-José Gabriel Zarzosa / UN PENIQUE POR TUS PIENSOS–
En 2016 el candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, no logró consolidar una canción victoriosa para sus rallys. Necesitaba, como se acostumbra, una canción inspiradora, convincente, fuerte y emotiva a la vez. A cada intento, una queja de la banda detrás de cada canción. Mientras que Barack Obama podía pedir a sus amigos Bruce Springsteen, Beyoncé o Jay Z hacer alguna aparición en cualquiera de sus eventos, el único músico de primera línea que manifestaba su apoyo por el candidato republicano era el decadente Kid Rock. Incluso, para la inauguración de su mandato, hace exactamente un año, no logró convencer a alguien más que 3 Doors Down para hacer una actuación musical mientras que una banda tributo a Bruce Springsteen y algunas de las famosas y patrióticas Rocketes se negaron a asistir al encuentro.
México se encuentra en la víspera de las campañas que habrán de renovar el Gobierno y parte del cuerpo legislativo del país. Esta víspera es tramposa. Todos los partidos mayores tienen ya elegidos a sus candidatos, pero una simulación de precampaña, dirigida únicamente a los militantes de los partidos para elegir a sus ya-elegidos candidatos inunda ya a la radio y la televisión (cuando un newsletter en sus bases de correos electrónicos bastarían para el caso). Los tiempos oficiales que los partidos políticos tienen reservados en radio y televisión, además de las ambiciosas estrategias que tienen ya montadas en las redes sociales, llenan de ruido y confusión lo que debería ser el ejercicio informativo que lleve a la ciudadanía a tomar las decisiones más informadas posibles. No hay ejercicio informativo en los gritos desaforados, sonsonetes «musicales» y eslóganes vacíos. Lo que hay es un ejercicio de mercado en donde debería haber un ejercicio democrático. En fin, ya otros han señalado el devenir mercadológico de la función informativa de una campaña política y no es momento de volver a hacer corajes por ello. Lo que toca es analizar el papel que la música juega en ello.
Distingo tres usos concretos de la música de la que candidatos a distintos cargos públicos echan mano para acompañar sus mensajes.
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Música para construir a un personaje victorioso, la construcción musical de un héroe al estilo We are the champions, un luchador al estilo de Rocky Balboa.
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Música como un recurso nemotécnico, algo que haga relacionar una melodía, un sonsonete, una vaga idea musical placentera con una campaña. Un recurso, sin más, prestado de la mercadotecnia. Más adelante haré amplias referencias a un uso muy exitoso de esta técnica, pero antes, por favor vean hasta qué nivel de ridículo puede llegar el uso de esta estrategia:
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Música que ayuda a refrescar la imagen de un candidato, haciendo que se sienta más cercano al gusto de quienes busca convencer.
Recientemente sucedió lo imposible. Una canción, de otra manera destinada a hartar, molestar, enervar al electorado, como hacen todas las de su tipo, se convirtió en un fenómeno desproporcionado. Se hicieron remixes, se hicieron coreografías, se bailó en clubes nocturnos, se hicieron reportajes, entrevistas y estalló la píldora.
La canción es parte de la precampaña de Movimiento Ciudadano, un partido que se ha beneficiado en entidades como Jalisco de la distancia a los partidos dominantes con la que se presenta a la ciudadanía. Así, Enrique Alfaro, por ejemplo, pintó de naranja la segunda ciudad más importante del país y ahora se perfila como ganador inminente para la elección a la gobernación del Estado.
Se trata de una canción interpretada por Venado Azul y el niño Yuawi, agrupación de origen wirrarika, una cultura también conocida como huichola que ha padecido, como muchos otros indígenas en México, del desprecio e indiferencia de los gobiernos, y el despojo de las empresas, en especial, las mineras que explotan su territorio sagrado. Alfaro mismo ya había requerido los servicios de los intérpretes de esa canción para una campaña previa en la que disfrazaba su intención de generar una «ciudad marca» con hacerse de su propia marca – un movimiento muy obvio cuando el arreglo utilizado para la primera, era exactamente el mismo que había utilizado un año antes para la campaña a la alcaldía de la ciudad. Sea como sea, el recurso les funcionó. Hoy por hoy, México baila y canta Movimiento Naranja familiarizándose cada vez más con el partido del que parte a base de repeticiones y de las relaciones simbólicas que se establecen entre ellos y la canción. Lo hacen, además, el año en el que Marichuy, una candidata indígena, lucha para conseguir las firmas necesarias para aparecer en la boleta electoral como candidata independiente ante la total indiferencia de los demás partidos a su causa, incluyendo sí, a Movimiento Ciudadano.
José Gabriel Zarzosa

Habitante del tercer planeta, oriundo del país llamado México, fundador de los «viernes de José José» en Suecia.
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