La poesía también es un camino posible (II)

Carlos Gerardo | Literatura/cultura / RESIDENCIA CON LLUVIA

Es cierto que muchos círculos literarios oficiales están abarrotados de funcionarios de la literatura para quienes la poesía ha dejado de figurar entre sus prioridades. Pero también es cierto que no son ellos los únicos que se ocupan de hacer literatura. De forma paralela a los círculos oficiales, hay muchos ejercicios caracterizados por libertades y sensibilidades populares.

Pienso en los poetas mayas. Pienso en los amigos y amigas de las editoriales de la periferia, que están haciendo libros mientras nadan contra la corriente. Muchos de ellos pueden caer en el riesgo de reproducir discursos modernos relacionados con la idea del poeta. La poesía requiere de lectura. No precisamente de la lectura de los textos que han sido sacralizados por un canon caduco. Requiere de una lectura que ni siquiera esté centrada únicamente en la poesía que se comercializa en libros. Requiere de comprender, de apropiarse de un discurso de imaginación y reinventarlo. Como decían Deleuze y Guattari a propósito de Kafka, se necesita crear un lenguaje dentro del lenguaje. Y esa es la mejor la síntesis del ejercicio literario, y en especial del ejercicio poético.

Un tercer argumento para rechazar la celebración del Día Mundial de la Poesía obedece a causas sociales. En Guatemala, la poesía se ha ocupado de mendigar presupuestos. Dedicarse a escribir significa, de alguna manera, aceptar un sino cuyas implicaciones económicas son desastrosas. Significa buscar dos horas de calma entre millones de responsabilidades y preocupaciones. Como protesta contra esa miseria, me parece digno no celebrar el día de la poesía sino como una reivindicación, como un reclamo, como una exigencia de mejores posibilidades y alternativas para las artes y las letras. También debería de ser un espacio para lamentar la mediocridad y la falta de lectura, la falta de apoyo, la falta de pensamiento crítico y así.

Y es que es cierto… en un país con un sistema educativo que además de ser obsoleto, no funciona, la lectura ha sido relegada a su fin más utilitario: la comunicación. Bajo este paradigma, tanto lectura como escritura son únicamente medios para fines mayores: trabajar, coquetear, coordinar y, en raras ocasiones, informarse sobre lo que sucede en el contexto inmediato a través de medios de comunicación corporativos. Para mucha gente, la lectura no es un fin como actividad. Y menos la lectura de poesía, cuyo gozo radica precisamente en eso: no obedecer a ningún fin mayor que el que habita el poema.

Hay una cantidad infinita de formas de vivir. De mi parte, como lector de poesía, considero que hay dos maneras esenciales de hacerlo. Una es con la presencia de la poesía. La otra, sin ella. Seguramente piensa de igual forma la gente que se dedica a la música, al teatro, al arte o a la cocina; pero hoy quiero dedicar este texto a quienes viven con la presencia de la poesía en sus vidas. Por lo mismo no creo que la poesía sea una cuestión de emos o cursis. Detrás de considerar la poesía como una mera cursilería hay muchísimo del imaginario machista y patriarcal que reprime cualquier forma de expresión de sentimientos. A ese punto ha llegado en el imaginario popular el valor del quehacer poético.

A lo mejor, la mejor forma de celebrar el Día Mundial de la Poesía sea acercar la poesía a las personas que la desprecian. Recordarle a la gente que la poesía existe, que no es algo cursi sino un camino posible. Un camino que, por desgracia, no ha sido el más favorecido por el proyecto expansionista moderno. Un camino que, también por desgracia, la posmodernidad mal digerida ha pretendido convertir en chiste.

La poesía es un camino posible.

Creo que la poesía representa bien la metáfora de la dignidad de la derrota. A lo mejor se trate de un camino con muchas limitaciones, así lo ha sido; pero por lo mismo, es un camino de una dignidad incuestionable. A lo mejor esté lleno de dificultades, pero también de certezas. Las personas que escogieron el camino de la poesía saben que hay pocas cosas más importantes en su vida. Sobre todo, se trata de un camino posible, abierto a todas las posibilidades humanas aun en las condiciones más adversas. Hay muchas personas que, en la poesía, encuentran dignidad. Hay muchas que también encuentran esperanza, y eso es hermoso. Aun entre la dificultad de la pobreza y la tragedia de la política, hacer y leer poesía es un camino posible para vivir.


Carlos Gerardo

Mi nombre completo es Carlos Gerardo González Orellana. Nací en El Jícaro en 1987 y migré a la ciudad de Guatemala a los doce años. Me gradué como ingeniero químico en 2010 de la Landívar, pero dejé de ejercer mi profesión formalmente a inicios de 2016, con el fin de dedicarle más tiempo a mi carrera humanística. También estudié Literatura en la Universidad de San Carlos de Guatemala y Filosofía a nivel de maestría en la Landívar, de nuevo. Trato de ser consecuente con la decisión que tomé y le dedico a la escritura y a la lectura todo el tiempo que puedo. Me gusta mucho la poesía, leerla sobre todo, pero también escribirla, y estos ejercicios han sido constantes en mi vida. Escribir y leer representan un signo de identidad para mí. Estoy seguro de que la literatura es algo muy importante y de que no es algo que se pueda tomar a la ligera. Además de eso me gustan el vino, el cine y las conversaciones.

Residencia con lluvia

Un Commentario

Rafael Mérida Cruz-Lascano 21/03/2021

LA POESÍA Y EL POETA
«LA POESÍA Y EL POETA»
Glosa

Dicen, del «artista plástico»
que, en las tardes de madrigal,
entre las sílfides arrullos
el poeta; ¡HACE POESÍA!


Viendo a través del cristal, de amapola,
al romance que eleva mi intelecto,
crecer, con alimento de otros huertos,
abarcar, con su prosa al universo
y nacer -en la poesía- el poeta.
Es una mansión que carga memorias,
ora expuestas a las sílfides arrullos
ora, al pavuro cuento de un drama,
dentro del laberinto, de las musas,
que, con su poesía, formó, al poeta.
.
Con las sílabas, se encuentran paisajes,
unos, lloran en la tumba, una elegía,
otra es, la enamorada sonatina,
otras en adioses, inspiran canto
y el poeta, así, hace poesía.
Con letras y agua, forma la arcilla,
como, autor y obra, paralelas,
como égloga voy por la existencia
ornando, con esa materia; «cónyuges»,
como la poesía y el poeta.
.
En el nadir del impreciso abismo,
soy el carcelero de la soledad,
donde esculpe, su pluma, el hemisferio
y un simple librejo me encandila,
con poesía, en pedazos, de poeta.
Para que mi soneto se ilumine,
cuelgo una estrella en la ventana,
camino, buscando algo, entre los siglos,
con la espiga, pongo apellido a la flor;
… como poeta que hago poesía.
.
Renace con la estrella soñadora,
elevando astrales pensamientos,
y sus tardes, de madrigal, que evoca,
dar al sol, cerúleas pinceladas;
dibujando, al poeta … la poesía.
¡sí, yo soy ese!: «El artista plástico»
con sangre de son, huesos de hormigo,
raíz de chirimía, ojos marimberos.
Soy el hombre castellano, perpetuo
moriré poeta … ¡No mi poesía!


Dr. Rafael Mérida Cruz-Lascano
“Hombre de Maíz” Guatemala, C. A.
https://sociedadvenezolana.ning.com/profiles/blogs/rafael-merida-gana-el-primer

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