Las apuestas electorales de la oligarquía

Edgar Rosales | Política y sociedad / DEMOCRACIA VERTEBRAL

Las fricciones existentes entre dos de los principales grupos oligárquicos no terminaron con la clausura anticipada del mandato de la Cicig, ni con los intentos de romper el orden constitucional para evitar la celebración de elecciones generales. Se trasladaron al campo electoral, de una manera que resulta imposible equivocarse ante las piezas del ajedrez que uno y otro segmento están jugando.

Uno de dichos segmentos, el dionisista, le apostaba a la candidatura de Thelma Aldana, cuyo discurso anticorrupción, ensombrecido por la tolerancia hacia los ilícitos de Dionisio Gutiérrez, especialmente en materia de financiamiento electoral declarado públicamente a favor de Otto Pérez y Jimmy Morales, la convertían en el alfil políticamente correcto para seguir con el control sobre el Estado que el conocido pollero ha ejercido durante décadas.

El otro sector, el arzuísta, que coexiste con el oficialismo efecenista como mandadero, ante la falta de liderazgo notable y de respeto, no tuvo más remedio que jugar en varios frentes, con las candidaturas de Roberto Arzú, Alejandro Giammattei y, eventualmente, Zury Ríos.

Es decir, la ultraderecha incurrió exactamente en el mismo pecado que han cometido, una y otra vez, sus archienemigos naturales de la izquierda, como resultado de la falta de capacidad para asumir los acuerdos suficientes para acudir a las urnas alrededor de plataformas unitarias.

Por ello, ante el fracaso de los proyectos oligárquicos, el ala dionisista se ha lanzado a una desesperada carrera para detener lo que parece su destino fatídico. Así , en los últimos días, en las redes sociales y en espacios de opinión de medios al servicio de Gutiérrez se ha visto una impresionante y costosa campaña de propaganda en favor del voto nulo; campaña que no será fiscalizada por las autoridades electorales pese a la incidencia que puede tener en el proceso electoral, puesto que se trata de publicidad política, como la que promueve cualquiera de las opciones políticas en la contienda.

Para muchos ciudadanos, la falta de entusiasmo, la incertidumbre predominante o el mero deseo de manifestar su rechazo hacia el sistema político, la opción del voto nulo incluida en las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) era deseable, porque en caso de lograr mayoría absoluta, podría forzar la repetición del proceso eleccionario.

Sin embargo, resulta que para el Tribunal Supremo Electoral el asunto no es así de sencillo. O al menos, con su interpretación –que resulta un verdadero galimatías y que, en esencia, no coincide con la de varios expertos– ha definido que si el voto nulo no llega a representar más de la mitad de sufragios «válidamente emitidos», el binomio presidencial que obtenga más «votos válidos» será el ganador de la contienda, incluso en primera vuelta.

Esto no le vino en gracia a los sectores oligárquicos más radicales y sus grupos serviles, que son quienes mayormente adversan a morir a Sandra Torres, la candidata que encabeza las mediciones de intención de voto. Por ello, más que por cualquier otra razón, esta es la causa para el inusitado incremento en los llamados a anular el sufragio el domingo 16 de junio.

Así que no debe extrañarnos esa cada vez más larga fila de acólitos al servicio de la doña Oli, incitando a anular el voto. El impresentable e indigerible gachupín, Pedro Trujillo, es uno de los más exaltados hinchas de dicha propuesta, como buen escudero de los intereses de Gutiérrez.

Y eso que el sandrismo uneísta está muy lejos de representar una propuesta de izquierda, como falsamente argumentan sus detractores más ignorantes en materia de ideologías.

En cuanto al ala arzuísta, su principal ungido, Roberto Arzú, no solo ha sido incapaz de aprovechar el capital político que pudo heredarle Álvaro, su padre, sino, además, le resulta indigerible al grupo dionisista, a causa de un prolijo historial de desmadres (algunos que afectaron a familias poderosas y con intereses comunes) pero más aún, por la escasa confiabilidad que les merece.

Como es de dominio público, otro segmento oligárquico vinculado al oficialismo y en alguna medida a los arzuístas, esperaba contar en última instancia con Zury Ríos, con quien se habrían pactado cuotas de nepotismo, continuismo e impunidad, porque, entre otras motivaciones, les urge proteger a Jimmy Morales después de entregar el mando. (Hay que recordar que el Parlacen no es ninguna garantía de inmunidad, debido a que la CC dictaminó que al ocupar una curul «de fábol», los exmandatarios no pueden disfrutar del privilegio del antejuicio, porque este aplica únicamente a los diputados electos).

A causa de esas fricciones intraoligárquicas, las expresiones ultraconservadoras, paradójicamente, cayeron en el mismo pecado que tantas veces han cometido sus archienemigos de la izquierda: la imposibilidad de asumir acuerdos que les lleven a plantear una plataforma electoral unificada. Pero al margen de esos escarceos, lo cierto es que el hecho de unificar esfuerzos contra Torres le confiere un elemento ideológico a la contienda y que hasta ahora había permanecido semioculto.

Y es que resulta evidente que la izquierda, debido a sus múltiples representaciones en este evento electoral, está condenada a hacer otro papelón de esos que ha protagonizado en todas sus participaciones y de las cuales las más «exitosa» fue el 7.7 % de votos en 1995, cuando el Frente Democrático Nueva Guatemala (FDNG) postuló al economista Jorge González del Valle. Es decir, desde esa perspectiva no hay mayores esperanzas para los sectores populares.

De manera que el panorama electoral se ha convertido, no en una disputa entre los que apoyan a la Cicig versus los opositores a la misma, sino en una refriega entre expresiones oligárquicas, unidas tácita o descaradamente, contra una propuesta moderada, que podría ofrecerle al país una ruta transicional hacia un ambiente político menos tenso y, obviamente, más propicio para emprender un proceso de reformas que ningún otro sector o candidato (Giammattei, Arzú, Mulet o Estrada) sería capaz siquiera remotamente de emprender.

De tal manera que el escenario electoral en sus últimos días se ha vuelto, paradójicamente, menos impreciso. Las opciones son claras para el votante realmente pensante. Falta muy poco para que se diga la última palabra.


Imagen principal tomada de ABC blogs.

Edgar Rosales

Periodista retirado y escritor más o menos activo. Con estudios en Economía y en Gestión Pública. Sobreviviente de la etapa fundacional del socialismo democrático en Guatemala, aficionado a la polémica, la música, el buen vino y la obra de Hesse. Respetuoso de la diversidad ideológica pero convencido de que se puede coincidir en dos temas: combate a la pobreza y marginación de la oligarquía.

Democracia vertebral

Correo: edgar.rosales1000@gmail.com

2 Commentarios

Alejandro Rivera 07/06/2019

Esto es falso, el primo de Dionisio fue encontrado culpable en el caso de financiamiento ilícito, el primo Bosh y él son la misma cosa. Nunca se comprobó que existía «sector dionisista», ni que Aldana estaba con Dionisio, son inventos que lograron dividir a la izquierda, quizá culpables de que ahora tengamos de punteros a candidatos de derecha y a corruptos. Este nuevo artículo tampoco comprueba la teoría de los «dos segmentos oligarquicos», nunca se comprobó siempre ha sido un sector, históticamente y desde Vinicio Cerezo que han puesto presidentes, eso no cambiará, el autor de este artículo se tragó la retórica y el show de de Dionisio.

    Edgar Rosales 07/06/2019

    Definitivamente manejamos información distinta, especialmente en cuanto a la relación Dionisio-Aldana. Tengo mucho más que simples presunciones; tengo pruebas fehacientes. Y el artículo no pretende demostrar las fricciones intraoligárquicas, por ser un tema abordado en otras entregas y por varios autores más. Saludos.

Dejar un comentario