La satanización de los monopolios

-Fernando Zúñiga Umaña / EN EL BLANCO

El monopolio, figura satanizada por los liberales, es el sistema de organización que en esencia constituye la dinámica del capitalismo. La gran concentración que prevalece en el sistema conduce a la formación de grandes monopolios que dirigen la economía mundial, quiéranlo o no los neoliberales, quienes en teoría defienden la libre competencia pero en la práctica rinden culto a esa figura satanizada.

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Si a un gran empresario se le pregunta: ¿Qué le conviene más, la libre competencia o el monopolio?, probablemente diría: ¡¡¡…al principio quiero que me dejen competir, luego cuando he barrido a los competidores, que me dejen monopolizar¡¡¡

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La imagen del poder a través del posicionamiento de los productos y servicios que se ofrecen en el mercado, se compra con publicidad sofisticada, con la aplicación de las técnicas más avanzadas de marketing y se afianza con la reducción de costos a expensas de la liberalización de los mercados de mano de obra y la explotación de la fuerza de trabajo.

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La obsesión por mantener intactas las fuerzas del mercado dentro de un sistema de competencia, no solo anula la opción monopolística, sino que también legalmente la castiga. Sin embargo, dentro de los mercados mundiales, las grandes empresas luchan por constituirse en monopolios y para evitar los castigos que les infringen los marcos normativos de libre competencia, establecen alianzas, trust, fusiones, dumping o como las llamen. Por ejemplo a nivel mundial, la alimentación está en manos de tres empresas, que manejan 60.0 % de las semillas, 70.0 % de los pesticidas y prácticamente la totalidad de las patentes de transgénicos. Monsanto, Bayer y Dupont son los “reyes de la agricultura mundial”, basta una reunión en algún lugar del planeta, para que los ejecutivos hagan del mundo un rico pastel y se lo repartan. Son tan poderosos, que logran que por medio de los tratados comerciales ningún agricultor pueda hacer semillas de sus semillas y en cada siembra tenga que comprarlas.

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En Costa Rica han sido comunes los monopolios, tanto su génesis como su historia los justifican. Son organizaciones estratégicas que le han permitido al país ocupar un lugar privilegiado en el campo social. No es un secreto que mientras Centroamérica en el siglo XX se desangraba y sus principales presupuestos iban a parar en armas y ejércitos para masacrar a sus propios pueblos, Costa Rica invertía en obra social. En el campo de la salud, la educación y las condiciones laborales, de manera estratégica se constituyó una estructura social basada en instituciones que coadyuvaban en este esfuerzo.

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Estas instituciones se constituyeron en “monopolios estratégicos”. En el campo de la energía el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE); en seguros el Instituto Nacional de Seguros (INS); en educación superior tres universidades públicas y un tecnológico; en el área alimentaria el Consejo Nacional de Producción (CNP). Se nacionalizó la banca y jugaron un papel importante los bancos nacionales. En el campo de la salud, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) con su cadena de hospitales, clínicas y centros locales de atención médica; en el manejo del agua Acueductos y Alcantarillados (AyA). Toda esta estructura, considerada casi única a nivel latinoamericano, fue producto de la actitud patriótica de grandes hombres y mujeres en las diferentes esferas del poder y de la actitud solidaria de un pueblo, despreocupado por los asuntos propios de la guerra.

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Para privatizar al país, se debía primero “privatizar” a nuestros políticos, que iniciaron el retroceso social. El capital requirió, en primera instancia, de apoderarse de las máquinas de hacer dinero con dinero (D-D’ nos explicó hace más de un siglo Marx). Esas eran los bancos, los seguros y las operadoras de pensiones. Para fortalecer la banca privada, un presidente cerró un banco público, eso permitió que mano de obra especializada en banca estuviera a disposición de la banca privada, luego entregaron las operadoras de pensiones y se abrió el mercado de seguros. El principio del fin. Ya el capital internacional había metido sus manos sucias en nuestro país, ya las máquinas de hacer dinero estaban a su disposición, todo era cuestión de seguir avanzando. En asuntos de banca pública luego siguió el Banco Crédito Agrícola y actualmente hay una campaña contra el Banco de Costa Rica.

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En el campo de seguros la historia es interesante. Simplemente se abrió el mercado para que entraran empresas extranjeras, una panameña y otra estadounidense. Es interesante que en el resto de Centroamérica los seguros están privatizados, aunque en casi todos los países se mantiene una aseguradora del Estado. Sin embargo, en la mayoría de estos países, aunque el panorama aparenta un mercado competitivo, lo que existe son dos o tres aseguradoras grandes y un grupo de aseguradoras pequeñas que son seguidoras, no diseñan productos, los copian y algunas comercializan productos de las grandes aseguradoras. Por lo tanto, es un mercado oligopólico, con las posibilidades que da dicha estructura para realizas fusiones, trust y dumping, este último consiste en lograr acuerdos de precios bajos para sacar a la competencia.

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En Costa Rica se privatizó la telefonía móvil y actualmente se propone liberar dicho mercado totalmente. Se ataca constantemente a RECOPE, con el objetivo de que se libere el mercado de distribución de combustible, y que en vez del monopolio de la Refinería Costarricense de Petróleo tengamos el monopolio que implicaría la llegada de una trasnacional. Se cuestiona la CCSS y así se va acabando el sistema social que ha caracterizado este país.

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Las cosas buenas se empiezan a extrañar cuando se pierden, el costarricense de alguna manera lo ha entendido, pero la presión es enorme y cada vez más los medios influyen en esa forma de pensar, principalmente cuando se engaña con el cuento de que las cosas van a mejorar si se privatiza. O el cuento, que descaradamente Oscar Arias Sánchez le contó al pueblo, cuando siendo presidente dijo en los medios que si se aprobaba el TLC con EE. UU., los que tenían un Hyundai iban a tener un BMW, y los que andaban a pie o en bicicleta iban a tener una motocicleta de esa misma marca. ¡No fue una broma¡


Ilustración Monopolios por Fernando Zúñiga.

Fernando Zúñiga Umaña

Estudioso de la realidad económica. social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica, estudió Ciencias Sociales en FLACSO México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Economista, máster en Ciencias Sociales y doctor en Ciencias Económicas y Empresariales. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Además, labora como consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socioeconómicos e imparte cursos de macroeconomía e investigación.

En el blanco

Un Commentario

Federico Li Bonilla 01/10/2017

Muy buena la paradoja, monopolio /libre comercio.

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