Las ausencias que son nuestras

Maynor Alvarado | Política y sociedad / EL MALABARISTA

En el marco del Día Nacional contra la Desaparición Forzada, que se conmemora todos los años el 21 de junio, es necesario siempre recordar el doloroso y vergonzoso dato de que Guatemala concentra el número más grande, en América, de personas desaparecidas de manera forzada: 45 000 seres humanos que no sabemos donde están.

Siempre que trato de explicarlo se quedan cortos mis ejemplos, que es como si el estadio Doroteo Guamuch, lleno de espectadores para el clásico rojos y cremas, desapareciera o como si toda la muchachada estudiante de la Facultad de Derecho de la USAC un día no llegara, y estuvieran solo los escritorios y los pizarrones. Pero la verdad es que estos ejemplos se quedan pequeños ante la terrible realidad, esos miles de guatemaltec@s no están en ninguna parte, los hemos buscado entre los vivos y entre los muertos, y la gran mayoría no está. Aunque esfuerzos de las familias y las organizaciones han encontrado ya cientos en cementerios clandestinos, especialmente en Creompaz, la base de Cobán, el cementerio clandestino más grande del continente, esto solo por citar un ejemplo.

Las personas desaparecidas fueron de un lugar a otro, y en medio, una garra espantosa los arrancó de su entorno, su familia, sus amores y luchas para siempre, por la fuerza los hicieron dejar atrás todo el amor de sus familias. Ahora la búsqueda incansable de ellas y de ellos, o por lo menos de su último destino o de sus restos para cerrar ese círculo de dolor y espera infinito, no ha sido posible.

Infinidad de anécdotas e historias se tejen alrededor de ese tiempo eterno. Una especialmente me marcó, el papá de un estudiante desaparecido un día me dijo «yo de esta casa nunca me voy a ir, esta es la que conoce él y aquí un día va a regresar, si me muevo, puede ser que regrese y no me encuentre». El padre ya murió, el hijo aún no vuelve. Es uno de los poquísimos casos en el que el responsable está purgando una condena. Y así se podrían escribir miles de páginas con estas tristes vivencias. Pero también se han hecho aportes de toda índole para que estos casos no se vuelvan a repetir, hay que cerrar la puerta a las bestias para que ya no vuelvan del averno a robar la esperanza.

Las ausencias no son solo de las familias, esas ausencias también son de toda la sociedad, nos robaron la posibilidad de construir un país mejor, mancharon con sangre nuestra historia sin que hasta el momento podamos recuperarnos. Un país que no puede explicar que sucedió con 45 000 de sus ciudadanos es un país que arrastra esa deuda social que no nos permite avanzar, no existe voluntad política de conocer la verdad y poder sanar con justicia. Esas ausencias no son solo de algunos, son de toda Guatemala, nuestra Guatemala.


Maynor Alvarado

Abogado, defensor de la vida y la democracia, soñador de un país en paz.

El malabarista

Correo: estuardojuridico@yahoo.es

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