-Leonardo Rossiello Ramírez / LA NUEVA MAR EN COCHE–
Siempre lo mismo: cada semana, casi cada día, las noticias renuevan mi capacidad de asombro. Ya la creía agotada, pero estaba equivocado. Esta vez me resultó asombroso que en el mismo día los Estados Unidos estuvieran dispuestos a iniciar conversaciones directas y sin condiciones con Corea del Norte y, a la vez, no estuvieran dispuestos a iniciar conversaciones directas y sin condiciones con Corea del Norte.
En efecto, El País de España del 13 de diciembre de este año asegura que el secretario de Estado, [el tiranosaurio] Rex Tillerson, ofreció el martes a Corea del Norte un «diálogo directo y sin condiciones», en tanto que un portavoz del Consejo de Seguridad de los EE. UU. puso eso, condiciones (algo que sea bien objetivo y comprobable: que Corea del Norte «mejore su conducta»), a la vez que descartó eventuales conversaciones por no ser «el tiempo» … para negociaciones.
Junto con el asombro llega otra conocida a visitarme: la inquietud, a veces disfrazada de preocupación. Es que, como muchos humanos, sigo convencido de que la amenaza más terrible e inmediata de extinción total de nuestra especie está en la guerra nuclear. Casualmente hoy me enteré que el Potus puede dar la orden de ataque nuclear a cualquier país sin consultar a nadie. Entre la orden y la puesta en marcha de los misiles del Armagedón hay menos de cuatro minutos. Es decir que un solo Homo sapiens sapiens puede decidir el fin de los casi ocho mil millones de Homo sapiens sapiens. En ese contexto, saber si hay o no hay un ofrecimiento de diálogo sin condiciones previas a Corea del Norte…vaya, no es un dato menor.
Para explicarme cómo una cosa puede ser y no puede ser al mismo tiempo, me imagino, a veces, que en realidad estamos viviendo en un universo de partículas cuánticas. Un solo y mismo gato (el de Erwin Schrödinger) está a la vez en dos cajas diferentes y, lo más asombroso, no está en ninguna. Y puede estar vivo y al mismo tiempo, muerto. Es el caso del gato Kitler, del que hablaré más abajo. Es que los gatos, sean estos paradójicos o no, están hechos de pura energía. La distancia relativa que media entre un protón y el núcleo de cualquier átomo de cualquier gato (y de cualquier ente material), es mayor que la que hay entre nuestra galaxia y la galaxia más cercana. Entre uno y otro no hay nada. Absolutamente nada. Por eso se explica con facilidad la paradoja de los gatos, que son, en definitiva, pura energía. Como los protones y los neutrones. Vamos, estoy hablando del aspecto energético de las partículas, de todas las partículas cuánticas.
Otras veces me imagino que en la paradójica doxa, así como los gatos tienen aspectos, también lo tienen las palabras. A lo mejor, tener o no un diálogo sin condiciones depende del ángulo aspectual de los sustantivos «diálogo» y «condiciones». Me imagino que las palabras de la clase sustantiva, en particular, tienen relaciones secretas con las cosas que designan y con las que significan. O que, desde un universo paralelo, largan filamentos que se infiltran en el nuestro y a veces, nos hacen ver que hay una trama. O, peor, que traman algo, oscuro, inquietante. Se revela así la Trama de Marta. Esto requiere una explicación.
Una amiga comentaba no ha mucho en una red social virtual que en tres ciudades diferentes tuvo tres peluqueras, también diferentes, pero que todas, sin embargo, tenían un mismo nombre: Marta. Traté de aportar sabiduría diciéndole: Es que el arquetipo «Marta» trama algo. En este artículo llamo la Trama de Marta al hecho de que muchas, inquietantes, demasiadas veces, en las letras de las palabras y en las palabras mismas hay algo oculto. Los dueños de los nombres en no pocos casos son anunciados o burlados por los mismos nombres. Incluso en varios idiomas. Ya los latinos lo sabían: omen nomen (a Wikipedia, marrrch). La Trama de Marta funciona. Tener cuidado. Tengo pruebas que he ido coleccionando a través de los años. En un juicio podría revelar todas mis fuentes, pero si lo hiciera acá, sería abrumador. Apelo, entonces, a la credulidad de quien me lea.
He aquí unas pequeñas muestras: un portavoz de la Casa Blanca hubo que se llamaba Speaks. Una señora de nombre Marina se casó con un oficial de la armada, de apellido Guerra: doña Marina de Guerra. Una familia británica de apellido Rattray tenía decenas de mascotas pululando en el hogar. Por supuesto: ratas. Una investigadora norteamericana de apellido Studenski estudió la relación entre la velocidad al caminar y la longevidad. El ganador de Junior Eurovision Song Contest en 2014 se llamaba Cantiello. El secretario de programa y proceso constituyente de Podemos, Monedero, obtuvo unos ingresos de algo más de 422.000 euros en 2013 y 2014. En Guatemala hay una tienda bien apropiada para adelgazar: Dulces típicos doña María Gordillo. El presunto autor de un asalto millonario a un peaje se apellidaba Arambillete. La ganadora de la medalla de oro en estilo mariposa 50 metros en el Campeonato Mundial de Natación de este año se apellida Sjöström (Corriente de mar). Hay un militar, acusado de ser responsable de la masacre de Las Dos Erres, de apellido Santos. La gente de Ruanda votó a un presidente de apellido Kagame. Otro, en Nuestra América, se llama Temer.
Hay nombres siniestros. Nadie quería al gato cuántico Kitler, que vivía en un refugio para animales. La explicación la dio una señora de nombre Tara. Cito de la noticia: «»No hemos podido conseguir a un propietario que le dé cariño a Kitler. Pensamos que sus marcas insólitas asustan a la gente», indicó Tara Dundon, portavoz del albergue en Cambridgeshir en el que se encuentra [Kitler]».
En Suecia uno puede llamarse y apellidarse de maneras insólitas con lo que en castellano da, entre otros, Sendero, Lisa, Roca, Oso, Fuerte, Lindo, Tormenta, Labragueta (Gylfen) Abedul, Islote, Escroto, Vaca, Pelota, Barbapappa…[1]
De seguro, si uno se pone, puede encontrarse alguna relación entre nombre y persona, pero en no pocos la relación revela la Trama de Marta: hay una señora de apellido Vinsth (suena como Vinst, que significa Ganancia): es la jefa de economía de uno de los cuatro grandes bancos de Suecia.
Por otra parte, la literatura narrativa está repleta de lo que llamamos nombres motivados. En un cuento de Cortázar que ahora me viene a la memoria, un camarero en un avión que cae al mar, cerca de una isla, se salva a nado. Por supuesto, el personaje se apellida Marini.
Tengo muchas más evidencias de la Trama de Marta. Estemos atentos. Miremos a nuestro alrededor. A veces basta con jugar con (y conjugar) las palabracadabras. Por ejemplo, haciendo anagramas, que vaya si argamasan. Más: a ganar. Y en tanto, a esperar los regalos de Mamá León, que no es otra que el yin negro del blanco yang, Papá Noel.
Leonardo (No dolerá) Rossiello Ramírez
Véase por ejemplo Lajkat.
Leonardo Rossiello Ramírez

Nací en Uruguay en 1953 y resido en Suecia desde 1978. Tengo tres hijos, soy escritor y profesor en la Universidad de Uppsala.
Un Commentario
Me encantó leerte Leonardo Rosiello . Mis escasos conocimientos sobre el tema que tratas no me permite hacer un comentario más preciso e intelectual. Solo te digo que creo en lo que dices sobre la coincidencia de nombre o apellidos con las profesiones o circunstancias de la vida de personas, como que fueran predestinadas a llevar esos nombres motivadores como lo que ocurre en » La trama de Marta». No he estudiado mucho sobre la energía cuántica pero cada vez que leo algo, más me acerco al concepto, a instancias de mi hermano menor que reside en España, que es un entusiasta del tema. Felicitaciones y gracias por compartirlo para que yo lo pudiera leer del otro lado del mundo. Saludos y un abrazo de una compatriota que admira a los escritores uruguayos.
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