Jorge Mario Salazar M. | Política y sociedad / PALIMPSESTO
Navego en el Facebook, el principal medio de interacción con el mundo. La mayoría de mis amigos le apuestan a Thelma Cabrera para presidente. Casi me siento intimidado de opinar en sentido contrario. Pareciera que es lo único correcto o sensato al pensar en votar este 16 de junio. Me remuerde la conciencia la duda si será como lo pintan mis amigos, ayer contrarios a las elecciones (de esta fachada de democracia vacía) y hoy tan llenos de optimismo de que se puede ganar con la fórmula de la rebeldía y la dignidad con rostro de mujer indígena mam. Una reflexión rápida sobre esto indica que hay un salto de calidad en cuanto a las elecciones, y esta participación y preferencia son un indicativo de evolución política en el país. Paradójicamente, los escenarios sobre lo que pasaría en caso de una victoria del MLP son tremebundos.
La cosa es que a quince días de los comicios, la señora Thelma Cabrera marca una tendencia al alza en las encuestas (manejadas por los dueños de la finca) que supera por mucho al resto de opciones dignas y honestas que se ha dado en llamar de izquierda, pero que son mucho más que eso, opciones políticas de rompimiento y reivindicaciones de todos los sectores marginados, empobrecidos y envilecidos. La única coincidencia que se ha logrado tener entre todos estos grupos es la certeza de un mejor resultado si se trabajara conjuntamente por el país y no disgregados en función de las siglas, logotipos y supuestas ideologías.
Un amigo de mi Facebook decía llanamente: el EGP (antigua guerrilla) se quedó funcionando como el partido URNG, las FAR (otra organización guerrillera) se convirtieron en lo que hoy es Convergencia Democrática y, ahora, la ORPA (otra de las organizaciones guerrilleras) surge como el Movimiento de Liberación de los Pueblos; además está Winaq, partido de mayoría indígena fundado por la doctora Rigoberta Menchú Tun, Premio Nóbel de la Paz. También está Semilla de orientación socialdemócrata, Libre, un partido nuevo de orientación democrático-progresista, al igual que Encuentro por Guatemala, cuyo perfil es más de un partido liberal progresista.
Esta situación de despunte de MLP, en una encuesta 5 % y en otra con el 2.5 % (mientras que los otros partidos juntos estarían llegando al 2 %) desató un sentimiento triunfalista en algunos de sus simpatizantes. Se habla de estar en posición de ganar las elecciones y es aquí donde los tambores de alerta vuelven a sonar. Sin alianzas, sin una estrategia para la toma del poder. Sin descubrir las fortalezas que hay entre todas estas expresiones unidas. Sin una agenda legislativa consensuada entre las instituciones políticas y sin un conjunto de relaciones con diferentes estamentos de la sociedad y del poder sería muy difícil gobernar. La lucha contra el poder real no admite improvisaciones ni asaltos al cielo. Ellos vienen gobernando desde hace 65 años y han aguantado de todo, hasta una guerra de 36 años.
La prueba de ello es que el proceso electoral se ha desarrollado bajo el control de las estructuras corruptas que coptaron las instituciones del Estado. Han convertido en prófuga de la justicia a la exfiscal Thelma Aldana que se pintaba como virtual ganadora de las elecciones presidenciales; han bloqueado la participación para la alcaldía de la ciudad capital a Juan Francisco Solórzano Foppa (exjefe de análisis criminal del Ministerio Público y exsuperintendente de Administración Tributaria), aliado de la fiscal Aldana en la lucha contra la corrupción. Y, por el contrario, han permitido la participación de una gran cantidad de candidatos no idóneos ni legales (48 tránsfugas se reeligen como diputados), lo que pone en entredicho la legitimidad del proceso y del Tribunal Supremo Electoral, como no pasaba desde la transición a la democracia.
La realidad es que el proceso se decanta por la victoria electoral entre uno u otro de los partidos del Pacto de Corruptos. Todos alineados para hacer retroceder las pocas reformas alcanzadas a través del movimiento por la justicia y contra la corrupción. Todos con un discurso conservador y radical para hacer lo que les conviene a las élites de la industria extractivista, las multinacionales de la energía y la comunicación, a los berrinches de Trump y al intervencionismo militar a cambio del reconocimiento de Estados Unidos y el permiso para seguir delinquiendo desde las estructuras del Estado. La Presidencia podría quedar en Sandra Torres, Alejandro Giammattei, Roberto Arzú o Edmond Mulet, previa unción del Pacto de Corruptos y garantía de no retorno de Cicig e Iván Velásquez.
Por esa razón la propuesta presidencial de Semilla y Thelma Aldana era la más coherente para liderar una entente social contra la camarilla histórica contrainsurgente que dirige el Pacto de Corruptos. Al bloquear su participación, la estafeta quedaría en los movimientos Semilla y Winaq, con el candidato Manuel Villacorta, que en mi opinión es quien llena las características necesarias para dar seguimiento a la lucha contra la corrupción y conjuntar fuerzas desde la derecha progresista (que si la hay) hasta la izquierda, y con ello movilizar a la sociedad para erradicar a los grupos mafiosos con un programa de reformas y más Cicig.
La ciudadanía del país está llamada a votar por las opciones que no son de las mafias. Para mí, en el orden, Winaq, para presidente y vicepresidente. Winaq, MLP, Semilla, diputados distritales y listado nacional. Mi Barrio para alcalde de la ciudad (única opción).
Imagen principal tomada de Ayuntamiento de Rafal.
Jorge Mario Salazar M.

Analista político con estudios en Psicología, Ciencias Políticas y Comunicación. Teatrista popular. Experiencia de campo de 20 años en proyectos de desarrollo. Temas preferidos análisis político, ciudadanía y derechos sociales, conflictividad social. Busco compartir un espacio de expresión de mis ideas con gente afín.
Correo: jomario.salazar@gmail.com
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