La renovación de la escuela altarera guatemalteca

-Meme Barrientos / APRENDIZ DE ALERO

Esta época del año, tan importante para nuestro país, muestra la diversidad de expresiones artísticas, los elementos plásticos llenan el ambiente y los colores saltan a la vista por doquier, nos hacen sentir que esta ciudad, a pesar de sus problemas sociales de inseguridad, sobrepoblación, polución y un mal ordenamiento urbano, sigue palpitando y se siente viva.

La Iglesia católica, en su misión de llevar el evangelio a todos los rincones del mundo, fue la máxima propulsora de las artes en todas sus ramificaciones y técnicas. Esta tuvo para bien servir de mecenas y cultivar artistas que llenaron durante siglos los templos, en ellos podemos encontrar distintas formas de expresiones incluyendo entre ellas las artes mayores; pintura, escultura, arquitectura, música, para alimentar su poder y hegemonía también se sirvió de artesanos que se dedicaban a las artes menores; platería, cerámica, joyería, entre otras.

Guatemala fue y es cuna de diversidad de gremios y ordenanzas de artesanos que durante décadas han servido para engalanar los templos e iglesias, así como para decorar y trabajar en los monumentales muebles que año con año recorren las calles y avenidas de cada municipio del país, unos más ostentosos que otros, algunos con materiales modernos y otros con materiales más sencillos y tradicionales.

Durante la Cuaresma, es tradición ir a visitar durante siete viernes al nazareno de la devoción de cada quien. En mi caso, mi mamá me llevaba a ver a Jesús Nazareno de la Merced, que durante toda su vida fue la imagen más arraigada y a quien ella le profesaba veneración. Cuando regresábamos a pie a la casa desde la once avenida, pasábamos visitando a Jesús Nazareno del Consuelo, bella imagen y a quien también le guardamos mucho cariño en mi hogar, ya que por la cercanía a la Recolección es la imagen a quien se acude en la tribulación.

Desde pequeño llamaba mi atención los sitiales y decoraciones que envolvían a las imágenes durante esta época, algunos años más esmerados que otros. Los materiales y los estilos variaban, los cortinajes muchas veces espectaculares otras veces muy simples pero elegantes. Esto hacía que mi recorrido se ampliara a otros templos con tal de apreciar cómo adornaban a las imágenes, lo que me llevó a peregrinar por San José, Candelaria, La Parroquia, El Carmen, Beatas de Belén… en cada parroquia era diferente y se veía el esmero y trabajo que le dedicaban a las representaciones de Cristo. Hay que hacer la salvedad de que en una época existió una era de total y triste decadencia en esta expresión artística.

La escuela de altarería guatemalteca se remonta desde la época hispánica, durante la que podemos encontrar los escritos del presbítero Domingo Juarros, quien describe el ritual de consagración de la imagen de Jesús Nazareno de la Merced en 1717; «se hizo esta extraordinaria función con extraordinaria pompa, se adornó la iglesia  por dentro y por fuera, pusiéronse dos aparadores con  200 fuentes y 60 picheles de plata». Los altareros por esas épocas se valía del trabajo de otros artesanos para realizar sus obras, contaba con el apoyo de carpinteros, plateros, cereros, sastres, los que formaban parte de un gran equipo de colaboradores que complementaban la obra de los maestros quienes de forma creativa y artística realizaban estas bellas composiciones.

A principios del siglo XX un invento revolucionaría el modo de vida y comunicación de la humanidad, el cine se expandió vertiginosamente por todo el mundo y Guatemala no fue la excepción. El 19 de julio de 1907 se estrenó en nuestro país La vida pasión y muerte de Cristo, película francesa producida por la casa Pathè Frères, la cual llegaría a convulsionar la creatividad de los artistas locales, cambiando la escuela tradicional altarera y renovando las ideas, lo cual induciría a realizar los altares de velación con fines didácticos de forma muy teatral.

Fue así como don Agustín Barreda, encargado del culto de Jesús de las Tres Potencias -en esa época aún conocido como el Nazareno de la Escuela de Cristo-, imprimió su sello en la forma de realizar estos monumentos y colocó la imagen entre escenificaciones que recordaban los ambientes que aparecían en la película, valiéndose de otras imágenes que complementaban el cuadro. Los cortinajes fueron sustituidos por telones que daban profundidades y mayor realismo a las representaciones, se incluirían y agregarían otros gremios de artesanos como los que realizaban las flores artesanales, trabajo hermoso y esmerado que aún en estos días ha logrado subsistir.

Durante finales del siglo XX y principios del XXI esta escuela altarera estuvo casi por extinguirse, sobre todo por el uso de nuevos materiales y las innovaciones tecnológicas. No obstante sus buenas intenciones, fueron pocas hermandades las que siguieron fomentándola; como la Recolección, la Parroquia y otras en La Antigua Guatemala. A pesar de su casi extinción, la escuela altarera logró sobrevivir estos oscuros años. Fue así que, a principios de la segunda década del siglo XXI, jóvenes altareros empezaron a revitalizar y mejorar las viejas técnicas y los bellos procesos, homenajeando los años dorados de estos altares hermosamente ejecutados. Ahora podemos volver a recorrer los templos del Centro Histórico y admirar como esta academia sigue renovándose y reinventándose año con año.

Meme Barrientos

Licenciado en Arte y restaurador de bienes muebles, carrera que amo y me quita el sueño. Apasionado de la historia del arte guatemalteco, admirador y fanático de la arquitectura. Acumulador compulsivo de historias de antes y de objetos de otras épocas. Un alma vieja pérdida en este trajeteado siglo.

Aprendiz de alero


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