La impostergable dignidad

-Byron R.Titus / TRANSFORMACIÓN

El 15 de enero de 1970, sin haber cumplido los 21 años, Leonel Rugama (+), junto a Roger Núñez (+) y Mauricio Hernández (+) se enfrentaron en Managua a un batallón de la guardia somocista. No menos de 300 efectivos los rodearon con todo y artillería pesada. “Ríndanse elementos subversivos comunistas”, les ordenaban por los altavoces. En respuesta Roger, Mauricio y Leonel eligieron morir por sus principios. “Que se rinda tu madre” respondió Leonel, el último en caer abatido.

Existen ejemplos y casos guatemaltecos como ese, más que documentados, viven en la memoria de un puñado, en algunos periódicos que se arriesgaron a publicar la nota, y en los capítulos que se han preocupado por rescatar nuestra historia reciente. Tal es el caso de Horacio “El Chinito” Mendizábal (+) quien en julio de 1981 cayó abatido en una casa de seguridad de la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA) en la zona 15 capitalina.

La ideología, el propósito que les llevo a ofrendar su vida, debió haber sido más fuerte que cualquier interés personal, algo muy profundo superior a la ambición material o poder. Al fin, El Chino, si bien no vivía en la opulencia, tenía una posición económica cómoda, una relación linda con La Guanaquita, y sin duda pudo haber sido un arquitecto exitoso. Pero hubo algo, un principio poderoso incrustado en sus valores para que El Chino, como Juan Zea (+) y otros antes que él, estuviera dispuesto a llegar al límite.

Varios se han dado a la tarea de pretender descalificar casos como estos, tratando de demeritar su actuar, asociándoles con todo aquello que en el imaginario de la desinformación es impopular. Afincados en una ignorancia histórica, les califican de comunistas, revolucionarios, terroristas y demás que se puedan maquinar para pretender negarles el valor ganado a pulso con la vida y la muerte. Lo que menos les pasa por la mente al hacer dichas críticas es que fueron patriotas dignos.

Curioso, varios desinformadores siguen mediocremente activos (muchos hoy presos o cobardemente fugados), sosteniendo una historia falsa y divisiva, encubriendo el estiércol de sus patrones de siempre ¿Caso Gerardi alguno? Estos destajadores de la historia nunca llegaron a mayor cosa, contados los que pasarán por el ojo de la aguja. Su desinformación es tan trágica como su ignorancia histórica, su falta de honor y dignidad.

Entonces, ¿qué razón hay para llegar a esos extremos de la muerte? Una disposición que nos demuestra un alto grado de compromiso colectivo que superaba cualquier ambición o necesidad personal. Dichos ejemplos se habían COMPROMETIDO, habían jurado ser leales, dignos hasta el final.

Supongo, porque nunca estudié en la escuela militar de Guatemala, que al ingreso y ya estando en ella, los jóvenes cadetes hacen también un juramento de honor y lealtad, y prometen un compromiso similar hasta la muerte.

Lo supongo por los ejemplos militares incluidos en los anales de la dignidad patria, la huella ejemplar de muchos oficiales dignos que con su vida, aporte y muerte lo han demostrado. Marco Antonio Yon Sosa, Luis Augusto Turcios Lima entre muchos, quienes como Rugama, Mendizábal y miles más, prefirieron, como juraron, morir antes que claudicar. Bien nos recuerda su ejemplo las líneas de Patricio Manns que la dignidad se convierte en costumbre, y en esa vena también nos preguntamos ¿qué pasó con los otros que claudicaron, por qué a ellos les quedó tan grande la dignidad?

Byron R.Titus

Sociólogo, investigador científico y transformador. Conferencista y asesor internacional. Actualmente director del Regional Resource Center en Webster MA. Fundador y director del Centro de Transformación a la Excelencia. Vivo fuera de Guatemala desde la noche del dia de la virgen de Guadalupe 1975. Mi cumpleaños es el 15 y 16 de julio, resido -hasta que San Juan baje el dedo- en Nueva Inglaterra, EUA. Amante de las artes, particularmente la literatura y la música.

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