La izquierda y la corrupción

Víctor Manuel Reynoso Angulo | Política y sociedad / INTERÉS PÚBLICO

Los términos de la geometría política (izquierda, derecha, centro) están en una curiosa situación. Por un lado son cotidianos en el periodismo y en la discusión pública. Por otro, están prácticamente ausentes en los libros de teoría y filosofía política. Lo que ha llevado a algunos a concluir que no se trata de conceptos para el análisis, sino de términos para la identificación propia y de los adversarios. Que «el primer gobierno de izquierda» en México (2018-2024) haya puesto en el centro de su agenda el combate a la corrupción y a la impunidad puede ilustrar lo anterior.

Ciertamente se puede afirmar que hay «muchas» izquierdas y derechas. Pero para que los términos tengan sentido, debe haber al menos una característica central común a lo que designan. Lo que conocimos como izquierda en el siglo XX nunca tuvo en su agenda el combate a la corrupción ni a la impunidad (tampoco la defensa de los derechos humanos, pero ese es otro tema). Por regímenes y proyectos de izquierda se tenían a los vigentes entonces en la Unión Soviética, China, Europa Oriental, Vietnam, Cuba, entre otros. Ninguno de ellos se preocupó lo más mínimo por los temas que el gobierno de Morena hoy pone como prioritarios.

El pensamiento marxista en sus distintas acepciones, dominante en muchas universidades latinoamericanas (se ha dicho que el último estalinista morirá en una universidad de América Latina), no tenía en su proyecto esos problemas. En todo caso se les mencionaba para considerarlos como parte de la ideología burguesa.

Para el pensamiento de izquierda dominante en todo el siglo XX, los problemas políticos se acabarían si se cambiaba el carácter de clase del Estado, si se destruía el Estado burgués y se daba lugar al Estado proletario. Preguntarse por el combate a la corrupción y a la impunidad en esos regímenes suena raro, quizá absurdo.

La corrupción y la impunidad son temas en la agenda del liberalismo político (no confundir con el económico). Incluso la que es quizá la definición más adecuada de corrupción, el uso privado de los bienes públicos, es de contenido claramente liberal. Es el liberalismo el que ha planteado la distinción público-privado, ajena al pensamiento dominante de la izquierda.

Que el término izquierda es más una autoidentificación que un concepto de análisis queda claro cuando algunas personas identifican el ser de izquierda con todos los valores políticos positivos: igualdad, mayorías, justicia, paz, progreso. Se deja la idea de derecha para todo lo negativo. Por eso Zaid concluyó que en México ser de izquierda es ser decente. ¿Habrá alguien que se considere a sí mismo indecente, y que navegue por el mundo político con los valores de la indecencia?

Si lo decente fue en algún momento que el Estado fuera el dueño de todo, disminuyendo la propiedad privada al mínimo (así fue vista por algunos la nacionalización de la banca en 1982), hoy lo es el combate a la corrupción y a la impunidad. Algo que no se plantearon los «últimos gobiernos de la revolución mexicana», los últimos gobiernos previos al «neoliberalismo»: los de Echeverría y López Portillo. Nada más ajeno a ellos que preocuparse por esas cosas.

Poca gente se identifica con la derecha en México. Me he encontrado con algunos, pero su autodefinición es tan poco consistente como la que mencioné de la izquierda (adoptar todos los valores políticamente correctos). Esos derechistas consideran que la izquierda es populista, no valora las instituciones, cae en el pensamiento débil y en simplismo, se limita a los lugares comunes, ignora la ética de la responsabilidad. Ellos son todo lo contrario de todo eso, por tanto son de derecha. Esa definición de izquierda me parece tan inaceptable como la anterior.

¿Tiene algún sentido esta reflexión? ¿Tiene algún sentido plantear que algunas palabras con las que tratamos de pensar nuestra realidad política no nos sirven para hacerlo? ¿Sirve revisar si nos ayudan a ver nuestra realidad con mayor claridad o profundidad o si por el contrario nos evitan hacerlo? Creo que sí.


Víctor Manuel Reynoso Angulo

Profesor investigador de la Universidad de las Américas, Puebla. Doctor en Ciencias Sociales por el Colegio de México, maestro en Ciencia Política por FLACSO México y licenciado en Sociología por la UNAM.

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