La economía inmoral o la inmoralidad de la economía

-Fernando Zúñiga Umaña / EN EL BLANCO

La economía es una de las ciencias más apasionantes, poder estudiar fenómenos sociales y lograr introducirlos dentro de los esquemas científicos de la economía para obtener resultados que tengan coincidencia con el beneficio social, sin ninguna duda permitiría lograr resolver problemas que hoy azotan al mundo. De manera que como disciplina científica puede resolver, junto con otras, los grandes problemas del mundo, entre ellos la brecha social, las hambrunas, reducir la mortalidad, mejorar la calidad de vida y tantas otras cosas.

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No es esta ciencia, ni todos los economistas los culpables de los problemas económicos de este planeta, la culpa es de que exista una economía inmoral y economistas inmorales, que al interactuar crean una espiral del mal. Robert Reich exsecretario de Trabajo en el Gobierno de Clinton, trato de resolver problemas laborales, de salud ocupacional, de vivienda, de salarios, pero llegó a la conclusión de que en el sistema capitalista del país más rico del mundo hay masas de perdedores y una mínima cantidad de ganadores. Asombroso descubrimiento.

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Pero no solo eso, según Reich, los poderosos que lideran este mundillo, continuamente crean las leyes que los fortalecen y les permiten crecer y crecer sin parar. Incluso menciona como los senadores y representantes legislativos, cuando dejan sus curules, se convierten en “cabilderos” que facilitan y asesoran para que se aprueben esos millares de páginas que conforman un marco legal totalmente flexible y expuesto al cambio constante, repleto de privilegios para estos sectores y para que sigan de esa manera construyendo un sistema inmoral de dominación. El problema de Reich es que cree que el capitalismo debe salvarse, no comprende que esa forma de actuar es inherente al capitalismo como sistema. Y no solo “cabildean” en sus países, mueven sus piezas a nivel mundial y utilizan a peones de sus periferias para lograr “marcar sus canchas” bajo el lema de la apertura, la competencia y la libertad.

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Para justificar sus actuaciones, los economistas, en su papel de políticos o asesores de estos, se convierten en agentes inmorales de un sistema inmoral. Usan palabras fetiches, como libertad, apertura, competencia, libre mercado y otras más, y las unen a ese inmenso mar de instrumentos técnicos que la economía como disciplina les ofrece. Parten del supuesto que el capitalismo es el mejor sistema y que funciona a la perfección, algo así como lo que Wolfgang Streeck denomina el capitalismo democrático, entonces ¿por qué su inmoralidad y la de sus agentes, entre ellos los que se disfrazan de científicos? Los vaivenes del libre mercado pueden ser fatales hasta para las más grandes empresas. Por eso debe permanentemente reforzarse, ir paso a paso construyendo una plataforma legal que la fortalezca, y eso se logra teniendo personas claves dentro de instituciones estatales y no estatales.

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El sistema capitalista funciona de manera simple: dejar hacer, dejar pasar. El mercado a través de sus propias fuerzas genera los equilibrios requeridos para que prevalezca la armonía. Sin embargo, no es cierto, nada más falso que eso y nadie más tonto que quien así lo crea. Mi país, Costa Rica, en sus diferentes gobiernos de turno, está acostumbrado a replicar al son de los economistas gringos, de esos inmorales a los que me refiero. Estamos repletos de economistas que piensan como ellos. Es conocido el caso reciente del cementazo. ¿Cómo se inició? Con el cabildeo, diputados buscando la aprobación de leyes, que al final en el Ministerio de Hacienda y de Economía se convirtieron en formas de facilitar el ingreso de cemento chino. ¿Quién se benefició? Un corrupto empresario, quien hizo un dechado de contactos, trabajo de cabildeo, entre diputados, ministros, amigos del presidente y que se cierra con la participación de empleados bancarios corruptos. ¿Cómo lo justificó nuestro “ingenuo e inocente” presidente? Aquí es donde reaparece en escena el inmoral economista. Abriendo la gran boca, el economista dijo: “¡Bueno, idiay, solo se trató de combatir el oligopolio, “abriendo” el mercado, “liberando” y asignando a las “leyes de oferta y demanda” para permitir que se establezca un precio más justo para el consumidor!” (Falso argumento sobre la soberanía del consumidor).

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El sistema es inmoral, no hay duda. Los resultados lo demuestran, la brecha social cada vez es mayor. Es inmoral porque permite que además de que se imponga la ley del más fuerte en el mercado, se refuerza en las estancias políticas. Nada más evidente, si en todas las esferas nos aparecen los sucesos, en los libros, en el cine. Y sus economistas, en su papel de “científicos”, son inmorales, porque justifican el sistema y todas las medidas que tienden a fortalecerlos. Las grandes empresas, quienes se reparten el mundo, tienen dentro de sus costos un enorme rubro utilizado para el cabildeo, sin ese gasto morirían en este voraz mercado.


Imagen por Fernando Zúñiga.

Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.

En el blanco

3 Commentarios

Rafael Solís Bolaños 14/12/2017

Dejas claro que las relaciones de poder y las económicas se vinculan y, producen sesgos en la pureza del esfuerzo de la economía como ciencia. La dramática está en que es extremo difícil para el ciudadano discriminar la paja del trigo ,sobre todo en el discurso político apalancado por economistas «interesados».La ciencia sufre demasiado sin un profundo compromiso ético; porque los intereses se expresan ideológicamente.

Hoy nos donas una pintura cromática; intensa y urbana,gracias.

Fernando 11/12/2017

Asi es Rolando

Rolando Fonseca 10/12/2017

Oportuno y acertada lectura. Esto, en el contexto de lo que acaece en nuestro país. Por demás, como bien lo señala en su artículo con unos «políticos» corruptos, dispuestos a venderse al mejor postor.

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