Roberto Ganddini| Para no extinguirnos / ESPIRAL
Cuando nos referimos a la vivienda, nuestra mente se ubica en lugar que tenemos para vivir con nuestra familia, hecha de piso, techo, paredes, baño, etcétera. Pero a la vez debe contar con servicios básicos como agua, electricidad, servicio de alcantarillado, drenajes. De esta forma la consideraríamos una vivienda digna.
La Constitución Política de la República, en el artículo 2 dice: «Es deber del Estado garantizar a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona». Encontramos que en este artículo existen varios elementos que consideran a la vivienda como algo imprescindible para garantizar la vida de las personas.
Pero si vemos a nuestro derredor, nos encontramos con una inmensa mayoría que carece de estas condiciones y en todo caso si tuviesen alguna es precaria. Decimos que todos tenemos los mismos derechos y obligaciones, pero cuando se trata de favorecer al desposeído, entonces se acaban los derechos.
No existe un plan de desarrollo de la vivienda en Guatemala. Las cifras de personas sin vivienda son alarmantes, y las de las personas con vivienda pero que carecen de los elementos esenciales es muy significativa también.
El derecho a la vivienda digna se considera uno de los derechos humanos fundamentales. EL derecho universal a una vivienda, digna y adecuada, como uno de los derechos humanos, aparece recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 25, apartado 1 y en el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por lo que Guatemala como Estado tiene que reconocer este derecho e implementar medidas inmediatas para corregirlo.
El país tiene un déficit cualitativo del 61 por ciento, es decir, 1 598 639 hogares tienen dificultades en sus viviendas, por elementos medibles como los anteriormente mencionados, esto quiere decir que si tenemos un promedio de 4 personas por vivienda hay más de 6 millones de personas que carecen de vivienda o de una vivienda digna. Según el último censo, Guatemala tiene al 50 % de la población sin una vivienda digna.
En cuanto a contar con un servicio sanitario que provea condiciones higiénicas adecuadas a la vivienda, por estar conectado a un tanque séptico o una tubería de alcantarillado, Guatemala presenta una ausencia en gran medida al llegar a 44 por ciento.
El desorden de crecimiento se debe a que no hay un plan nacional de desarrollo que responda a las necesidades de la población mayoritaria, que es la que no tiene vivienda.
Cuando una persona no tiene vivienda, su preocupación primordial en la vida es conseguirla, entonces descuida muchos aspectos de su crecimiento personal y de su aporte a la sociedad, en su trabajo no va rendir lo mismo y una serie de situaciones negativas llegan, es el caso de la drogadicción, el alcoholismo, la delincuencia, entre otros.
El Estado debe organizarse de tal forma que permita hacer un programa de vivienda, cuya meta principal sea reducir la escases de vivienda y en un porcentaje paulatino que llegue a lo mas bajo posible.
Hemos visto el caso de países de Sudamérica que con un programa de vivienda han reducido hasta un 50 % el déficit habitacional. Por lo que sí es posible hacerlo, pero con planificación y deseos de comprometerse a llegar a estos índices.
Es dramático salir a las colonias marginales de la capital, donde se ve una carencia de los más esenciales aspectos básicos como agua, alcantarillado, entre otros. Pero en las zonas rurales es más dramática la carencia, debido a que los ingresos por agricultura son ínfimos y no responden ni al salario mínimo, las condiciones de vida son demasiado precarias.
La mayoría duerme y come en la misma habitación, montada de forma improvisada con postes de madera, pedazos de cartón y láminas de zinc oxidadas, en un piso de tierra. Esto da lugar a muchas enfermedades, tanto transmisibles como crónicas, ya que muchas familias cocinan con leña dentro de esta habitación (debido a las inclemencias del tiempo y otros), entonces el humo producido, daña los pulmones, lo que los hace padecer enfermedades pulmonares que en muchos casos resultan en la muerte. Otro factor es la promiscuidad que se puede llevar a cabo en una familia numerosa y todos en la misma habitación, pues carecen de una formación sexual que les permita hacer diferencias. La higiene es otro factor negativo, y así podríamos estar mencionando una serie de situaciones que solo traen problemas a la población.
Los barrancos de las urbes se han convertido en asentamientos humanos donde la población construye sus viviendas a pesar de un gran riesgo debido a los desastres que se puedan producir tanto por efectos de la naturaleza como por los propios humanos en momentos críticos o accidentes como destrucción por circuitos eléctricos o mala construcción de la vivienda que pude provocar que se destruyan e incluso provocar la muerte de alguien. También existe el comercio ilícito en estos asentamientos humanos, ya que unos pocos se aprovechan de las carencias de la población y cobran por estar en estos lugares, que muchas veces no tienen un dueño específico sino que son propiedades municipales o estatales.
Los barrancos se deben usar como pulmones de la ciudad, no como contaminantes, por lo que es necesario replantear esta situación y crear una política de vivienda que permita tener todos estos aspectos positivos para la población, porque una vivienda digna da seguridad a la familia y por ende el trabajo productivo aumenta y la responsabilidad también.
La vivienda tiene que estar dentro de un programa nacional de desarrollo o como lo querramos llamar, para poder contribuir con el déficit habitacional. A parte que es una obligación del Estado, es una necesidad para el desarrollo del país. Guatemala está en último lugar en condiciones de vivienda en Centroamérica, entonces qué se le puede decir a la población, porque trabajamos pero llegamos a ningún lado. Emplear paliativos para esto es como ir en una bicicleta estacionaria, que uno suda mucho por el esfuerzo que hace pero no llega a ningún lugar, lo que queremos es llegar a la otra orilla, recorriendo en esa bicicleta la distancia que nos permita disminuir la brecha entre los estratos sociales guatemaltecos.
Guatemala necesita de un orden en todos los aspectos, pero la vivienda es vital para realizar planes de desarrollo del país.
Imagen proporcionada por Roberto Ganddini.
Roberto Ganddini

Actualmente trabajo en la Universidad de San Carlos donde soy el Director Administrativo del Centro Universitario Metropolitano (CUM). De formación Agrónomo y con estudios en administración y Economía. Así como un diplomado de Desarrollo sostenible y prevención de desastres (FLACSO). Dentro de los diversas actividades escribo para el periódico de la Universidad de San Carlos especialmente sobre problemas de medio ambiente. Pero también de carácter social y coyuntura actual. Así como problemática interna de la USAC.
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