La historia nos delata, nunca hemos aprendido

Meme Barrientos | Arte/cultura / APRENDIZ DE ALERO

El 8 de abril de 1920, la Asamblea Nacional Legislativa declaraba incompetente, mediante el Decreto 1022, al déspota liberal que había gobernado durante 22 años el país, el licenciado Manuel Estrada Cabrera. Su régimen había estado marcado por la tiranía, el control total de la población mediante servicios secretos mejor conocidos como «orejas», su agenda gubernamental obedecía a las directrices de sus antecesores liberales. Manuel Estrada Cabrera llega a la primera magistratura por una de esas casualidades de la vida, su antecesor José María Reyna Barrios había sido asesinado y la vacante vacía la llenó «un perfecto desconocido»; palabras con las que el diario La República se refería años atrás al Señor Presidente, personaje principal de la novela homónima escrita por Miguel Ángel Asturias, obra que le daría el máximo galardón de la literatura guatemalteca.

Noventa y ocho años después, la historia se repite. El país se encuentra a la deriva; las autoridades se han enfrascado en una aberrante y sucia lucha para proteger intereses personales y han relegado el bien común de los guatemaltecos a un lugar que no figura en sus planes. El Estado se encuentra en la peor crisis de los últimos treinta años; nuestro sistema vial yace en total abandono; el sistema educativo y las escuelas se encuentran en una crisis sin precedentes; la red hospitalaria desabastecida y un gabinete de Gobierno que es un chiste en donde prima la mediocridad. Es evidente que nunca existió un plan consciente con metas reales que fueran medibles y alcanzables, todo lo que salía de la boca del señor payaso… digo, señor presidente, seguramente surgía de esa escuela de actor de mala monta, siempre improvisando y manteniendo una expresión soberbia de la incompetencia.

Nuestra actual crisis surge después de un desgaste político extenuante, en el que sale a la luz la evidencia de un sistema fallido, en donde el capital se fuga para todos lados menos para sanear las necesidades básicas de la población. La clase dominante sigue enriqueciéndose a costas de la vida de los trabajadores que difícilmente llegan con su salario a fin de mes, la clase politiquera solo busca llegar a un buen puesto para hacerse de propiedades y de una riqueza que no les ha costado, que no la han trabajado. Toda esta podredumbre en la que nos ha tocado vivir por generaciones, parecía llegar a su fin en el 2015.

El letargo del pueblo, cada vez más polarizado, hizo que se conformara gran cantidad de plataformas de todos colores y de todas las ideas, pero sin ningún liderazgo, sin ninguna propuesta real y sin consensos que equilibraran la cancha, en donde primara el bienestar de todos los guatemaltecos. Este escenario fue muy bien aprovechado.

Ese momento histórico nos va a perseguir el resto de nuestros días a esta generación, se pudo haber logrado mucho, pero logramos poco, dejamos ir esa brillante oportunidad. Las condiciones no eran las más aptas para elegir, pero como reza el dicho: «en río revuelto, ganancia de pescadores», así, unos viejos ausentes, o por lo menos visibles, aprovecharon esta coyuntura, en donde se les presentó un nuevo momento, el que habían estado esperando desde que el general Oscar Mejía Victores había dejado el poder. Los señores de uniforme, pero no de los formados para proteger la soberanía nacional, no de esos inspirados por una mística, un orden común, sino que esos que como una mafia se colocaron en las fronteras y puestos estratégicos para hacerse de coimas, aliados a oscuros intereses.

Por ahí se encontraba un carismático personaje, que había querido ser alcalde pero no lo había conseguido, su vida política parecía haber terminado sin tan siquiera haber empezado. A este llegaron los señores uniformados a proponerle una mejor oferta; le dijeron que pensara en grande, que él tenía madera, que todo iba a estar bien, que no se preocupara, ellos iban a estar ahí para cuidarlo, que él es un buen orador y que con sus chistes idiotas iba a ganarse al pueblo, que con su humor mediocre iba a entretener a las masas, que con sus payasadas de mal gusto iba a ser querido por todos, que con Black Pitaya, que con Nito y con Manzana Buena iba a meterse a todos a la bolsa. Le hicieron creer esa y mil cosas, que no se ahuevara, que ellos ya habían estado al frente de las riendas del país desde don Justo Rufino Barrios y que ya tenían experiencia para controlar a las masas, que ya tenían un plan, que se habían preparado los últimos 30 años para ya no volver a perder el poder, que su pacto con el sector empresarial era un hecho y que siempre habían trabajado juntos, que ya poco tiempo le quedaba a la fiscal general y que ya tenían un nuevo paquete armado, un nuevo gabinete. Ellos tomarían el control y harían fluir la plata a sus arcas, que ellos lo iban a manejar, que él solo pusiera la cara y lo llevarían a los libros de historia.

Otro perfecto desconocido casi 100 años después.


Meme Barrientos

Licenciado en Arte y restaurador de bienes muebles, carrera que amo y me quita el sueño. Apasionado de la historia del arte guatemalteco, admirador y fanático de la arquitectura. Acumulador compulsivo de historias de antes y de objetos de otras épocas. Un alma vieja pérdida en este trajeteado siglo.

Aprendiz de alero

Un Commentario

Alfredo Porras Smith 22/09/2018

Si …….. cien años después llega un perfecto desconocido. Pero el marco histórico de la llegada de Cabrera a la presidencia es otro. Nos es el de Morales. Ahora, los intereses económicos que los dos priorizan si resulta ser los y mismos. La oligarquía y los intereses extranjeros.

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