La presidencia, los adultos y los infantes de la política

-Fernando González Davison / DING DONG

James Mann en su artículo The adults in the room, publicado en The New York Review of Books, señala que desde que asumió Trump la Presidencia la pesadilla tuvo cierto alivio cuando designó como ministros a los que calificó la revista Político como el grupo de adultos. Es decir, a los generales que asumieron las carteras de la Defensa, del Interior y del Exterior. Estamos hablando de los generales James Mattis y John Kelly, el CEO de la Exxon, Rex Tillerson, más otro general, H. R. McMaster, consejero nacional de Trump. Washington le da un sentido a los adultos a los que se les considera pragmáticos, serios, necesarios para supervisar a los políticos bisoños, requeridos aún de la guía de los adultos. Por ello, esos tres generales y Tillerson constituyen el grupo de los adultos maduros para controlar al presidente, que más bien parece, a sus setenta y un años, un adolescente caprichoso, temperamental, impulsivo, como señala Thomas Friedman del New York Times. Los adultos, precisa, tienen que supervisar al presidente. Ello es muy serio, pues «por primera vez, Estados Unidos tiene un presidente que no actúa como un adulto”. Es emocionalmente inmaduro: miente, insulta, amenaza, se enoja, busca venganza, rechaza la crítica, y pareciera que requiere de la guía parental como los niños para enderezar el rumbo. Trump hace relajos, o amenaza con crear caos, y los propios estadounidenses piden a los «adultos» que lo monitoreen y controlen. Lo interesante de ese grupo es que se reúnen para orientar al presidente a seguir un rumbo determinado ya establecido como una agenda de Estado, pero a veces se les sale de las manos, como el anuncio de trasladar la embajada de su país a Jerusalén, lo cual va crear un caos y muertes de manera innecesaria. O tener tan cerca el botón nuclear en el caso de la península de Corea, pues podría desaparecer la misma de la faz de la tierra.

Los generales Mattis y Kelly conocen bien Centroamérica y hablan con claridad y se distancian de las opiniones de Trump, para balancear la postura estadounidense en temas externos. Kelly pasó del Ministerio del Interior a jefe de la Casa Blanca y tiene más cercanía con Trump, y es disciplinado. Todos están alertas ahora por la repercusión de la trama rusa con el grupo de Trump, en donde está involucrado otro general descarriado, Flynt, ahora testigo protegido del FBI y que va a declarar pronto, lo que pondrá en aprietos el clan de Trump y a él mismo. ¿Podrán hacer algo por Trump o van a ser tan pragmáticos para apuntalar en su momento al vicepresidente?

Lo cierto es que en Guatemala tenemos a un niño malcriado en la Presidencia, díscolo como Ríos Montt y torpe como Lucas. Jimmy se hace bolas con sus palabras de cómico, que es su profesión, y dice disparates, quizás porque rechaza no solo la crítica, sino el consejo que le podrían dar los «adultos» para guiarlo, para evitar la deconstrucción actual del Estado guatemalteco que está siguiendo casi el mismo camino por el que va Honduras, de caos. Allá en Honduras hay otro presidente igual de caótico y a la medida de la corrupción rampante de su Gobierno, que quiere ser reelecto como los viejos dictadores de antaño, por las balas o por las balas. De ahí que se pueda decir que sin supervisión de los adultos, los presidente de Guatemala y Honduras carecen de la madurez necesaria y hay que imponerles la cordura con la crítica constructiva, porque están destruyendo, como Trump, la sana política. ¿Será que los generales de Honduras y Guatemala no dan la altura a los que rodean a Trump para que actúen con seriedad y atiendan los problemas claves de sus habitantes? Quizás a los tres presidentes pronto les va a caer la espada de Damocles y dejarán de jugar a la Presidencia y a destruir la democracia.

Fernando González Davison

(1948) Escritor, internacionalista y exdiplomático guatemalteco.

Ding dong

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