-Mariajosé Rosales Solano / ÍNDIGO EN LA VIDA–
Tres feministas regresábamos a casa después de un día de reuniones, coordinación y cotidianidad en la ciudad de Guatemala; platicando del día nos condujo a reflexionar sobre el «escándalo» de la vulva y las reacciones en espacios específicos.
Una pregunta fue ¿cómo no se indignan por tantos falos en los alrededores? Penes en los baños, camionetas, paredes; monumentos falocéntricos como el que se encuentra en la zona 4 del escultor Max Leiva, encargado por Álvaro Arzú para Tu ciudad; penes en la huelga de la Universidad San Carlos; la palabra «verga» en el lenguaje cotidiano de la mayoría de jóvenes y adultos, etcétera. Así podríamos realizar una larga lista tanto en materia como en simbología en donde cotidianamente está el pene. Las tres concluimos: ni siquiera se dan cuenta que el pene está en todos lados.
Nos dieron ganas de discutir con las personas, ¿cuál es el significado de la salida a lo público de la vulva? Y ¿por qué esta y otras formas (por ejemplo una mujer con pene, o un hombre con vulva, entre muchas otras) hacen que las personas -casi la mayoría- reaccionen de esa manera? Siendo la vulva una parte, y signo, del cuerpo de ciertos seres vivos, es un elemento natural. Entonces, ¿por qué es tan «satanizada»?
El significado de la vulva es sumamente feminizado, es decir, es el signo per se de la mujer y, por lo tanto, es a través de ella qué se decide el destino de 51 % de las personas que encierra este territorio. En el nacimiento de todas las personas, se «define» la construcción social y da origen, mantenimiento y reproducción a uno de los sistemas de opresión más fuertes de la modernidad, el heteropatriarcado. Sonia Escobedo, reflexiona, el pene es público y la vulva tiene que ser oculta; y al sacarla a lo público el conservadurismo combinado con el fascismo se activa con todos sus instrumentos. Un claro ejemplo es la utilización de esta actividad para destituir al procurador de los Derechos Humanos.
Otro dato interesante es lo que varias en redes sociales denuncian sobre la doble moral, pues se indignan por una piñata pero no por el acoso sexual y racial que viven cotidiana y sistemáticamente las mujeres, un acoso en una sociedad femicida/genocida. Mercedes Monzón argumentaba, los hombres sí pueden decir cualquier ofrecimiento que involucre la vulva (o mal llamada vagina por ellos), te hacen señas, te dicen que harían con ella, con una intención perversa y prepotente de apropiársela. Ella cuenta que cuando estudiaba, un hombre siempre las saludaba con el dedo como tocando su vulva, ellas sentían en ese momento la cultura de violación.
Romper con la hegemonía también significa romper con la simbología hegemónica, la cual está conformada, diseñada y dibujada desde el conservadurismo fascista impuest por las instituciones omnipresentes como la iglesia, la escuela, el Ejército, el Estado, y por eso ofendió tanto, porque unas «feminazis» se atrevieron a tocar la simbología hegemónica.
Flor de María Calderón, activista por la memoria, en su publicación en redes sociales escribe: «Cada vez que alguien dice feminazi, muere una historiadora, se quema un libro, el fascismo gana terreno, se cae una estrella, una feminista que ha muerto porque nosotras tengamos lo que ella no tuvo es asesinada ochenta veces con una puñalada en la memoria. Y mi corazón se rompe otro poco».
No quiero dejar en la reflexión la dicotomía de pene/vulva, los cuerpos de los seres vivos son mucho más complejos que estas dos partes, pero esta simbología hegemónica simplifica la fisiología de los seres vivos a su más mínima expresión.
Reitero aquí, públicamente, que apoyo, acuerpo, acompaño a las compañeras creativas y valientes que realizaron esta actividad y todas las que en la cotidianidad seguimos trabajando para que nuestros cuerpos dejen de ser calabozos llenos de mitos, vergüenzas, castigos, torturas y violaciones; y sean cada vez más libres.
Mariajosé Rosales Solano

Lesbiana, feminista, antiracista. Fotógrafa, hierbera y lectora. Amante de la música y el cine. Urbana de casi cuarenta vueltas al sol.
2 Commentarios
Me parece normal que en una sociedad que vive dentro de las fronteras de una cultura patriarcal y fálica, sea una nota de escándalo que haya una procesión centrada en la vulva.
Ha sido una nota de humor, algo muy risible, ver a los portavoces de la hegemonía fálica pataleando.
Por las fotos que he visto, el estandarte vulvar de Guatemala estaba bastante estético; he visto films de similares procesiones en España y las vulvas hechas de papel han estado bastante feítas.
A mi me gusta mucho las representaciones estéticas de la vulva en las cosmovisiones de los pueblos originarios, y en esta «coyuntura» salieron varias en las redes sociales.
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