocho años cuando emigró a buscar mejores horizontes a la ciudad capital, donde hasta la fecha reside.

No contento el Hacedor con el regalo del instrumento autóctono, pobló nuestra tierra bendita con grandes compositores como don Guillermo, mágicas manos de marimbista que alegraron alguna vez nuestro corazón triste. Escuchar a la marimba con su canto nostálgico, nos hace soñar o llorar. Nos pone la carne de gallina cuando escuchamos un romántico bolero, o nos enamoramos de la vida, de la mujer y de esos besos brujos que nos dio la bella desconocida del ensueño.

La marimba es el instrumento musical de madera más perfecto del mundo según el investigador guatemalteco don David Vela, y tiene razón: ¡qué maravillosa y qué romántica se escucha nuestra bella marimba! Sus notas van ligadas quizá a un enamoramiento platónico, o la alegre fiesta inolvidable de nuestro pueblo donde, sin pensar, encontramos a nuestra media naranja que nos impregnó de su perfume, mientras bailábamos un alegre popurrí de las bellas melodías del ensueño.

Gustavo Montenegro, columnista, escribió: “…la marimba es una muchacha bonita pero triste (llámese Thelma o Migdalia Azucena) que trata de sonreír y demostrarle a todos que está contenta. Es un tren que ya no existe en Los Altos, pero sigue corriendo; el par de chancletas de un tal Nayo o un vals para mi madre. Nos guste o no crecemos con la marimba, su sonido nos acompaña y un día, lejos de aquí, nos conmueve cuando por casualidad (en vivo o en disco) escuchamos La flor del café o la Fiesta de pájaros”.

La tarde que platiqué con el insigne compositor, me comentó que hace algunos años compuso la melodía Los barrios de mi pueblo para que en la entrega de los Juegos Florales de la ciudad de Coatepeque la incluyeran como fondo, lastimosamente nos manifestó que, como siempre, “nadie es profeta en su tierra”, “ya no les creo”…


Fotografía tomada de Guatemaltecos ilustres.

Rodrigo Pérez Nieves

Ingeniero graduado en Alemania, columnista durante 12 años en el periódico El Quetzalteco, con la columna Piedra de tropiezo. Colaborador con los grupos culturales de Quetzaltenango y Coatepeque. Catedrático en la URL en la carrera de Ingeniería Industrial, sede Quetzaltenango. Libros escritos: Pathos entrópico (poesía y prosa), Cantinas, nostalgias de un pasado y el libro de texto universitario Procesos de Manufactura.

Piedra de tropiezo

Un Commentario

Luis Alberto Hernández 10/08/2018

Accidentalmente me encontré con este muy buen post. Te comento que con don Guillermo somos amigos desde hace años, nos conocimos en una presentación de su Marimba en el Museo de la Cervecería Centroamericana El Zapote, zona 2 de la capital. Me parece adecuado mencionar que la melodía se llama LA CHANCLETA DE NAYO CAPERO, y no Las Chancletas… y la razón es que justamente en el Zócalo, 18 calle y 4a. avenida zona 1 de aquel entonces, cuando Bernardo llegó muy pasado de copas a solicitarle a Guillermo un apoyo económico para retornar a Escuintla y vestido a la usanza de estar en la playa, en eso, dejó tirada una chancleta bastante sucia, hecha en aquel tiempo, de cuero. Uno de los compañeros marimbistas la recogió con la punta de una baqueta y se la tiró a Guillermo, entre las bromas de todos. Total, que a la melodía que estaba por ser terminada, la tituló así, en recuerdo de aquella pasada… Un abrazo. Ah !… también cuando escuchamos el Himno Nacional y estamos cerca o fuera de las fronteras SE LLENA DE ENERGIA MELANCÓLICA EL CUERPO… Y SE PONE LA PIEL DE GALLINA !!!… Un saludo grato.

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