La radio en Xela

-Rodrigo Pérez Nieves / PIEDRA DE TROPIEZO

Por eso arranqué uno a uno los latidos del corazón y los coloqué sobre el pentagrama de un “paso doble” para cantarle rosarios a la Virgen de mi pueblo, sobre una escala de marimbas, para subir hacia el cielo de los poetas, los héroes y los artistas que nacieron en tu seno… Julio César del Valle

Al multifacético Julio César del Valle, artista, conductor y productor y ante todo “chivo nacido en un barrio de la ciudad”, quien apenas a los 7 años de nacido, se subía a los árboles y platicaba con el viento, le preguntaba:

¿Recordarán los abuelos cuando empezó a funcionar la radio en el pueblo? ¿Recordarán cómo la radio vino a modificar los hábitos cotidianos de las pocas familias? ¿Recordarán que la única radio que se oía era la, XEW, La Voz de la América Latina desde México?

Antiguamente era común que los miembros de las familias se reunieran al atardecer para platicar. Era el momento de la comunicación, era un ritual de la imaginación. Conforme el sol iba “adentrándose” en las montañas, a partir del instante intermedio entre la tarde y la noche -momento nostálgico donde aún no estaba oscuro por completo, pero las formas, los colores y las siluetas se iban desvaneciendo- acaecía la fuerza de la figura improbable.

En ese momento surgían las historias prodigiosas, acontecimientos inverosímiles: la Llorona, el Cadejo, la Siguanaba. Se recreaban situaciones pavorosas, más para los que eran niños en esa época. Ese ritual ha sido per secula seculorum el escenario de la tradición oral que dio paso a los cuentos de hadas, de leyendas y de horror, y que, posteriormente se plasmaron en los libros.

Cuenta Julio César:

Llegó la radio a Quetzaltenango el 2 de febrero de 1938, Radio Nacional TGQ, y ocupa un lugar privilegiado dentro de la casa de las familias acomodadas. Cuando la radio llega, la comunicación familiar entra a la casa. La voz del locutor con las noticias del acontecer nacional e internacional penetra a la intimidad del hogar: Paco Pérez, Manolo Rosales, Carmencita Ralón, Martha Calderón, Gustavo Castillo, Rudy Escobar, Paco Trápaga, y muchos más quienes posteriormente emigraron a la capital a darle brío a la radio y televisión.

Casi siete décadas en las que el acto de sintonizar una frecuencia -en los años treinta una verdadera hazaña solo realizable por iniciados a través de pequeños receptores de galena- se convierte hasta la fecha en sencillo acto cotidiano, casi natural, practicado por millones de personas que acompañan la jornada diaria con la música, las charlas o la información que la radio ofrece.

‘Hasta pronto’, se despidió Julio César con su voz grave, profunda… y transmitiendo esa seguridad de entretener, educar e informar pocas veces vista en los seres humanos.


Fotografía tomada del Diario de Centro América.

Rodrigo Pérez Nieves

Ingeniero graduado en Alemania, columnista durante 12 años en el periódico El Quetzalteco, con la columna Piedra de tropiezo. Colaborador con los grupos culturales de Quetzaltenango y Coatepeque. Catedrático en la URL en la carrera de Ingeniería Industrial, sede Quetzaltenango. Libros escritos: Pathos entrópico (poesía y prosa), Cantinas, nostalgias de un pasado y el libro de texto universitario Procesos de Manufactura.

Piedra de tropiezo

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