La nueva cruzada (III)

Mauricio José Chaulón Vélez | Política y sociedad / PENSAR CRÍTICO, SIEMPRE

El Imperio Británico dirigió su mirada hacia el denominado Próximo Oriente, por intereses económicos y geopolíticos. En la competencia capitalista que marcaría el ocaso de lo que el brillante historiador inglés Eric Hobsbawm definió como “la era de los imperios”, Asia se definía como espacio de ancestrales rutas de comercio y de culturas que podían sustentar los requerimientos de la modernidad occidental. Eso sí, había que disputar el poder para acceder a ellas, lo cual incluía pensar en una guerra, en hacer alianzas y en promover negociaciones.

La consolidación del Imperio Alemán, con una revolución junker que fortaleció al Estado durante el gobierno del Canciller Bizmarck, robusteció también a un desgastado Imperio Austrohúngaro cuyas posesiones en el Este de Europa se encontraban en agitaciones independentistas. Alemania se iba convirtiendo en una potencia capitalista, más rápido de lo que esperaban las potencias establecidas, es decir, Gran Bretaña y Francia. Estas tenían asegurada su flujo de materias primas y fuerza de trabajo en África, pero en el continente asiático se encontraban con dos grandes competidores: por la frontera más cercana, los otomanos, y en el extremo oriente los japoneses. Similar al proceso alemán, Japón estableció una burguesía que destronó el poder feudal de los samuráis, y entró en la estrategia de construir un imperio con miras capitalistas y de expansión. Esto hizo que Rusia, el más atrasado de los imperios, se sumase al juego geopolítico y entonces iniciara a disputar territorios con el Imperio Japonés, y se aliara con Gran Bretaña y Francia para disputarle a los otomanos el Dardanelos, Armenia y Constantinopla.

Al estallar la I Guerra Mundial, los ingleses, los franceses y los rusos hicieron efectivos los pactos de 1904 y 1907, por lo que la Entente Cordiale, mejor conocida como la Triple Entente conformó la alianza frente a la del Imperio Alemán, el Imperio Austrohúngaro y el Imperio Otomano. La disputa del centro y del Este de Europa fue el primer momento, para luego extender la gran guerra al llamado Próximo Oriente.

La Triple Entente actuó de manera unilateral respecto a Siria Palestina, como región estratégica militar y económica. Francia dirigió sus intereses hacia Líbano y Siria, mientras Inglaterra lo hizo en Jordania, Palestina, Iraq y Egipto. Jerusalén volvía al escenario de los pulsos geopolíticos, esta vez para iniciar la cruzada contra el Imperio Otomano en la modernidad capitalista y la competencia por lograr la hegemonía del sistema mundo, venida desde Europa.

Ocupando Al Quds (Jerusalén) por cuatro siglos, los otomanos la habían desarrollado en las claves de la modernidad, lo cual provocó que las nuevas potencias coloniales como el Imperio Británico y Francia entrasen a pretender disputar la ciudad, como un enclave geoestratégico.

El Imperio Otomano llevó adelante un proceso de modernización capitalista en varias ciudades que tenían bajo su control en Asia, Norte de África y por supuesto la misma Turquía. Al Quds (Jerusalén) tuvo el primer sistema de transporte por tranvía y la primera red ferroviaria en la región, cuyo objetivo era la conexión con Jordania, Líbano y Siria.

También se desarrolló el tendido eléctrico y cablegráfico. Los otomanos llevaron a cabo una política educativa liberal, en la que, si bien es cierto de que se enseñaba el Islam en las mezquitas, la educación escolarizada era igual para todos los grupos étnicos y religiosos que convivían en la ciudad. Las mayorías, en el siglo XIX, eran árabes, sirio-palestinos y cristianos. Los judíos y otros grupos hebreos no tenían incidencia, ya que las diásporas en distintos momentos habían hecho descender su población e influencia en la región.

Fue el sionismo el que volvió a visualizar a Jerusalén como objetivo.

Los judíos sionistas ingleses, iniciaron una campaña para representar a Jerusalén como la «tierra prometida». En principio, no encontraron eco más allá de sus círculos, porque la estrategia británica seguía centrada en las ex colonias españolas y portuguesas en América, las cuales acababan de independizarse o se encontraban en dicho proceso, para introducir su capital rentista (préstamos) y despojar paulatinamente a los nuevos Estados. O al menos, ser incidentes en ellos con poder económico coercitivo.

Y también voltearon a ver a África. A partir de la Conferencia de Berlín, en 1885, en la que las potencias de la naciente modernidad capitalista se repartieron el continente africano dando inicio al imperialismo del capital, se dieron cuenta que Asia era un botín importante.

Así, iniciaron una avanzada creciente al llamado Oriente Próximo, con el objetivo de contrarrestar al Imperio Otomano y poder hacerse con rutas de seda, opio y otras mercancías provenientes de China, así como con recursos fósiles que empezaban a descubrirse, teniendo al mismo tiempo un enclave militar preventivo.

De esa forma, empezaron a prestarle atención a los sionistas, para conseguir un aliado estratégico. Y si eso no resultaba, empezaron a enviar a sus emisarios, para negociar con los dirigentes árabes sunnitas, quienes no estaban de acuerdo con el dominio turco.


Mauricio José Chaulón Vélez

Historiador, antropólogo social, pensador crítico, comunista de pura cepa y caminante en la cultura popular.

Pensar crítico, siempre

Un Commentario

america arminda torres moya 07/06/2018

Los imperios mundiales, se les llama ahora G-8, las potencias que dirigen el mercado mundial, como : el petroleo, las guerras con los paises asiaticos…la pobreza y aislamiento de los paises africanos, donde sus tierras respiran piedras preciosas…y el saqueo es constante…las politicas de hambre y muerte de los llamados, paises tercer mundistas…Inglaterra se perfila como el pais mas poderosos del mundo, con una moneda, que se sostiene , como la mas fuerte…la historia registra hechos por la ambicion de dominar a otros…

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