La FIFA en Guatemala, o el Diablo repartiendo escapularios

Carlos Castro Furlán | Deportes / EL SUEÑO POSIBLE

Todo está podrido en Dinamarca.
Hamlet, Shakespeare

Parafraseando a Shakespeare, bien podríamos decir que todo está podrido en Guatemala y en todas sus instituciones.

Es así como el efecto de putrefacción ha alcanzado al deporte más popular del país y a la institución que lo rige, la Federación Nacional de Futbol. La corrupción en la Federación Guatemalteca de Futbol no es un fenómeno nuevo, ya que esta se enraizó en sus estructuras desde los inicios de 1980, cuando Raúl García Granados (exsuegro de Álvaro Arzú Irigoyen) irrumpió en la escena futbolística convirtiéndose en propietario del Club Comunicaciones y usando este club deportivo como una fuente de lavado de activos y de negocios sucios. A través de la contratación de una gran cantidad de futbolistas extranjeros, así como la intromisión de dinero del narcotráfico en el financiamiento de los clubes, el futbol se convirtió en campo propicio para el lavado de activos, negocios turbios y fuente de corrupción.

En el 2016, el principal directivo de la Federación Guatemalteca de Futbol (Brian Jiménez Presidente) fue extraditado a Estados Unidos para ser juzgado por el caso Fifagate, en el cual fue acusado por apropiación ilícita de recursos de la Federación Guatemalteca de Futbol, por apropiación ilícita de recursos de la FIFA destinados a proyectos de desarrollo futbolístico, venta ilegal de su derecho a voto en el comité internacional de la FIFA, venta ilegal de derechos de transmisión de los encuentros que debería disputar la selección guatemalteca para las eliminatorias del Mundial y otra serie de acusaciones más que al final siempre iban a ser tipificadas como apropiación indebida de recursos que no le pertenecían.

Las directivas de las federaciones deportivas en Guatemala, siempre han sido puestos apetecidos, no solo por los privilegios que detentar un puesto en ellas implica, sino porque son un medio para acumular riqueza y hacer negocios muy rentables y sobre todo porque les permiten a los directivos aspirar a impulsar una carrera política.

El futbol de Guatemala, era uno de los mejores del área hasta el final de los años 70 y poco a poco fue decayendo, ya que, con la contratación de una gran cantidad de jugadores extranjeros irrelevantes, se afectó el trabajo de las ligas menores guatemaltecas que eran la cantera en donde empezaban a formarse las futuras estrellas de los equipos de la liga mayor. Los campeonatos interescolares que tantos buenos jugadores dieron a Guatemala fueron suspendidos sin razón y las ligas del Campo Marte, la Pedrera, la Betania y el Roosevelt fueron decayendo. En cambio, el futbol se privatizó a través de la creación de los campos deportivos de Futeca y lo que fuera un deporte de «arrabal» se convirtió en un deporte de las élites guatemaltecas que tenían el dinero suficiente para pagar el alquiler de las canchas. No solo se privatizó el deporte, sino que se le arrancó el corazón.

Por una decisión del Comité de Emergencia de la FIFA, el 18 de diciembre del 2015 se formó una Comisión de Normalización para la Asociación Guatemalteca de Futbol, que supervisara las operaciones de esta federación y revisara sus estatutos para compatibilizarlos con las exigencias de los estatutos de la FIFA y para que organizara las elecciones a efectuarse el 30 de septiembre de 2016.

En septiembre 2016, el mandato de la Comisión de Normalización fue extendido hasta julio del 2017; pero en octubre 2016 la Asamblea General de la Federación Guatemalteca de Futbol rechazó dicha extensión. Como consecuencia, la FIFA la suspendió como miembro de este organismo internacional y le prohibió participar en cualquier evento internacional hasta tanto la Federación Guatemalteca no adopte los estatutos que la FIFA le demanda.

El plazo perentorio para adoptar los estatutos que la FIFA demanda expira este 30 de abril 2018 y la Federación Guatemalteca de Futbol, que en este momento se encuentra suspendida, corre el riesgo de ser expulsada definitivamente de la Federación Internacional de Futbol Asociado.

Yo realmente no entiendo por qué la Federación Guatemalteca se rehúsa a aceptar los estatutos que la FIFA le presentó, ya que una de las reglas para pertenecer a una organización supranacional es el aceptar los estatutos y las reglas que la casa matriz le presenta a todos sus afiliados. La única razón valedera para no querer aceptar estos estatutos es que los directivos guatemaltecos no quieren ser fiscalizados y prefieren perder los negocios que podrían obtener a nivel internacional para seguir «pellizcando» los recursos nacionales que ellos creen tener seguros.

Otra de las dudas que tengo, es por qué no se dejan fiscalizar por la FIFA que es una de las instituciones más corruptas del planeta, ya que como dicen los chilenos «No nos vamos a leer la suerte entre gitanos», que en buen chapín lo podemos traducir que tanto los directivos guatemaltecos como los miembros de la FIFA son «coyotes de la misma loma» y al final hasta podrían llegar a un acuerdo que en términos económicos sea beneficioso para ambas partes. Ya lo ven, el papel de la FIFA en Guatemala es el mismo que el del Diablo repartiendo escapularios

Señores de la Federación Guatemalteca de Futbol, firmen el acuerdo antes del 30 de abril, ya que aparte de que expulsen a Guatemala de la FIFA estarían afectando negativamente a todos aquellos que practicamos futbol y a más de 14 millones de guatemaltecos que aún soñamos con ver a nuestra selección en un Mundial. La expulsión es lo de menos, recuperar la membresía es un proceso que se llevará más de 20 años.


Todas las imágenes de este texto fueron proporcionadas por Carlos Castro Furlán.

Carlos Castro Furlán

Ciudadano de Guatemala y del mundo. Sociólogo, economista, internacionalista y libre pensador. Exprofesor de la Universidad de San Carlos. Amante de la música, de los libros y de todo lo bueno. Mi pasión han sido el futbol, la carrera de larga distancia (maratón), los libros, las revoluciones y los procesos sociales en donde la organización popular ejerce cambios en favor de las mayorías.

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