-María Chiqui Ramírez / PUERTAS ABIERTAS–
Durante muchos años me han intrigado las manifestaciones de fe en este país tan lleno de contrastes. Las procesiones durante la Semana Santa son un desborde de color, miles de devotos vestid@s de negro, blanco, morado marchan al son de la música de banda, esperándo el turno para cargar a la Virgen María, a Jesús, los apostoles, etcétera. Otros montan la pasión de Cristo en los megatemplos. La fe se vive, se siente bajo los árboles de jacarandas moradas que llenan la ciudad de color y de dinero las arcas de las iglesias.
Mundos de devotos atrás del Cristo montado en la burriquita triunfante; ya sufriendo resignado, sangrante; mirándonos al pasar, diciendonos a lo mudo, mirá como estoy por todos ustedes ¡¡malagradecidos!!
Como es posible que hasta los de «buena familia», de ancestro europeo ya sea por color de piel, enajenación, pose, inseguridad, esos que niegan su lado indígena van tras las procesiones, o a los megatemplos a dar pisto, carros, propiedades. ¿De dónde viene esa «costumbre» de dar sin medida? Desde los acaudalados que saben que los «pastores, curas, guias espirituales» no son precisamente un dechado de virtudes, hasta el que no tiene un len, buscan como ofrendar velas, incienso, flores…
¿Qué nos mueve a los guatemaltecos a celebrar el martirio y la muerte de Jesús de tal manera? ¿Cuáles son las raíces de esta devoción tan devota?
Leyendo el libro de Flavio Rojas, La cofradía: reducto cultural indígena, del Seminario de Integración Social, publicado en 1998, encontré parte de la respuesta a mis inquietudes. Sí, aunque no nos guste, la cofradía está presente en nuestras vidas de mestizos renegados y faltos de identidad.
Rojas dice que las cofradías en las órdenes religiosas y monacales, las sociedades secretas, círculos de discípulos, hermandades, cuerpos eclesiásticos y movimientos de protesta, fraternidades, sectas, las sociedades de misterio en el mundo oriental antiguo, la Grecia clásica y en Roma y después en la Europa medieval, o bien en regiones del mundo musulman de la misma época, tenían el propósito de la salvación personal por medio de contribuciones individuales. Agrega que:
(…) las hermandades y cofradías españolas cruzaban los linderos de clase, ocupación y edad, e igual se encontraban en los estratos urbanos como en los rurales. Las cofradías y hermandades constituían un término medio entre el Estado laico y el eclesiástico y sus propósitos esenciales eran: observar el cumplimiento exacto de los deberes religiosos pero en comunidad; prestar colaboración al clero en sus funciones y ejercer el culto. Uso de vestimentas especiales, insignias, participando de modo directo en el financiamiento de la iglesia y del culto público (p. 51).
Como órdenes católicas surgen los benedictinos, siglo VI; agustinos, siglo XI; mendicantes (franciscanos, dominicos y carmelitas), siglo XIII; jesuitas, siglo XVI, y son estas órdenes las que introdujeron la organización de las cofradías en el altiplano guatemalteco (año 1600) con el propósito de controlar y someter a los nativos a través de las mismas. Innegable es el hecho, como afirma Rojas, que la empresa de la conquista fue un sistema diseñado para producir bienes por medio de manipulación de los seres humanos, apoyándose en las reducciones de indios en América con propositos económicos y religiosos.
La encomienda y concentración de indios en poblados, y la introducción de las cofradías de españoles, al principo, a fin de tener mayor control sobre una población todas luces mayoritaria se hizo insuficiente, obligando a los invasores a delegar en los indios la organización de sus propias cofradías. Los religiosos serían entonces los encargados de velar por el cumplimiento de los «deberes religiosos en comunidad» y obtener apoyo ecómico para la iglesia, mientras que los «indios principales», quienes gozaban de respeto y autoridad sobre los más remotos caseríos serían los intermediarios en esta empresa. Así, la cofradía que al principio era solo de españoles, vino a ser aceptada de inmediato como medio de preservar el orden jerárquico del pasado Maya, conservando la cosmovisión y el uso de los calendarios.
La religión indígena estuvo presente en todo el periodo colonial y según el fraile Francisco Ximenez «las creencias prehispánicas eran la doctrina que los indios primero mamaban con la leche y que todos ellos casi la tienen de memoria», agregando que Cortés y Larraz aseguraba que «el cristianismo de los indios no era mas que apariencia e hipocrecía».
Viendo a la distancia y conociendo el uso del calendario ceremonial Maya, la lógica de sus postulados para vivir en sociedad, la filosofía y estilo de vida milenaria que movió a grandes poblaciones a construir lo que ahora admira al mundo entero, no podía ser sustituido de un día para otro. No hubo necesidad de llevar a cabo un concilio o grandes reuniones para estar de acuerdo en «utilizar» los mecanismos que los mismos opresores estaban facilitando para conservar vivos los idiomas, el uso de los calendarios y cosmovisión Maya, la matemática doméstica, la organización en linajes clánicos, la estructura jerarquizada, la organización comunal, en una palabra: la costumbre.
Las cofradías se «indigenizaron» como forma de organizacion social y de resistencia ideológica, manejando dinero para el culto y con participación directa de jerarquías civiles y religiosas (Chuchkajau, Qamalbe, Ajq’ijab, comadronas, calpules, jefes de linajes, curanderos, entre otros) a través de la administración del ritual que por su conducto mantuviero (y siguen manteniendo) la superviviencia de las deidades ancestrales; el uso del calendario ceremonial de 260 y 365 días; la cuenta del uno al trece; las prácticas de interpretación y el uso del Tzité o vara; los idiomas; uso de trajes y costumbres son utilizados como manifestación de una cultura activa, de resistencia pacífica. Los antiguos calpules o jefes de linajes mantuvieron la autoridad por medio del liderazgo dentro del sistema de cofradías, sobrepasando las espectativas de los sectores dominates, escapándose de las manos de los colonizadores para servir a los intereses inmediatos de las comunidades indígenas.
Y como dice Flavio Rojas: «Tal elemento contradictorio se refiere a que el mecanismo restaurador del órden social –la cofradía en este caso– se usa, tanto por el grupo dominante como por el grupo dominado, para tratar de revalidar el orden social con que cada uno de tales sectores se identifica» (p. 4).
En la segunda mitad del siglo XVI las cofradías de indios se multiplicaron de manera asombrosa en los 122 curatos de la diocesis de Guatemala, había 1 763 cofradías con capital de 290 035.3 reales; propiedades de tierra, ganado vacuno ( 41 414 cabezas, 52 243 semovientes, inmuebles). En 1787 el número de cofradías y hermandades indígenas había ascendido a 3 153, hecho que espantó a las autoridades españolas por el poder económico, social, religioso y político que estas iban adquiriendo.
Hay que recordar que las últimas investigaciones arqueológicas afirman que el desarrollo de la cultura de los Olmecas a los Mayas fue el comercio, y las guerras por el control de las rutas comerciales.
El uso de los idiomas fue y sigue siendo la base de la conspiración colectiva, ya que la cofradía vino a llenar el vínculo con el universo, la cosmovisión del orden primario social facilitado por los mismos invasores, diferenciándose de las cofradías europeas «… que perseguían la salvación personal por medio de contribuciones individuales, a una institución pública, sostenida por toda la comunidad y dedicada a promover el bienestar general de esa misma comunidad, por medio de ofrendas generales y guardianes sagrados» (p. 63)
La cofradía como institución jerarquerizada y jerarquizante, identificada con los sectores dominantes que se encargaba de asuntos sobrenaturales, pasó a ser del total control de los indios.
Carmack, refiriéndose a los Quichés afirma que:
Los ritos de los santos se convirtieron en derecho de cantones y clanes particulares, y la membresía de las cofradías pasó a ser desición de los ancianos y cabezas de cantón, conforme a aquel derecho. Los nativos de Quiché, entonces utilizaron en grado sumo a la iglesia Católica para sus propios fines (…). Asimismo, aunque los curas aborrecían la forma en que los de la cofradía celebraban el ritual de los santos, no podían impedirla (p. 122).
Las funciones de la cofradia de indios organizaban y siguen organizando el patrocinio de fiestas, misas, otras actividades rituales, vista a enfermos, ayuda en funerales, colecta de contribuciones y servicios, registro de elecciones, control financiero (por medio de libros de cofradía). Rojas afirma: «En todas y cada una de estas funciones se nota un espíritu comunitario y de adhesión recalcitrante a los viejos patrones culturales, con el consiguiente sentido de franca resistencia» (p. 68).
En un informe enviado a la Corona española el Arzobispo de Guatemala Pedro Cortés y Larraz indica:
a) en la diócesis de Guatemala las cofradías eran el pricipal sostén económico de la iglesia a nivel local y, de suprimirse, la iglesia no podría subsistir a dicho nivel; b) las cofradías habían sido convertidas en el centro de las “idolatrías y los vicios de los indios”; c) se había producido tal identificación de los indios con el sistema de cofradías que una posible suprensión de las mismas daría lugar a imprevisibles alteraciones del órden social (p. 196).
Además, agrega que las cofradías «son convenientes y necesarias».
La organización prehispánica en el área mesoamericana con sus linajes clánicos, unidades territoriales, centralización política y económica en donde los conceptos filosóficos de vida movieron miles de almas a construir los grandes complejos urbanos, encontró en la cofradía la manera dinámica de preservar la jerarquización, la organización comunal, el sistema de «cantones» con formas de participación popular de las cuales deberíamos aprender.
Rilaj Mam, Nimamam, Maximón. Escultura cerámica y foto de Chiqui Ramírez.
María Chiqui Ramírez

Mayanista, Ajq´ij, escultora, ceramista, escritora. Nació en Guatemala a los 10 días de la Revolución de Octubre de 1944. Activista social identificada con sus raíces mayas. Miembro de Waxaq´ib Q´ojoom Guatemala y guía espiritual de Waxaq´ib Q´ojoom Toronto Council.
5 Commentarios
Voy a llamar la atención sobre el rito de Maximon tan idolatrado como deidad indígena en nuestro país. Como puede leerse en la cita 19, https://journals.openedition.org/trace/457 los rasgos, tez, bigote, cigarro y ropas poco tienen que ver con un ancestro maya. Las similitudes evocan el culto a San Lazaro de la Santería yoruba o Babalú-Ayé. Supongo que habría sido impuesto por los encomenderos, como los trajes típicos, en el contexto de sumisión económica y cultural. Son suposiciones que no pueden sino reflejar las inmensas posibilidades que ofrece nuestra riqueza cultural. En caso contrario, solo quedan las tristes escenas de ebrios sacerdotes adorando torpemente los espejos del pasado.
Sr. Boroughs.
Todavia hay mucho por conocer y explorar sobre la actual Guatemala. Leí lo del web que me envió.
Es importante conocer otras opiniones aunque no estemos de acuerdo.
Los vasos codex cerámicos hechos en el periodo clásico Maya posiblemente en la zona del Reino Kan, muestran personajes con sombreros, bigotes, barbas, cigarros. Los tejidos se hacen presentes en dichas pinturas magistralmente ejecutadas. Puede consultar Justin Keer que tiene un extenso catálogo sobre lo Maya.
Conozco Ajq’ijab Mayas que no beben licor en sus ceremonias y según dice el Obispo Landa los mayas tenían permiso de emborracharse solo dos veces al año. Sabemos lo que el licor representa para los pueblos de Primeras Naciones a lo largo de Abya Ayala. Gracias pos cometar.
La cultura Maya, la pobreza cultural de los invasores, el sincretismo y la resistencia son componentes de nuestra cultura hoy. Aporte como los suyos, María Chiqui, como los de Sam Colop y muchos otros son la esperanza del renacimiento cultural de Guatemala. Entonces la verdadera espiritualidad ya no estará secuestrada. Felicitaciones
Sr. Galvez.
Hya un verdadero interés por dar a conocer las concepciones de la Cosmovisión Maya, el significado, benevolencia y uso e los nawales por ejemplo, que son un util muy importante en la comprensión de la vida y nuestro lugar en este Cosmos infinito.
En la Escuela de Psicologia de la USAC existe la cátedra de psicologia étnica.
Si está interesado busque el libro «Enfermedades o consecuencias» de Médicos Descalzos. Es una verdadera revelación que nos abre las puertas de nuevas propuestas de sanación espiritual, mental o como quiera llamarlo. Vea el web con la presntación del libro.
https://www.youtube.com/watch?v=dZrGTx1HMNI
el tema de a cofradia, me gusta…me acerca a la convivencia con mis hermanos kekchies y pokomchies…pienso en la decadencia de sus costumbres…bailan frente a sus santos y terminan borrachos, tirados en el suelo…la historia es muy interesante…felicitaciones por la investigacion…¡
Dejar un comentario