La otra cara de las canciones

Jorge Sierra | Música / PALO DE MÚSICA

Los artistas, y por ende los músicos, son seres humanos como todos. Hay tópicos y malentendidos en torno a los artistas que hacen creer que son seres iluminados, especiales, sabios, que viven acariciados por el aleteo fulgurante de las Musas. Y no, algunos tienen sus manías, sus pulsiones, sus complejos y sus traumas con los que construyen un machismo que les desata sus diablos y fantasmas personales. Ese prejuicio sexual en ellos se convierte en algo indomable y terminan encarnando ese extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde, es decir, en seres donde a la vez comulgan la parte más humana y la más maléfica.

Viene a colación este tema a raíz de varios hechos. Hay sectores del público que por tratarse de artistas le restan importancia a sus horribles atrocidades creyéndolos, insisto, en seres especiales incapaces de «causar daño». Hace unas semanas atrás salió a luz el documental R. Kelly: sex, girls and videotapes, con duración de casi una hora, en el que el reportero Ben Zand, de la BBC de Londres, se acerca a personajes clave para desentrañar las acusaciones que pesan sobre el cantante y compositor de soul y R&B R. Kelly. ¿Cómo va a ser que detrás de un creador de discos millonarios haya un ser narcisista, abusivo, manipulador y violento, además abusador de mujeres, por no decir adolescentes? Los testimonios del film son más que evidentes. Como también el silencio de gente cercana a él.

El New York Times, en su edición del pasado martes 1 de mayo, retoma el tema al asegurar que la era #MeToo puede que lo alcance también a él (como ha ocurrido con Weinsten, Lauer, Simmons y Cosby), y que durante dos décadas ha sido repetidamente acusado por conductas sexuales abusivas. Incluso absuelto en el 2008 por pornografía infantil, aún con pruebas en un video en el que violaba a una niña de 13 años de edad. Por supuesto, su sello discográfico impulsa singles y finge demencia, sus conciertos continúan con sold out y se blinda con un pelotón de empleados (abogados incluídos) y con una sólida base de seguidores.

En Guatemala ya suceden casos de músicos a menor escala. Unas veces público, otras veces no, como lo ocurrido recién con el guitarrista Javier Varela, acusado de violencia contra la mujer, en esta oportunidad contra su exnovia María Monroy en un bar de la zona 10, por lo que fue expulsado de la banda Easy Easy de la que fue cofundador. «Easy Easy no está a favor de este tipo de tratos hacia la mujer y no es aceptable de parte de nadie, ni de un amigo, un miembro de tu banda, familiar, etc.», posteó el grupo el domingo 29 en su muro. Este hecho atrajo otro, esta vez ligado al cantante Jesse Baez (ex Easy Easy), ahora radicado en Los Ángeles. Su exnovia, Marlen Martínez, denunció las amenazas que recibió de él hace años atrás. Todo este tiempo guardó silencio por miedo.

Otro ejemplo. El año pasado, el cantante y cofundador de Los Miseria Cumbia Band (cuyos videos alcanzan vistas por más de 2 millones), Pablo Cristiani, había sido ligado a proceso por violencia contra la mujer, específicamente contra su exesposa Manola Zarco. Y ya antes, en el 2016, se viralizó un video en el que agredía con violencia a uno de los asistentes a su concierto. La lista, como ve, podría crecer, pero como siempre hay silencio, hay miedo, hay zozobra, hay vergüenza en la vida de muchas mujeres. Pero los rumores continúan y las denuncias aumentan, ahora más que nunca. De manera que aun cuando usted escuche sobre el escenario que un chico, con guitarra en ristre, canta Eternamente Yolanda o frases cumbieras como: «Dichoso el ser que sabe que lo más valioso no se debe perder», no descarte que en la intimidad sea presa de una jauría de sentimientos destructivos y maléficos que le despierta ese desprecio y discriminación hacia la mujer.


Imagen principal tomada de HD Documentary.

Jorge Sierra

Dedicado en los últimos 13 años al periodismo musical. Desde hace 40 años produce programas musicales de radio. Ha escrito para revista Crónica y en los periódicos Siglo21 y elPeriódico. Participó en el tomo V, de Guatemala: historia reciente (FLACSO) y en el Manual del músico independiente. Ha rebasado los cincuenta, pero no hay novedad musical en cualquier parte del planeta que se le escape.

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