-Virgilio Álvarez Aragón / PUPITRE ROTO–
La ultraderecha guatemalteca ha decidido salir del armario, descubrirse parte del rostro e intentar, como acción desesperada, usar la coyuntura ultraconservadora que el actual Gobierno representa para recuperar el control de los negocios del Estado y, de paso, tender de un manto de impunidad para proteger a los altos oficiales acusados de crímenes contra la humanidad.
Imposibilitados ahora de moverse en vehículos sin placas, de secuestrar y asesinar a plena la luz del día a opositores y críticos, de aterrorizar a la población con sus pasquines y amenazas, de pervertir y corromper cuerpos policiales, tropa y órganos de justicia, quieren aprovechar la crisis de legitimidad del Congreso para regresar al país a la época de regímenes antidemocráticos y autoritarios como los de Peralta Azurdia, Arana Osorio, Lucas García y Ríos Montt.
Acostumbrados a engañar con medias verdades, manipulando imágenes e ideas, la trasnochada ultraderecha chapina ha optado por salir a las calles para tratar de imponer su visión de la reconciliación, que no es más que dejar en la impunidad los crímenes de lesa humanidad y corrupción cometidos por los altos oficiales del Ejército que, al amparo de un supuesto combate a la insurgencia, secuestraron, torturaron, masacraron y desaparecieron a miles de ciudadanos, llenándose las bolsas con los recursos públicos y lo obtenido del chantaje a empresarios cobardes y oportunistas.
Con el mayor descaro, quieren establecer que todos esos crímenes queden sin sanción, anulando todo lo juzgado a partir de la aprobación, en 1996, de la Ley de Reconciliación donde, a pesar de sus fallas, se logró establecer un marco mínimo para juzgar los crímenes contra la humanidad. Tergiversando los hechos, manipulando los datos y las fechas, los proponentes de esta iniciativa quieren, sin más, que en Guatemala reine la paz de las mafias y el silencio de los regímenes autoritarios africanos.
Incapaces de aceptar la democracia, mucho menos el imperio de la ley que protege al ciudadano de los abusos de quienes ejercen el poder, los hijos y nietos de esos delincuentes, con sus representantes en el Congreso, quieren mantener sus privilegios, tratando de hacer creer a la población que lo que buscan es una reconciliación.
Sin escrúpulos, y al clásico estilo del Ejército secreto anticomunista y oficiales de la montaña, han creado una serie de organizaciones fantasmas para, haciéndose creer numerosos, convocar a sus escandalosas movilizaciones, que han resultado no solo estrafalarias sino raquíticas.
Para cualquiera que con un poco de ilustración e información intente conocer la historia política y económica de la Guatemala de la última mitad del siglo XX, le será sumamente fácil establecer que el país estuvo dominado y controlado por una élite económica y política que se sirvió de lo más rancio y conservador de la ideología conservadora para asegurarse el control del poder. Los altos oficiales del Ejército pasaron de guardianes y sirvientes a miembros directos de esa élite. Con su violencia y autoritarismo se consolidaron no solo en el poder sino, lo más importante, construyeron fortunas de origen fraudulento y criminal. Ahora que, a pesar de sus maniobras, ha quedado demostrado que los crímenes contra la humanidad, como la desaparición forzada, la tortura, violación y masacres indiscriminadas, no pueden ser amnistiados, buscan aprovecharse de la complicidad del Gobierno actual y sus diputados para intentar restaurar un régimen que no solo ya resulta ineficaz para ellos mismos, sino impracticable si queremos hacer del país una sociedad medianamente vivible.
Con el paso de los meses ha quedado más que demostrado que el gobierno de Jimmy Morales y Jafeth Cabrera surge y pretende hacer prevalecer esas visiones. FCN no es más que la copia borrosa y cómica de lo que fueron el MLN y sus descendientes políticos. Pero, incapaces de separar las dos caras de su moneda criminal, resulta que al defender a los criminales contra la humanidad también defienden y protegen a los corruptos de toda laya, pues corrupción y violencia contra ciudadanos desarmados u opositores han ido siempre de la mano.
Por ello, es indispensable combatir la corrupción en todas su formas y maneras, pues solo el ejercicio público probo puede permitir el desarrollo y consolidación de la democracia, sistema político que puede permitir a los marginados y explotados hacer valer sus derechos.
Encabezado de la convocatoria a su manifestación.
Virgilio Álvarez Aragón

Sociólogo, interesado en los problemas de la educación y la juventud. Apasionado por las obras de Mangoré y Villa-Lobos. Enemigo acérrimo de las fronteras y los prejuicios. Amante del silencio y la paz.
Un Commentario
Muy bueno
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