La elección, el fascismo y los límites de la democracia

-Tales Afonso Muxfeldt Ab´Sáber | PUERTAS ABIERTAS

En los últimos días, una vez más, un sistema de razones acordadas, constituidas racionalmente, del mundo del sentido común de la vida y de la historia, fue cuestionado por las prácticas políticas excéntricas inventadas en Brasil desde el proceso de derrocamiento del Gobierno electo en 2014.

Una vez más, para constreñimiento de la parte democrática y sana de la vida y de la cultura, tuvimos que ser testigos que una institución, en este caso una embajada de país extranjero, haya tenido que negar, y enseñar a los apasionados brasileños de derecha, que las cosas de la historia no son como ellos desean y expresan cínicamente como si fueran.

Como había ocurrido con Facebook, que derribó las decenas de páginas administradas por el MBL por una práctica sistemática de desinformación pública, otra manera de decir fake news, noticias falsas y de mala fe, esta vez fue la embajada de Alemania en Brasil que, de modo oficial, históricamente circunstanciado, se vio obligada a negar la pasión alucinatoria de la derecha brasileña, recordando lo obvio: el nazismo es y siempre fue un movimiento de extrema derecha, y no de izquierda como pretendía la mala interpretación, grosera, interesada, impertinente y acentuada.

Este punto de la vida de la cultura, de concepto de la política, ridículo para sus inventores, es solo uno de los varios certificados de mala fe y de violencia contra el pensamiento. Solo uno de los muchos hechos políticos anómalos y simbólicos que involucraron el movimiento de la toma del poder y la cultura por la derecha contemporánea en Brasil.

De hecho, la mentira acerca de la historia, violenta, ridícula o insolente, fue utilizada con fuerza por el movimiento social de derecha en el proceso de derrocamiento del Gobierno en 2015-2016. Y podemos decir que hoy solo una verdadera máquina de aceptación de la violencia de los sentidos y de normalización del absurdo podría legitimar un político abiertamente fascista, como Jair Bolsonaro, como actor en una democracia en funcionamiento adecuado.

Como falsificadores públicos explícitos que son y fueron, sobre el sentido del gobierno de izquierda derribado en Brasil con mentiras, y con el sentido de la experiencia social y de los problemas del país de hoy, e incluso sobre la naturaleza de puntos consolidados por la historia – como el nazismo que fue un feroz y criminal movimiento de la derecha alemana de los años 1920 y 1930, y no de izquierda-, estos hombres trabajan fuera de los parámetros acordados en una cultura racional compartida, que pondría el cuadro de referencias históricas en problemas, tanto a la derecha como a la izquierda democráticas.

De la misma manera que los nazis jamás fueron de izquierda, en la equivocada interpretación de los promotores de la violencia simbólica de nuestra derecha radicalizada, el PT, que hizo un Gobierno de coalición y pacto social, de desarrollo fuerte del mercado de consumo interno, capitalista desde la perspectiva política, jamás fue comunista ni deseó la Revolución bolivariana, como se predicó, alucinó y enfermó a una parte significativa de la sociedad brasileña por los radicales, públicamente mentirosos que hoy se convierten en fascistas comunes.

Si no hay viraje en las tendencias de ahora, la presencia de la extrema derecha brasileña en la segunda vuelta de la elección a presidente debe llevar a otro nivel la práctica de la violencia, la mentira y el desprecio por todo lo que no sea como quiere y desea ese grupo, ignorante y rebajado como su líder.

Este es el mundo simbólico totalitario del fascismo y su típica acción antidialéctica, antiotro, como dijo Herbert Marcuse ante la ascensión del nazismo alemán en los años 1920.

Este movimiento enérgico, de la mentira y del delirio, fue extremadamente importante para comprometer tanto el comportamiento popular como la opinión pública durante el proceso de impeachment, y lo es hasta ahora.

Con la disolución profunda de la legitimidad y fuerza social del PSDB, este movimiento toma el poder como su botín político, como los mercenarios en una guerra, ante el éxito de la degradación simbólica del lugar y del valor de la izquierda en Brasil.

Movimiento fantásticamente ideológico, estableció un claro plan de asalto revisionista de la historia. Violento como todo lo que le concierne. Que sirvió, en gran medida, como puente y biombo simbólico para los reales intereses económicos que llegaron al poder con el derrocamiento de Dilma Rousseff.

La política del odio y de la mentira alucinada era, en las calles, la cara cultural del nuevo poder, de la toma real del Gobierno brasileño por grandes intereses económicos nacionales. El capital nacional, en Brasil, siempre alejado de la vida social, utilizó a los fascistas, y los fascistas, en la medida de la derrota ética y de competencia del PSDB, pasaron a ser la medida política posible para el capital nacional.

Se trata de una solución política eficaz para mantener la política de desmontaje de los derechos sociales y del trabajo en Brasil. Y este pacto, fascismo/intereses económicos, ante la inhabilidad enorme de los medios ante el excapitán promotor de la tortura y la dictadura, ha impedido, vergonzosamente, el esclarecimiento sobre la naturaleza del terror que significa la llegada de Bolsonaro al poder. Es necesario explicitar claramente lo que este proyecto puede hacer, si llega a imponerse al país por la irresponsabilidad de muchos.

Como vimos, no hay compromiso con parámetros de verdad histórica, o de ciencia –«deje a los historiadores lejos», dijo Bolsonaro en el Jornal Nacional da Globo–, así como tampoco hay compromiso con ningún valor de derecho humano.

Así, la violencia de Estado y el desprecio por la política y los derechos deben convertirse en tendencia de gobierno. Hay una verdadera fascinación por la justificación de la dictadura civil-militar, un fetiche simbólico fijo, así como un constante placer perverso en exaltar torturadores de aquella dictadura y de hoy.

La inhabilidad en el trato con el lenguaje y la relación con fuerzas sociales contradictorias, en conjunto con el desprecio por la democracia, el horror a los movimientos sociales y a la mediación política de la izquierda, pueden perfectamente llevar, en una situación de crisis, a intentos de ataque y la suspensión del Estado de derecho, lo que, de un modo u otro, tanto Bolsónaro como su candidato a vicepresidente, el general de ocasión Mourão –el «asno», según Ciro Gomes– expresaron considerar como normal.

La crisis social de violencia en Brasil será atacada con una gigantesca máquina de abuso y terror que, desencadenada de los controles simbólicos e institucionales de los derechos humanos, puede convertirse en el núcleo orgánico de un Estado de excepción activo, con un gran impacto de violencia sobre pobres y negros en Brasil.

La cultura será despreciada y rebajada al más común producto industrial de masas, confundida directamente con todo lo que venga de la televisión y de la propaganda de mercancías. Las contradicciones y las críticas inherentes al proceso democrático pueden entenderse en clave de paranoia y de guerra de exterminio, como piensa el político fascinado por la violencia, de modo que surjan persecuciones del espacio civil más fuertes que las que existen hoy, justificadas como razón de Estado.

Mientras tanto, el brazo del terror económico del Gobierno, delegado al nuevo capo de Estado, el señor Paulo Guedes, debe privatizar, a velocidad y escala de choque y emergencia, todo lo que tenga por delante, de ojo principalmente en las joyas de la corona, como lo son los bancos públicos y la Petrobras.

Las nuevas leyes de pérdida de derecho laboral deben surgir. En este movimiento, económico ideológico antisocial, las universidades públicas serán desechadas como parte de los ajustes de la racionalidad económica privatista irresponsable, siendo llevadas a cobrar por la educación, de manera que disminuya su acción social de transferencia de renta y de formación crítica, y convertirse definitivamente en un derecho de clase en Brasil.

Al mismo tiempo, una posible liberalización de las armas, en un marco de recesión y desempleo grave, debe aumentar el número global de los asesinatos que ocurren todos los días entre nosotros.

Todas estas acciones de un Gobierno de terror, en el límite de la estructura de institucionalidad de la democracia, y más allá de ella, se desprenden claramente de las posiciones y de los discursos del candidato fascista y del grupo de fanáticos que lo rodea.

En el caso de que se confirme un gobierno de Bolsonaro, una mezcla interesada de autoritarismo fascista con neoliberalismo antisocial, son reales las posibilidades de que la democracia será eliminada por la arrogancia autocrática.

Por eso, también el centenario periódico liberal de repercusión mundial The Economist trató a Bolsonaro como un riesgo efectivo para el desarrollo, la democracia y la estabilidad social, no solo de Brasil sino de toda América Latina.

Fue una llamada a la razón política y social de una élite nacional que la perdió a partir de 2015. Insistir en un proyecto temerario y grave como ese, para un país debilitado por acciones semejantes, habla mucho de la degradación del carácter político, social y científico al que llegó parte de la élite brasileña en el proceso de derrocamiento y criminalización del PT.

Por el otro lado, candidatos calificados de la izquierda ofrecen el retorno del pacto social racional, a la necesidad democrática de sentarse a la mesa de negociaciones todos los actores sociales con el Gobierno, de manera clara e inteligente. Pero la inteligencia y la democracia son tratados en el Brasil de hoy como cuestiones radicales por los radicales del terror económico y de Estado que nos trajeron hasta este punto límite de la vida y de la historia.


Tomado con autorización de Carta Capital, publicado el 25/09/2018. Traducción de gAZeta.

Imagen principal, Jair Bolsonaro con militares, tomada de Fox News.

Tales Afonso Muxfeldt Ab´Sáber

Graduado en Cine y doctor en Psicología Clínica, es profesor de Filosofía y Psicoanálisis en varias universidades de São Paulo, ha publicado libros y ensayos sobre sus temas de interés.

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