La nueva torre de Babel

-Bienvenido Argueta Hernández / DANZA CÓSMICA

El 3 de octubre se conmemoró la reunificación de Alemania. En términos de los proyectos políticos este hecho que aconteció entre 1989 y 1990 hizo cambiar temporalmente el horizonte histórico planteado en la Guerra Fría. No solo los políticos, pero también los tecnócratas y aún académicos creían en una dinámica de integración social mayor, basada en un sentimiento más global inspirado en la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o aún en expresiones como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. En los primeros casos, el supuesto era la integración entre países con políticas y medidas que cubrían las áreas económicas, administrativas, seguridad, privatización del sector público, homologación de los sistemas educativos y apertura de grandes regiones al libre mercado, entre otras.

Sin embargo, uno de los problemas era la inercia y la capacidad para generar una nueva identidad ciudadana apegada a los estados nacionales y la cuestión de la legitimidad que deriva de la capacidad de respuesta de un régimen a las necesidades de las gentes. Teóricos de las ciencias sociales y la filosofía hicieron reflexiones profundas sobre temas como la democracia en la era global, ciudadanía multicultural, sociedad civil y otros aspectos fundamentales en la generación de condiciones para la convivencia mutua y los ámbitos de legalidad requeridos en un mundo más amplio que los espacios arreglados desde hacía dos siglos en unos casos y en otros menos.

Se esperaba la instauración de un nuevo orden basado en los principios establecidos por los derechos humanos e interpretados en el marco del desarrollo de occidente (Estados Unidos y Europa occidental). En materia de seguridad se imponía un régimen bajo el imperio de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Pero, por sobre todos los aspectos, se garantizaba el libre mercado liderado por las grandes empresas transnacionales. El principio movedizo sobre el cual se construyó este proyecto fue que la base de las democracias y el orden mundial dependerían del desarrollo del mercado.

Si bien es cierto que la fuerzas de integración eran vitales para los países que desde principios o mediados del siglo XX habían arreglado su sistema basado en el capitalismo, la suerte era diferente para quienes pertenecieron a los regímenes socialistas, particularmente la ex Unión Soviética. Antiguas regiones de este bloque lograron su autonomía y se integraron a la Unión Europea. La propia Rusia, como centro de ese imperio caído, tuvo que abrirse a un nuevo sistema económico. Diferente suerte tuvo la China que haciendo cambios en su sistema productivo mantuvo un Estado fuerte y con capacidad de renegociar Hong Kong y una posición de contrapeso frente los Estados Unidos y la Unión Europea.

Sin embargo, las manifestaciones de un mundo multidimensional en lo cultural, religioso y político, así como la profunda la crisis económica mundial del 2008, mostraron el rostro real del horizonte planteado por el proyecto de unificación basado en el libre mercado y sus insuficiencias. Durante la crisis de las grandes empresas transnacionales en quiebra, el sistema financiero tuvo que acudir a los recursos del Estado, en un contexto en el que los ciudadanos fueron obliterados y, en su lugar, transformados en clientes sin mayor transcendencia en las cuestiones de la esfera pública.

Las gentes, ante la crisis de un mercado que únicamente ofrece mercancías a quienes las puede comprar y vendiéndoles la falsa idea de un individualismo capaz de cambiar el mundo a través de la actitud y el emprendedurismo, tuvieron que buscar en sus propias espirtualidades y nacionalismos una respuesta que quiebra con los intentos de una unificación a escala planetaria. El mercado salvaje desregulado solo logró construir una nueva torre de Babel. Ahora, cada comunidad, incluyendo la Catalana, busca su propia autodeterminación urgida de nuevas reglas del juego.

Bienvenido Argueta Hernández

Aprendiz permanente de los relatos encantadores de las gentes y explorador de las historias que nos muestran mundos diferentes entretejidos entre poesía, cuentos y pinturas. Me gusta jugar, subir volcanes y cruzar arroyos, recorrer laberintos y ser capaz de observar estrellas, paisajes y sonrisas. Escucho jazz o rap y en los intermedios hago investigación social y escribo sobre filosofía y educación.

Danza cósmica

Un Commentario

Julio César Santos 05/10/2017

Excelente texto que nos hace reflexionar sobre el etnocentrismo.

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