Olga Villalta | Política y sociedad / LA CONVERSA
Noviembre y diciembre son los meses en que afloran los recuerdos sobre el trajín que se daba en la casa paterna para estas fechas. Era tiempo de limpiar la casa para recibir el año nuevo. Mis hermanas y yo nos enfundábamos la cabeza con un pañuelo, tomábamos un escobetón, trapos y escobas, y arremetíamos contra las telarañas del tejado y paredes, al ritmo de la tonada El año viejo, interpretada por Tony Camargo, acompañado de la orquesta de Chucho Rodríguez, tonada que sigue sonando 50 años después todos los fines de año.
La frase que repetíamos era «Hay que tirar todo lo viejo y lo que no sirve». Para nosotras, que queríamos modernizar la casa, todo nos parecía inservible. Pero mi padre fungía como un inspector e intervenía cuando veía un objeto que tirábamos, nos decía «esto no, porque todavía sirve» y lo regresaba al interior de la casa. De él heredé la tendencia a reciclar. Las playeras rotas se vuelven trapos de limpiar, las toallas viejas se convierten en trapeador.
Todos los años siento la urgencia de hacer el mismo ritual, limpiar el polvo, botar libros, objetos deteriorados y muebles. A esto se suma la urgencia de «limpiar» el escritorio virtual. Reviso los correos electrónicos acumulados; salta la carta cariñosa de una amiga que vive al otro lado del mundo; el casi poema de una amiga escritora dedicado a mí; cartas de los enamorados que enriquecieron mi vida y textos de escritoras feministas. También el disco duro pide a gritos que revise esa cantidad de documentos que están guardados porque, al igual que me padre, me digo «pueden servir». ¡Uffff!, es una montaña de textos a revisar que me tardaría por lo menos un mes en hacerlo a profundidad.
Escribo estas líneas con un pie en el estribo, porque decidí darme unos cinco días de descanso para ir al terruño donde dejé enterrado el ombligo. En este mes quedé mal con quienes me leen, pues me vi abrumada con informes finales de consultoría y compromisos políticos. Me pesa no haber escrito sobre temas importantes, como la situación de los habitantes desplazados de Laguna Larga y el informe sobre el caso de las niñas que murieron quemadas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción y las sobrevivientes. Me quedan muchos temas en el tintero, como el avance de los sectores ultraconservadores que pretenden llevarnos al oscurantismo con iniciativas de ley que, de ser aprobadas, perderíamos hasta la libre expresión. Yo tendría que callarme. Ya tendremos tiempo en el 2019 para compartir los temas urgentes y los estratégicos que como ciudadanas/os debemos tratar y buscarles solución.
El 2019 es año electoral, y los dinosaurios se aprestan para dar batalla por mantener sus privilegios y mantener al pueblo sojuzgado. Será difícil mantener los avances en materia de derechos humanos, pero, a la vez, esto representa un desafío para quienes le apostamos a construir escenarios democráticos en nuestro país. Nos vemos entonces en el 2019.
Olga Villalta

Periodista por vocación. Activista en el movimiento de mujeres. Enamorada de la vida y de la conversación frente a frente, acompañada de un buen café.
2 Commentarios
Olguita, fue un gusto tenerla x aquí y verla tan relajada y ver lo bueno q tiene su Pulgarcito, encontrarse con buenos amigos y no olvidarse de su rico cafecito q tenga una feliz Navidad y q el año nuevo venga acompañado de muchos éxitos en lo q usted tanto ama
Como olvidar esas historias, si eran ejecutadas año con año y aunque creo que estoy leyendo esta nota atrasada, me queda la satisfaccion de haber sido parte de tu viaje al terruño. Fue un gusto recibirte y recordar el pasado y habernos tomado ese cafecito que te gusta tanto.
Gracias por haberte tomado el tiempo de vernos, especialmente mi madre se puso muy feliz. Un abrazo !!!
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