-Carla Sandoval Carrillo / UBUNTU O NUESTRA HUMANIDAD COMPARTIDA–
Otro 8 de marzo. En el 2018, es una pena que tengamos que estar conmemorando este día de lucha de las mujeres por tener iguales oportunidades y derechos que los hombres en el mundo entero. La verdad es que el patriarcado, así como sus acólitos, el neoliberalismo y el capitalismo, siguen exigiendo víctimas. Y sus víctimas siguen siendo las personas más vulnerables y expuestas a varias dominaciones y explotaciones: niñas y niños, toda clase de minoría, las clases sociales pobres, personas de la tercera edad, las poblaciones indígenas… y, ni modo, las mujeres.
Las mujeres somos la mitad de la humanidad. No obstante, por el simple hecho de que no nacemos con un pene, nos consideran desde nuestro nacimiento personas y ciudadanas de segunda clase, cuando no más bajo. Dependiendo el país donde una nace, estas desigualdades serán distintas. Pero en todos los países, las mujeres siguen viviendo opresiones y violencia de género. El feminicidio y femicidio siguen siendo realidades crudas y duras en los países de América Latina, Guatemala siendo un buen alumno en esto. También en África, Asia y Europa y demás continentes se siguen matando y asesinando mujeres por el simple hecho de que son mujeres y consideradas, pues, como «propiedad», «objeto» o «estorbo» que se puede maltratar y matar con gran impunidad.
Las cosas cambian, es cierto. Cada vez que he dado talleres sobre el tema de género, no falta alguien que me haga esta observación. Y casi siempre, ha sido un hombre. Y no por nada.
Cuando se nace con ciertos privilegios, como el hecho de nacer hombre, blanco o adinerado, es natural que no se sientan o simplemente se ignoren las opresiones que los demás viven a diario. Las cosas cambian, es cierto. Pero cuando uno se da cuenta de que, por ejemplo, el Día Internacional de la Mujer se establece en 1911, es decir hace más de 100 años, cuando las mujeres inician su lucha para mejorar sus condiciones laborales, para obtener el voto, para poder estudiar en las universidades… y que, en el 2018, aún siguen luchando por las mismos derechos, aunque con diferentes matices, es de cuestionarse. Sobre todo porque que varios de los derechos obtenidos por las mujeres están siendo cuestionados e incluso aniquilados por las olas de conservadurismo y radicalismo que están sumergiendo a los países en el mundo entero.
La lucha de las mujeres es una lucha contra el patriarcado. Contra un sistema que las oprime desde lo estructural, a todos los niveles y en todos los ámbitos. Es una lucha contra el neoliberalismo y el capitalismo que han puesto en primer lugar la acumulación del dinero y el crecimiento económico, y no al ser humano y su cuido al centro del «desarrollo». Las mujeres cuidamos de nuestros hijos e hijas, de las personas enfermas, ancianas, vulnerables. Cuidamos de la tierra y de los recursos naturales. Cuidamos de nosotras mismas. El «cuido» está en el centro de nuestra sobrevivencia como especie. Las mujeres lo hemos hecho desde siempre, de gratis y con mucho sacrificio. Nos educan para eso, es cierto. Pero lo hacemos también con amor y entrega. Porque sabemos que sin ese cuido, la humanidad no puede existir.
La lucha contra el patriarcado es pues una lucha para volver a centrar el desarrollo humano hacia el cuido, la solidaridad entre las personas y la justicia social. No es una lucha contra los hombres, ya que el patriarcado también exige grandes sacrificios de los hombres, quienes son igualmente víctimas de este sistema opresivo. Se les exige NO ser vulnerables, NO mostrar sus sentimientos, NO actuar de manera sensible ni empática. Se les exige ser machos, machistas, se les educa con pornografía y violencia. La lucha contra el patriarcado es una lucha que ambos, mujeres y hombres, tenemos que dar juntos y de manera inclusiva. Debemos incluir en la lucha feminista todas las otras opresiones que existen en el patriarcado y en el capitalismo salvaje que se están implementando como modelos sociales en el mundo entero. La lucha contra el patriarcado es una lucha por encontrar nuevos modelos de desarrollo sostenible y sociedades que inculcan y educan desde nuevas identidades de género. Nuevas masculinidades y nuevas feminidades que no sean excluyentes, opresivas ni antagonistas.
Conmemoremos pues este 8 de marzo, teniendo en mente a las 41 niñas muertas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción ocurrido el 8 de marzo 2017, con dolor en el corazón porque estas atrocidades se siguen dando en el siglo XXI, y que todos y todas somos responsables de ello.
Fotografía tomada de eldiario.es.
Carla Sandoval Carrillo

Soy una Guatemalteca que no es de aquí ni de allá. Politóloga formada en Bélgica donde resido actualmente. Feminista convencida y con ganas de aportar a los debates fundamentales que contribuyen a garantizar el Estado de derecho, los Derechos Humanos y a agudizar el espíritu crítico tan necesario en estos tiempos actuales.
2 Commentarios
Opto por el matriarcado…el verdadero y declarado. No el oculto por burkas que inducen los peores excesos de violencia en respuesta a privaciones de dulzura maternal. Condeno con firmeza las mutilaciones practicadas contra las niñas y los niños indefensos. Califico de criminal la excisión ( mutilación del clitoris realizada ritualmente en algunas sociedades ). Condeno la circuncisión (intervención quirúrgica que guarda indicaciones precisas y debería ser prohibida como practica de fanáticos rituales ). Aspiro a ser comprendido por las verdaderas feministas, las que no economizan esfuerzos para que cunda la concordia y el amor.
Sería una forma de revancha?, ó cual es la propuesta concreta?.
En todos los órdenes y acciones naturales de la vida, ineludiblemente tiene que existir una fuerza, acción ó posición dominante entre los géneros animal y vegetal, aún en los del área mineral, por lo cual, sin confundir el Derecho, al derecho que todos los humanos por igual debemos acceder en sus diferentes formas siempre habrá que estar arriba ó abajo, grande ó pequeño gordo ó flaco, fuerte ó débil, solo por poner un ejemplo.
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