La ouija de Andrés Manuel

Víctor Manuel Reynoso Angulo | Política y sociedad / INTERÉS PÚBLICO

Un colega cuestionaba la consulta sobre el aeropuerto de la Ciudad de México diciendo que era ilegal. Otro le respondió que no: al no ser todavía López Obrador presidente en funciones, no estaba limitado por el principio de legalidad: «un ciudadano puede hacer todo lo que la ley no le prohíba, un funcionario solo lo que la ley le permita». El presidente electo es todavía un ciudadano: puede hacer todo lo que la ley no le prohíba. Puede consultar a la ouija para tomar sus decisiones, o hacer una consulta sin rigor ni representatividad, argumentó el colega.

Lo que preocupa es que una consulta sin representatividad se presente no como el método que un particular elige para tomar sus decisiones, sino como la voluntad «del pueblo» o de «la gente». Se hará una consulta sin el rigor metodológico mínimo, propuesta por un partido, Morena, financiada y organizada por ese mismo partido. El resultado apunta hacia un claro sesgo. Pero se pretende presentarlo como una decisión del demos.

¿Qué pasaría si el PRI de Peña Nieto tomara una decisión así? Habría un escándalo. Una lluvia de memes. Que el proyecto de infraestructura más importante en las últimas décadas se dejara en manos de una encuesta sin rigor metodológico, organizada y financiada por el PRI, sería inaceptable. Pero el presidente en funciones nunca llegó a tanto. Tuvo numerosos dislates a botepronto, que empezaron en la Feria del Libro de Guadalajara. Pero nunca trató de presentar una acción claramente sesgada como una decisión democrática. La lista de las cosas que ha hecho el presidente electo que serían un escándalo si las hicieran otros empieza a ser preocupante.

Bien se ha dicho que López Obrador puede delegar la decisión, pero no puede delegar la responsabilidad. Él será el único responsable de la decisión de interrumpir la construcción en Texcoco y cambiarla a otro lugar. Solo él tendrá la responsabilidad de los costos y beneficios que resulten de esa decisión.

Preocupa el acto en sí mismo, pero preocupa más la actitud. Sé bien que mucha gente no sabe lo que es una muestra representativa y una muestra sesgada. Aun entre estudiantes de Ciencias Sociales hay quienes creen que se puede hacer una encuesta yendo a un parque concurrido y preguntando a los primeros que pasan. He visto tesis hechas con esta ingenuidad, y con la idea de que la encuesta a esos paseantes representa a todo un estado o todo un país. Pero eso no se le puede tolerar a quienes tienen o tendrán responsabilidades públicas. A quienes cobran del erario, aunque sea poquito.

Presentar un ejercicio sin rigor metodológico como representativo solo puede expresar ignorancia o mala fe. O algún trastorno psíquico que hace ver las cosas distintas a lo que son. Si más que un acto aislado es una actitud que anuncia lo que veremos los próximos años, hay razones para preocuparse.

Políticos que en lugar de asumir abiertamente su responsabilidad la delegan a consultas públicas cuestionables, sesgadas, orientadas a decir lo que ellos quieren oír, apuntan hacia la autocracia.


Víctor Manuel Reynoso Angulo

Profesor investigador de la Universidad de las Américas, Puebla. Doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de México, maestro en Ciencia Política por FLACSO México y licenciado en Sociología por la UNAM.

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