La ley soy yo

Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA

El Estado soy yo
Luis XIV

Al monarca Luis XIV de Francia, apodado el Rey Sol, se le atribuye la frase «L’État, c’est moi», como un ícono del absolutismo que representó, identificando la persona del gobernante con ese poder totalitario que la monarquía absoluta le concedía. Supuestamente la frase fue pronunciada ante el Parlement de París en abril de 1655, cuando el rey era un joven de apenas dieciséis años de edad. Este rey gobernó durante 72 años de los 76 años que duró su vida y, a pesar de lo difundido que él es el propietario de esta aseveración, se sospecha que muy posiblemente la anécdota es una tradición oral que no corresponde a los hechos, en vista de que tal frase no aparece registrada en las actas correspondientes del Parlamento y, por otro lado, es frecuente encontrar que en el mundo de la política los móviles para el énfasis y la relevancia de los dichos siempre se corresponden con intereses particulares y específicos.

Viene a la mente esta cita, pues el caso de nuestro presidente James Morales está recorriendo el orbe, y no es para menos. Bajo la luz de la dicotomía existente entre un sistema de gobierno monárquico, como el de la Francia del siglo XVII, y otro que es repúblicano, como el guatemalteco, establecido en el artículo 140 de nuestra Carta Magna («Su sistema de Gobierno es republicano, democrático y representativo»), no puede dejar de esgrimirse la fundamental diferencia de la división de los poderes del Estado, característica inseparable de la república, en contraste con la monarquía, en donde los distintos poderes se concentran en una sola persona.

Fotografía tomada de Derecho Constitucional.

De todas formas, y en consecuencia de nuestra pobre formación político-social, aún puede percibirse cómo una gran parte de la población sigue concibiendo en su mente la figura del señor presidente del Organismo Ejecutivo, como un monarca absoluto que pone y dispone cuanto le viene en su antojadiza gana, y que es plausible, desde su posición, el ejercicio de un poder absoluto, o cuasi absoluto. Más grave aún, resulta inconcebible que en pleno siglo XXI, el señor presidente de la República de Guatemala, James Ernesto Morales Cabrera, desempeñe sus funciones en ausencia de los contrapesos políticos que se ejercen desde otros poderes, como los organismos Legislativo y Judicial, o las distintas cámaras, que con funciones tanto bien definidas como necesarias, no pueden hacerse de lado. Sorprende todavía más cómo ciertos sectores de la población mencionan aberraciones contra la gobernanza republicana, pretendiendo anular, por ejemplo, nuestra Corte de Constitucionalidad. Y así, por admirable que pueda parecer, esa es nuestra situación y nuestra penosa realidad, como lamentable resulta el retraso que se evidencia en nuestra madurez como ciudadanía efectiva.

En este sentido, vienen a la memoria anécdotas que los abuelos de los que ahora somos abuelos relataban, sobre las acciones de don Manuel Estrada Cabrera, quien comparte con el actual presidente varios curiosos aspectos, aparte del apellido materno. Destacan su molestia por los medios de comunicación, pues no toleró ningún tipo de oposición, llegando ciertamente al poder, de rebote, por decirlo coloquialmente, ambos recién pasados sus 40 años de edad. Posiblemente en unos años se les identificará a ambos como los presidentes que se desempeñaron apoyados sobre el poder fáctico del sector militar, a pesar de no ser ellos militares, pues siempre obscuras fuerzas armadas les brindaron su incondicional apoyo. Para cierre de estas analogías, estamos en la absoluta expectativa que el caso de James no se extienda funestamente como sucedió con el de don Manuel, al margen de los esfuerzos que realizan actualmente los que ostentan el poder.

Los últimos hechos, que pasarán a anécdotas, se han dado la semana pasada, el jueves 22, cuando la Corte de Constitucionalidad declaró sin lugar las solicitudes de revocatoria planteadas por el Organismo Ejecutivo, en cuanto al amparo provisional otorgado al abogado Alfonso Carrillo, por lo que el jefe de la Comisión Contra la Impunidad en Guatemala –Cicig–─, Iván Velásquez, podrá volver a Guatemala para seguir al frente de la misión de Naciones Unidas. De esta forma, la Corte dejó sin efecto los recursos presentados por el presidente de Guatemala, quien con varios de sus ministerios pretendían anular la orden previa emitida por de ese tribunal.

Fotografía tomada de La Hora.

Ante el nuevo revés para el empeño del presidente Morales por expulsar del país al magistrado colombiano, James Morales envió al día siguiente un mensaje al comisionado Iván Velásquez, pues, entre líneas, en su discurso en un acto del Ministerio de Ambiente el presidente dijo «aprovecho para saludar a los que quieren entrar y no van a poder». Aparte de la jocosa negligencia, lo afirmado constituye una flagrante violación al orden institucional y la jerarquía del imperio de la ley sobre la voluntad personal de los gobernantes.

En complemento y contrastando con la caricaturesca situación, circuló abundantemente en las redes sociales que la organización Right Livelihood Award entregó a Iván Velásquez y Thelma Aldana el reconocimiento conocido como Premio Nobel Alternativo, «por el innovador trabajo al exponer el abuso de poder y enjuiciar la corrupción», según se expresó en el evento en Estocolmo, Suecia.

Fotografía tomada de La Hora.

Pareciera tratarse de un capricho infantil del gobernante, pero en ello estamos encerrados y detenidos. Al profundizar en este nudo político y social, un serio análisis conduce al sentido de la paradójica situación, cuando se comprende que las élites económicas que siempre han gobernado el país se encuentran en una necesaria metamorfosis, en la cual el juego de pesos y contrapesos persigue el anhelado equilibrio para los intereses de los diferentes sectores. Por complejo o simple que sea el sistema de fuerzas que se están confrontando, lo más relevante es que en breve y a través de los próximos comicios electorales estaremos ascendiendo el siguiente peldaño en la escalada hacia el ideal democrático fundamentado en un Estado fuerte y capaz.

Fotografía tomada de CNN en español.

Aunque para algunos la justicia de hombres se trata de un ideal imposible, en el fondo, la persecusión de este ideal se ha convertido en nuestro asunto fundamental para el establecimiento de un Estado derecho, fuerte, sólido y competente, en todos sus organismos y transversalmente en todas sus instituciones. Cabe concluir que el primero que ha dejado de ponderar el peso de sus palabras, tan necias como desatinadas, es el señor presidente, quien pareciera no estar consciente de las consecuencias que sobre él recaerán cuando su inmunidad termine.


Fotografía principal tomada de El País.

Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

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