Luis Melgar Carrillo | Política y sociedad / NUESTROS HIJOS
El éxito que pueda alcanzar cualquier persona en la vida, depende en muy alto grado del aprovechamiento de las oportunidades que se le hayan presentado. En general, estas oportunidades son recibidas de terceras personas. La actitud que se tenga en relación a estas otras personas, es la catapulta para que estos terceros tengan el deseo de ofrecerle, o de negarle, dichas oportunidades. La actitud hacia los demás tiene su origen en los mandatos que se hayan recibido en la primera infancia.
Como consecuencia de la interacción con las otras personas, un infante menor de siete años va grabando en su cerebro imágenes acerca de la conducta que les ha ido observando. Para el bebé, las primeras influencias externas importantes tienen lugar desde el inicio de la lactancia. En vista de que sus progenitores son generalmente la primera oportunidad de contacto que tiene, se va formando un concepto de ellos. En la medida en que crece, poco a poco también va formándose un concepto de las otras personas que lo rodean. En estas imágenes se encuentra lo acertado o desacertado de las actuaciones de estos terceros.
En gran parte de los casos se van dejando grabados pequeños detalles, que acumulados irán dando lugar a conceptos que definirán con el tiempo la imagen final que tenga de estas personas. Muchos de esos detalles son experiencias insignificantes o de poca importancia. Por ejemplo: durante toda su primera infancia, la madre le da ejemplos al pequeño, los cuales evidencian que ella tiene habilidades superiores a las del pequeño mismo. Su capacidad del manejo de instrumentos y, en general, su habilidad manual son superiores a las del pequeño, quien apenas está iniciando su aprendizaje. Este bebé se va formando un concepto al ir observando esa habilidad superior que tienen tanto sus progenitores como los otros adultos que lo acompañan, incluyendo sus hermanos mayores, si los tuviera.
Este concepto de los demás lo asocia con la relativa torpeza de él mismo, frente a la gran habilidad de los adultos. Por lo general es un concepto relativo, que también queda grabado para toda la vida. Por esa razón, al inicio de su aprendizaje, el pequeño graba un concepto sobre el valor de las otras personas mayores, principalmente de sus padres.
Por otra parte, las personas que ejercen influencia sobre el pequeño generalmente están emitiendo consciente o inconscientemente juicios de valor acerca de terceras personas, que el pequeño identifica. La internalización de estos juicios también son grabaciones que quedan asentadas en el cerebro del pequeño que las escucha. De esta repetición de juicios de valor, tanto acerca de sus progenitores, como de otros adultos, el pequeño también va acumulando sus propios juicios de valor. El resultado final es que en su primera infancia va quedando relativamente definido el valor que tienen para él las personas que lo rodean.
En este punto es importante destacar que las injusticias, el mal trato, los regaños y demás demostraciones agresivas hacia el pequeño, también van quedando grabadas en su cerebro. Se debe recordar que por el poco desarrollo de las neuronas antes de los siete años, estas imágenes son retenidas como verdades absolutas. Son conceptos que de no ser cambiados voluntariamente, siendo ya una persona adulta, probablemente los vaya a dejar guardados para toda la vida.
Es conveniente recordar que la solidez de las grabaciones negativas, en muchos casos, es una consecuencia directa de la adrenalina que se produce en los momentos en que el infante se estresa ante una amenaza de peligro. El estrés que genera el niño cuando su seguridad se ve amenazada, refuerza con mayor intensidad la imagen que graba acerca de aquellos que lo amenazan.
La imagen final que el niño guarda acerca de las otras personas es consecuencia directa de tres fuentes de información diferentes, y que son: su propia conciencia acerca de las habilidades que les observa a las otras personas, la repetición de comentarios que ha escuchado acerca de ellos, y la amenaza que percibe de terceros cuando se asusta, generando la adrenalina con que guarda los momentos estresantes.
Por todo lo anterior es muy conveniente tener presente que en el proceso de educación, para que un pequeño tenga una imagen positiva del mundo que lo rodea, comparado con su potencial, es muy importante la comunicación que le ofrezcan sus padres.
Ante los fracasos motrices que el niño observa de sí mismo, los padres pueden moldear su autoestima, mediante refuerzos positivos. Por ejemplo, decirle: «Mira Pablito, poco a poco tú lo vas a ir haciendo mejor. Tu hermanito mayor lo hace mejor, porque él ha practicado. Por eso tú debes de practicar».
En relación a los comentarios acerca de terceros, los padres deben tener el cuidado de que todo lo que hablen de los demás sea positivo. Los chismes, calumnias, burlas o escarnio que se haga de los demás, poco a poco van conformando en el niño una imagen de que las otras personas no valen. Pero, por el contrario, los calificativos constructivos acerca de los demás poco a poco van reforzando el concepto del valor de las otras personas.
Finalmente, es conveniente tener presente que, ante la amenaza de terceros, es conveniente que los padres separen la posibilidad de que los niños interactúen con aquellos frente a los cuales se puedan sentirse estresados. En otras palabras, tratar de evitar los rencores que puedan quedar guardados en el cerebro del niño cuando se ve amenazado.
Un niño que ha crecido en un ambiente positivo, es un niño que tiene la tendencia natural a sonreír libremente ante los desconocidos. También es un niño que los mira de frente y sin temores. Si no se está proyectando con esa libertad, es el momento en que los padres reflexionen y traten de enmendar los errores que se hayan podido cometer en su proceso de educación.
El resultado final de los conceptos que hayan quedado grabados en el subconsciente del niño, es una actitud en general hacia las otras personas. Cuando uno observa a un adulto, la manera natural de sonreír, de hablar, de mirar de frente, de soltar su cuerpo y, en general, de conducirse hacia las otras personas, puede detectar fácilmente que en su infancia esa persona creció en un ambiente favorable para su personalidad.
Por el contrario, una persona que da evidencias claras de rechazar a sus semejantes, se puede observar en su ceño fruncido, sus palabras agresivas, sus movimientos rígidos y mediante otras muestras evidentes y observables. Las oportunidades que se puedan recibir en uno y otro caso, son diferentes.
Por esas razones, los padres, al tomar conciencia de lo trascendente que en la vida futura de sus hijos resulta la actitud que puedan tener hacia los demás, deben reencauzar sus esfuerzos de educación. Se pretende que estos pequeñitos acepten a las otras personas, de manera que en el futuro no se vayan a cerrar puertas en la vida.
Fotografía tomada de Siempre mamá.
Luis Melgar Carrillo

Ingeniero Industrial, Colombia 1972. Máster en Administración de Empresas, INCAE 1976. Autor de 9 libros (tres aparecen en Google). Autor de 50 artículos (24 en gAZeta, Guatemala 2018; 20 en revista Gerencia, Guatemala 1994-95). Director de Capacitación (Asociación de Azucareros de Guatemala). Director de Recursos Humanos (Polymer-Guatemala). Excatedrático en universidades de Costa Rica, Guatemala y Tepic, México. Residencia en Tepic.
6 Commentarios
Estimado Luis Melgar, es un honor contar con Tu amistad, tus escritos y publicaciones que hasta hoy he leído son un verdadero aporte para nuestra sociedad, la claridad y sencillez con que expresas grandes verdades le dan un valor incalculable, es necesario hacer nuestra parte la cual sin duda es poner en práctica lo que en forma desinteresada nos regalas, felicidades amigo, espero continúes con tus publicaciones tan asertivas gracias y bendiciones!!!
Estimado Homero: Muchas gracias por tus palabras. La idea de que se difundan estas ideas es tratar de mejorar nuestras sociedades, mediante la formación de mejores generaciones. Los niños son nuestra esperanza. Saludos
Todos tus escritis son muy importantes y debemos poner atencion en lo que tan sabiamente explicas para el fututo de los niños que llegaran a adultos. Ya pase esa epica pero vienen los nietos. Muchas gracias
Muchas gracias querida Mutty por tus palabras. Yo también ya pasé por la crianza de mis hijos, y ahora vienen los nietos. Espero que esta nueva generación que apenas está creciendo, supere a la de sus padres, la cual también superó mi generación. Gracias a Dios estamos en un mundo que evoluciona.
Para quien se tome la molestia o el tiempo de leer a Luis Melgar Carrillo, encontrará un tesoro invaluable para compartir con sus hijos o amigos. Para aquellos que están en el proceso de educar a sus niños, encontrarán una invaluable guía de comportamiento positivo hacia ellos. Felicitaciones Luis.
Querido Edgardo: Muchas gracias por tu comentario. La intención de esta serie de artículos es tratar de levantar mejores generaciones. Seremos un mejor país en la medida en que los pequeños se puedan levantar como ciudadanos de bien. Nadie nace aprendido acerca de la manera de formar triunfadores. Apoyándonos unos a otros podremos tomar ideas de como hacerlo mejor.
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