Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / DYEUS OTIOSUS
Mi maestro ¿qué parte de vos está enferma? Mi inteligencia está enferma.
Al dios Enshag, que hace que la inteligencia sea clara, he dado a luz de aquí en adelante para vos.
Tablillas sumerias, Ur III
En artículos precedentes hicimos ver que los primeros documentos escritos de los que se tiene actualmente noticia se remontan al período comprendido entre el tercer milenio y el cuarto milenio antes de Cristo, y son provenientes de la cultura sumeria, en la región del Sumer, la cual forma parte de las primeras civilizaciones mesopotámicas, precedentes de las acadio semíticas. En efecto, la zona de Mesopotamia, «entre los ríos» Tigris y Eufrates, fue testigo del auge de varias civilizaciones ricas en tradiciones y creencias, que se fueron entremezclando a lo largo de varios milenios, y cuya influencia se extendió posteriormente por todo el Mediterráneo. Por ejemplo, la tradición semítica, entre ellas la judeocristiana, las religiones hititas y cananeas e, incluso, el posterior mundo greco-latino, se vio poderosamente influenciada por ideas provenientes de los sumerios y los acadios. Un ejemplo icónico de este influjo se puede apreciar en el acadio Atrahasis (Utnapishtim, para los babilonios), un extenso poema que abarca desde el origen del mundo a la creación del hombre, comprendiendo la narración del diluvio, que viene a ser el tercer intento de una cierta deidad sumeria (y de las mitologías mesopotámicas) por terminar, es decir, exterminar al ser humano.
Sin embargo de la claridad histórica que hoy se tiene sobre estos lejanos tiempos, puede el lector preguntarse ¿siempre se ha creído que los textos más antiguos son los de los sumerios? En definitiva que no, pues el descubrimiento de la cultura sumeria es relativamente reciente. Antes de ello, y como muchos piensan aún en la actualidad, se consideró que los libros más antiguos eran los que formaban parte de la Biblia, es decir, los primeros libros de la Tanaj. Por ejemplo, se pensaba que los refranes escritos más antiguos son los que justamente se encuentran en el libro Proverbios, del Antiguo Testamento, lo cual ha quedado demasiado cercano temporalmente (c.a. 1300 a. C.) si se compara con los primeros asentamientos humanos en la Baja Mesopotamia, los que incluyen los más antiguos vestigios del Neolítico en la cultura de Jarmo (6900 a. C.) y del Calcolítico en la cultura Hassuna-Samarra (5500 a. C.). En cuanto a los sumerios, se tienen registros físicos del período de El Obeid (5000 a. C.- 4000 a. C.) y el de Uruk (4000 a. C.- 3200 a. C.), siendo estos últimos los correspondientes a los descubrimientos de las tablillas encontradas por Ernest de Sarzec, en 1877, publicadas en la primera parte de Découvertes en Chaldée (Descubrimientos en Caldea).
Pues bien, ya por el año 3000 a. C., los textos religiosos sumerios reflejaban un intento de sistematización por parte de su élite religiosa, y la triada de los grandes dioses se encontraba perfectamente posicionada, léase An, Enlil y Enki, los cuales representaban la divinización de los principios fundamentales, respectivamente: el cielo, la atmósfera y la tierra. Sin embargo, esta triada es consecuencia de la interacción de ciertas deidades primordiales, como sucede en la mitología griega. Como comentamos anteriormente, la cosmogonía sumeria plantea en el inicio de los tiempos un universo con forma de cúpula cerrada, con una base de tierra firme rodeada por un mar de agua primordial, salada, existiendo abajo de esta capa terrestre un inframundo, llamado Kur, separado de la tierra por un océano de agua dulce. Entonces, en esta mitología primera, la deidad primordial para el cielo era An, mientras que la de la tierra era Ki.

De esta guisa que de la unión primordial entre el cielo (An) y la tierra (Ki) nació Enlil, que se convertiría mucho después en el dios supremo del panteón sumerio, una primera deidad con forma y características humanas. Enlil poseía muchas características que le distinguían, en particular guardaba «las tablillas del destino», donde se encuentra decretado el devenir de todo cuanto existe, sobre todo, los destinos de la humanidad. A pesar de ser el dios superior, algo interesante sucedió con Enlil, a quien finalmente las otras deidades terminan desterrando, expulsándolo de la ciudad sagrada de Dilmun (el hogar de los dioses), debido a que Enlil viola a la diosa del aire, Ninlil. Específicamente, en el mito de Enlil y Ninlil, se narra cómo el dios se encuentra a Ninlil bañándose en los pantanos, a quien, a pesar de sus negaciones, Enlil consigue fecundar mediante engaños. Luego, los dos dioses mantendrán una relación de pareja, a partir de la cual nacerán en total tres dioses de ultratumba.
En general, la mayoría de las deidades sumerias pertenecían a una clasificación llamada Anunna que significa los descendientes de An, mientras que siete deidades, incluyendo Enlil e Inanna, pertenecían a un grupo correspondiente a los jueces del inframundo, los cuales eran conociodos como los Anunnaki, que significa los descendientes de An y Ki. Esta genealogía proliferó a lo largo de los siglos, de manera que durante la tercera dinastía de Ur, se decía que el panteón sumerio constaba de sesenta veces sesenta deidades, es decir, tres mil seiscientos dioses.
Es notable insistir en que los sumerios originalmente practicaban una religión politeísta con deidades no antropomorfas, asociadas con las fuerzas cósmicas y terrestres en su mundo. Sin embargo, durante la mitad del III milenio antes de Cristo, las deidades sumerias se hicieron más antropocéntricas y se podría considerar que paulatinamente de «dioses de la naturaleza se fueron transformando en dioses de la ciudad». Así, dioses como Enki e Inanna fueron concebidos como si An, el dios del cielo, o Enlil, dios supremo del panteón sumerio, les hubieran concedido el rango, el poder y el conocimiento. De hecho, se sabe que el padre de Enki es An, siendo así medio hermano de Enlil. Sin embargo, no está del todo claro quien es su madre, apareciendo a veces como hijo de Apsu, el agua dulce primordial, y en otras ocasiones de otra deidad.

La escritura y los documentos encontrados son fundamentales para cualquier interpretación en los estudios de religión comparada, los cuales han adquirido recientemente una mayor relevancia en la interpretación de la historia de los pueblos semíticos. La riqueza cultural evidenciada en las tablillas sumerias hacen ver que no existe mucha diferencia entre la civilización humana de hace seis mil años y la actual. En uno de los provervios sumerios encontrados en las tablillas se puede leer: «Quien tiene mucho dinero es, sin duda, dichoso; quien posee mucha cebada es, sin duda, dichoso; pero el que nada posee puede dormir». El epígrafe está tomado del mito de Enki y Ninhursag, que relata cómo la diosa Ninhursag perdona finalmente a Enki, asistiéndolo, después de que le había maldecido por problemas conyugales, con ocho terribles males. Así, en ocho versos le pregunta «¿Mi maestro, qué parte de vos está enferma?», respondiendo luego «Al dios (…), traje al mundo de aquí en adelante para vos»:
¿Mi maestro…? «Mi cabeza está enferma»; al dios Abu, traje…
¿Mi maestro…? «Mis pelos están enfermos »; a la diosa Ninsikila, traje…
¿Mi maestro…? «Mi nariz está enferma »; a la diosa Ningiriudu, traje…
¿Mi maestro…? «Mi boca está enferma »; a la diosa Ninkasi, traje…
¿Mi maestro…? «Mis genitales están enfermos»; a la diosa Nazi, traje…
¿Mi maestro…? «Mi mano está enferma»; a la diosa Dazima, traje…
¿Mi maestro…? «Mi salud está enferma»; a la diosa Nintil, traje…
¿Mi maestro…? «Mi inteligencia está enferma»; al dios Enshag, traje…

Imágenes principales tomadas de diversos medios, editadas por Vinicio Barrientos Carles.
Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.
Correo: viniciobarrientosc@gmail.com
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