La salud psicológica de los maestros

Luis Enrique Morales | Política y sociedad / OTREDAD Y EDUCACIÓN

Hace diez años pisé una clase como docente y no como estudiante. Recuerdo que fue un día épico. Lo primero que me dijeron los colegas fue: ─Usted que está jovencito, no olvide ser un hijo de puta con ellos y no sonría, porque sino pensarán que es una persona relajada─. Haciendo referencia a que es la primera impresión la que construye la imagen del docente en los estudiantes y que esta cuenta durante todo el ciclo escolar. Así que fui a mi primera lección y me tomé el consejo con toda la seriedad del caso. Fui un hijo de puta y no sonreí.

Dada mi temprana edad para la labor docente, corrían los rumores por el gremio de catedráticos que este servidor no iba a soportar el trabajo, porque para la mayoría de los maestros, los estudiantes eran una especie de salvajes. Especialmente en el campo de la automotriz.

Los meses pasaron, y cada viernes era de escuchar: ─Por fin es viernes─ y cada fin de mes haciendo cola para la paga, decían los colegas que se sorprendían de que se pudiera aguantar tal trabajo. Era común ver a los maestros ir a la dirección y decir que no querían trabajar con cierto grupo por problemas de disciplina o porque tenían mucho qué calificar.

En otra ocasión me llamó un estudiante de automoción y me contó que se había visto en la obligación de sacarle una nueve milímetros a uno de mis colegas de aquel tiempo (fuera del establecimiento), porque el compañero había pedido doscientos quetzales por estudiante para que ganaran el curso de Filosofía y con ello pudieran graduarse. El tiempo me ha llevado a diferentes establecimientos, con todo tipo de estudiantes y otro tipo de sistema educativo. El patrón siempre es el mismo, maestros que se sienten cansados. Maestros que salen llorando del aula a refugiarse a la dirección y otros quejándose cada cierre de bimestre por todos los trabajos administrativos. Algunos perdemos la paciencia, nos volvemos histéricos y gritamos como dementes. Lo que sucede es que la docencia enferma.

Imagen tomada de Beta News.

En lo personal, recuerdo que el primer consejo me pareció un consejo de locura. Luego, las habladurías de cómo soportar tal trabajo o celebrar la llegada de cada viernes, no me parecían normales, incluso eran desgastantes. Escuchar por medio de los estudiantes que los maestros cometían actos de desesperación por solventar la cuestión económica, me hacía pensar que la cordura se tuvo que perder. Observar a los maestros en sus ataques de histeria también me parecía una cuestión anormal.

La duda me ha perseguido, hoy me doy cuenta que los maestros, a nivel mundial, son los que más se enferman. Francesco Tonucci, pedagogo italiano, en una de sus conferencias realizadas en España cuenta que uno de los mayores problemas de los maestros es la cuestión mental. Al parecer todos están locos. Mentiras, algunos estudios realizados por diferentes facultades de psicología muestran que los maestros sufren: asma, gripe, diarreas frecuentes, mareos, cansancio extremo, presión alta, insomnio, poca apetencia, ansiedad, nauseas, úlceras, episodios depresivos y el síndrome de burnout. Los estudios muestran que las causas comunes de todo esto son tratar con alumnos conflictivos, crítica social por ser señalados del fracaso escolar, malas condiciones laborales, formación insuficiente en algunas áreas y bajos salarios económicos.

Por ello, recomienda Tonucci que los maestros deben tomarse pausas largas, intentar hacer otra cosa en el medio de su recorrido laboral, como tomarse un año sabático para descansar de las causas. Algunos rectores recomiendan llegar a acuerdos con los empleadores y con los diferentes ministerios para crear mejores condiciones laborales para los docentes. Es un tema que no tiene que pasar desapercibido, es realmente urgente y muy serio tomar medidas sobre el tema, es imposible no ignorar algo que se ha venido dando desde hace muchos años.


Imagen principal tomada de Bebé Momentum.

Luis Enrique Morales

Nació en Quetzaltenango, Guatemala en 1989. Escritor, poeta y columnista. Egresado de la Universidad Galileo en 2012. Actualmente residente en Estocolmo, donde trabaja en docencia y, al mismo tiempo, realiza estudios a nivel de posgrado en Ciencias de la Educación (Pedagogía) en la Universidad de Estocolmo.

Otredad y educación

Correo: luis.morales.rubio@gmail.com

4 Commentarios

Luis Melgar Carrillo 27/02/2019

Estimada Luis Enrique: Si una persona tiene tuberculosis y dice que simplemente tiene gripa, cuando le tose de frente a cualquier persona, si lo llega a contagiar no le va a trasmitir la gripa sino la tuberculosis. Los maestros le ministran a los estudiantes lo que son. Aparte de los conocimientos técnicos propios de las enseñanzas de los programas docentes que imparten, lo que les trasmiten a sus pupilos es una parte de su personalidad. Maestros que detestan su profesión, no pueden trasmitir buenos sentimientos cuando enseñan. En general la gran mayoría de los maestros son perdedores. Cuando mucho son simplemente no ganadores.. Pero es muy raro el caso de encontrarse maestros que sean verdaderos triunfadores. Basta con hacer una encuesta entre los docentes para advertir que la gran mayoría no tienen metas personales de vida. Su vida es una esterilidad. cuando se enferman, como usted lo narra, es porque sus cuerpos físicamente son la respuesta a esa pobre vida espiritual que llevan por dentro. ¿Cómo le van a trasmitir a sus alumnos un espíritu de Triunfador, si ellos mismos son perdedores?. Gracias por su artículo.

    Enrique 15/03/2019

    Muchas gracias por el comentario.
    Así es la realidad, no podemos esperar mejores resultados si no se tiene el interés por lo que se hace.

Julio Flores Suárez 24/02/2019

Ah! Y que bueno fue entonces que la alumna sacara un arma para amenazar al maestro, claro, bien justificado; fíjese en lo que escribe y en como lo escribe.

    Enrique 15/03/2019

    Muchas gracias por el comentario.

    Me privé de dar una opinión sobre tal hecho, para dejarlo a la interpretación del lector, dado que el tema no eran en relación a ese punto en específico.

    Personalmente no apoyo ningún acto que tenga que ver con la violencia. Tampoco creo que el fin justifica los medios.

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