Alfredo Saavedra | Arte/cultura / ROSA DE LOS VIENTOS
Hablar de la poesía en la música invita a considerar las variantes de interpretación de su concepto, separando su definición dentro de la preceptiva que propone una respuesta basada en la opinión de autoridades en materia literaria y que se resumen en exposiciones como la del erudito Alfonso Reyes, quien, en su ensayo El deslinde, expuso: «La poesía puede ser un estado del alma, pero de forma básica es un efecto de palabras». Eso da base para establecer que así como hay poesía en la música académica (clásica), la hay en la canción popular donde el concierto de las palabras configura el fenómeno poético.
La pasada conmemoración (en marzo) del Día Internacional de la Poesía promueve la inquietud de hacer algunas reflexiones en torno al protagonismo de ese género de la literatura en el marco de la expresión más popular del arte como es la música tradicional, o sea, la canción popular. «Armando Manzanero es el mejor poeta de México», afirmó alguna vez el genial escritor Gabriel García Márquez, en lo que pudo haberse interpretado como una sesgada humorada del Premio Nobel, aunque parece que el distinguido autor hablaba en serio, a partir del valor poético que tienen las destacadas canciones del compositor de ancestro maya.
Porque es indudable que hay una propuesta poética en los encuadres líricos de las canciones Somos novios, Esta tarde vi llover y Adoro, entre otras, de proyección tan extendida que alcanzaron el interés de intérpretes famosos como Elvis Presley y, en instrumentación musical, que es otra expresión poética, con el prodigio del piano de Frank Mills. No fue Manzanero el primero en recibir la denominación de poeta, si ya en el pasado obtuvo el título de músico poeta, de forma merecida, el mexicano Agustín Lara, con toda una producción en la que el signo prevaleciente fue el de una lírica de contenido poético. Mucho antes que los mencionados, otros autores con proyección en la poesía dispararon sus composiciones al ámbito internacional. Consuelo Velásquez, la extraordinaria pianista, llevó Bésame mucho a una fama que perdura hasta hoy en muchas culturas que hasta en japonés la han cantado, entre otros bien interpretada en español por la japonesa-brasileña Lisa Ono.
El ritmo de bolero resultó por naturaleza el adecuado hospedaje para la canción de entorno poético, pero no se puede discriminar con una nómina específica de melodías con ese carácter, pues es infinita la cantidad de composiciones con el sello de la poesía personalizado en sus letras. Es múltiple la constelación de canciones donde el acento poético es la premisa que las distingue. Aunque es en el bolero donde, de manera primordial, se instala el fenómeno de la poesía, otros ritmos son también habitados por composiciones con mérito poético. Poesía fundamental que casi siempre se manifiesta sin los alardes de la lírica formal, más dada por espontaneidad que por artificio retórico. Son poemas que nacen de adentro y cuya autenticidad se descubre más por su sencillez que por proponer modelos de significación literaria. La nómina de canciones con esa virtud es extensa y en este espacio se intenta ofrecer solo un muestreo, pues una cobertura ambiciosa requiere de un estudio formal.
Para empezar se citará una composición excelsa donde la música hace matrimonio con una letra breve pero de intenso aliento poético. Se trata de Concierto para una voz, de la compositora francesa Danielle Licari, melodía que con el registro musical de un aria, contiene un poema sucinto pero muy hermoso: «Llámame cuando vengas de sentir mi cariño / cuando te duela el corazón / cuando se crucen por tus ojos los míos / cuando escuches mi canción».
Como el amor es la motivación esencial en el numeroso listado del cancionero con atributos líricos, destacados poetas dieron motivo para que su obra sirviera de modelo para infinidad de canciones famosas. Los Veinte poemas y una canción desesperada de Pablo Neruda estarían entre los preferidos. Y con razón, porque con una sencillez asombrosa y considerados la más preciosa expresión en la poesía en su tiempo, pasaron a figurar como los favoritos del público. Otros poetas que motivarían creaciones musicales significativas fueron Juana de Ibarborou, Alfonsina Storni, Ida Vitale y de gran magnitud José Martí con el incomparable y bello poema La niña de Guatemala, que en arreglos de prestigiosos artistas como Óscar Chávez (fallecido por el COVID-19 hace tres meses) y Los Olimareños, entre otros, tienen una singularidad especial.
Roberto Carlos, de Brasil, forma parte también a esta nomenclatura de cantautores, orientados a diversificar la temática de sus composiciones, que como el caso de la canción Amigo, es una exaltación de la amistad como signo de lo que es la fraternidad humana. Esta canción define un poema de estructura retórica en una bella combinación métrica que atiende a los parámetros de la poesía tradicional con equilibrio en la rima pero, por sobre todo, un contenido emocional que rubrica un hermoso mensaje: «Tú eres mi hermano del alma, realmente mi amigo / que en todo camino y jornada está siempre conmigo. / Aunque eres un hombre, aún tienes el alma de un niño, / aquel que me da su amistad, su respeto y cariño…».
No sería el amor el único objeto para la composición musical con propósito poético. La paz, la aspiración por un mundo mejor, el rechazo a las injusticias, la exaltación de los valores humanos han sido tópicos de inspiración en el panorama de la canción en Latinoamérica. El cubano Pablo Milanés es exponente de esa tendencia con sus numerosas composiciones de rica vena poética, aunque prevalezca el amor como razón preferida. Ejemplar es la canción El breve espacio en que no estás: «Todavía quedan restos de humedad / sus olores llenan ya mi soledad / en la cama su silueta se dibuja cual promesa / de llenar el breve espacio en que no está…»».
Hay en estas canciones un signo de sensualidad, de erotismo envuelto a veces en un entorno sutil cuando no de abierta franqueza, como en las canciones de Ricardo Arjona, que se resuelven en la exaltación de lo cotidiano con un lenguaje conversacional que embellece la proyección creativa.
La producción de Arjona es amplia y de mucho reconocimiento, en una variación de motivos que revaloran el compromiso social y el sentimiento humano. Llegan entusiastas al circuito del amor canciones como la bella melodía Fuiste tú, de popular presencia e interpretada con acierto por el autor y la dulce Gaby Moreno. «Fuiste tú, demás está decir que sobra decir tantas cosas / o aprendes a querer la espina o no aceptes rosas. / Jamás te dije una mentira o te inventé un chantaje/ las nubes grises también forman parte del paisaje…».
La cultura inglesa es también vasta en la producción de la canción-poesía. Se puede destacar de forma breve lo más sobresaliente: Bob Dylan, por ejemplo, fue y lo es un destacado compositor estadounidense, distinguido poeta y compositor musical que impactó desde sus inicios con poemas musicalizados como Blowing in the wind y las canciones All along the watchtower y All I really want to do. Recibió el Premio Nobel en el 2016 por «haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense», en palabras de la Academia Sueca.
En algún momento también serían aclamadas como canciones plenas de poesía la popular Yesterday, de Paul MacCartney, de The Beatles, y de quien se dice que tardó año y medio en escribir la letra. No menos impactante resultaría la bella composición Imagine, del también Beatle John Lennon, contenida en un mensaje de conmovedora invocación humana.
Leonard Cohen, con amplia y prestigiosa bibliografía e integrante de la nómina de los más destacados poetas de Canadá, luego de una transición residiendo en un monasterio en el Tíbet, en su retorno al país surgió cantando sus poemas y la fama que tuvo dos décadas atrás se multiplicó con la atracción de un público compuesto por una multitud de jóvenes.
Es así que la poesía encontró en la música el refugio conveniente para no quedar resignada a solo su presencia en la letra impresa que, de acuerdo con la alguna opinión, la condenaría a languidecer marchita en los libros. No así rescatada en la canción, donde se ha lanzado a trotar por la calle, a recuperar su presencia en los parques, forjar el amor, domiciliarse en el corazón y la mente de todos.
Fotografía principal, Armando Manzanero, tomada de Insurgente Press.
Alfredo Saavedra

Periodista y escritor. Reside en Canadá desde 1982, donde continuó ejerciendo su oficio. En Guatemala trabajó en los diarios Prensa Libre y La Nación. Ha sido editorialista de radio y televisión, escribe y ha publicado poesía, narrativa e interpretación histórica.
Correo: alfasaa2012@gmail.com
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