Fernando Zúñiga Umaña | Política y sociedad / EN EL BLANCO
La crisis económica, en muchos casos, se convierte en un callejón sin salida para los hogares. Con el avance en materia de los derechos de la mujer y su participación en la sociedad, se ha dado un problema derivado, y es que ahora los matrimonios jóvenes comparten las obligaciones, y ambos tienen que integrarse a la población económicamente activa. Este derecho inalienable de la mujer tiene el problema de que, al estar ambos laborando, tienen necesidades similares: requieren transporte, vestimenta, comida fuera del hogar y otros gastos propios. También surgen otros gastos en educación, principalmente universitarios, como son conclusiones de estudios de grado o iniciar posgrados. Cuando nacen los hijos, requieren de cuido, ya sea en lugares especiales o con personal que los cuiden en la casa. Esos gastos empiezan a ser una parte significativa del total de ingresos del hogar, que en muchos casos deja poco margen para otras necesidades, requiriéndose el uso del crédito, ya sea en efectivo o por medio del uso de tarjetas. Aparece el déficit en el presupuesto hogareño y se llega al ahogamiento financiero, que en el mediano plazo es inmanejable.
Cada vez más, las familias caen en la insolvencia y, para superarla, deben trabajar profundamente en la administración del hogar, requiriendo probablemente de la asesoría de un especialista. Al igual que el médico, el abogado, el ingeniero, el especialista en economía doméstica (una especie de ecónomo) puede resolver una crisis, que de otra manera llevaría al caos. Lo primero es la elaboración de un diagnóstico financiero, donde se haga un historial de los ingresos y gastos en el último año. La totalidad de ingresos estará conformado por los salarios y cualquiera renta adicional. Deben separarse los gastos fijos, los gastos corrientes y los que ocasionalmente se realizan, que en muchos casos son gastos superfluos o también son gastos que pueden convertirse en gastos corrientes o bien ser excluidos de la lista de gastos. A partir de ese diagnóstico es que se elabora el presupuesto mensual. Es muy importante distinguir los gastos financieros, o sea los pagos por concepto de intereses de tarjetas o créditos bancarios que se hayan adquirido. Esos son gastos por concepto del pago de la deuda y difieren de lo que se está amortizando de estos créditos (pago de la hipoteca, de autos u otros bienes adquiridos). El asesor económico le explicaría al grupo familiar cuales son inversiones, amortizaciones, gastos financieros y en conjunto definirían sobre gastos de primera necesidad, de lujo y superfluos. También le ofrecerá la información sobre mejores precios, tarifas, tasas de interés.
En referencia a estos matrimonios jóvenes, se requiere que a partir del presupuesto y de la diferencia entre ingresos y egresos (déficit o superávit) se tomen las medidas del caso, las cuales se resumen en:
- Eliminar gastos superfluos.
- Revisar gastos ocasionales.
- Reducir gastos a partir del uso de proveedores diferentes (supermercados con menores precios, tiendas, lugares turísticos y otros). Esto requiere un estudio de proveedores.
- Reunificar deudas, alargando el plazo y buscando mejores tasas de interés.
- Vender activos. Por ejemplo, quedarse con un solo auto, una casa más chica y otras opciones.
- Las posibilidades de incrementar ingresos pueden ser revisar opciones de un trabajo adicional, de cambiar de empleo, de hacer ventas de garaje y otras formas de tener ingresos adicionales.
En general, se requiere un conocimiento del mercado, donde comprar, donde pasear, en caso de hijos, buscar centros educativos que además de la calidad ofrezcan mejores opciones. Para superar una crisis económica en el hogar, en muchos casos debe tenerse claro que se está pasando a un estatus social inferior, se debe aceptar tal situación. La familia debe prepararse en conjunto para ello: «vamos a vender un auto y usar uno solo, cambiar a una casa más pequeña, o a un barrio de menor nivel económico, los hijos estudiarán en instituciones públicas o siendo privadas en escuelas o colegios con tarifas inferiores, se comprará en centros comerciales de menor nivel, la ropa no será de marcas caras, las vacaciones anuales serán dentro del país y no fuera, etcétera». Las decisiones van a ubicar a la familia, dependiendo de la situación, en un estatus social inferior, para lo cual deben prepararse psicológicamente. Puede ser un asunto temporal, de corto o mediano plazo. La disciplina que se tenga, va a reducir el tiempo de «sacrificio» por parte de la familia.
El cambio paulatino, sistemático y planificado, preferiblemente guiado por el experto, permitirá que los cambios no sean marcados, el no hacerlo puede implicar un cambio fuerte, un derrumbe de la estructura familiar que sería fatal. En algunas sociedades, igual que existe la intervención judicial para las empresas en quiebra, la hay para el hogar. Se trata de una intervención de cuentas y deudas para congelar gastos financieros y otros, obligar a la venta de activos y lograr restablecer el equilibrio financiero de la familia. El capitalismo feroz ha eliminado estas opciones, simplemente la quiebra del hogar, económicamente hablando, es una situación de mercado.
En una situación de insolvencia, las decisiones orientadas a resolver estructuralmente los problemas económicos, además de brindar la tranquilidad financiera en el hogar, con medidas que podrían ser para posponer el consumo temporalmente, tienen la ventaja de que provocan la paz interior y el bienestar de todo el grupo familiar. Por supuesto que todo esto no es solo aplicable al grupo de parejas jóvenes donde ambos trabajan, también a otros grupos familiares integrados de otra forma. La crisis es para todos.
Imagen por Fernando Zúñiga Umaña
Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.
3 Commentarios
Excelente su contribución para fortalecer la economía familiar. En la medida que los matrimonios jóvenes tomen conciencia de la manera de afrontar su estado de ingresos y gastos, se estará fortaleciendo la familia. El único pero que le veo a la sociedad actual, es que si los padres tienen que salir a trabajar para fortalecer sus ingresos, están descuidando lo más importante de su misión en la vida. Nunca un tercero va a poder orientar a sus hijos de la misma manera como lo puede hacer una madre. En lo personal mi esposa nunca trabajó. Todo el ingreso familiar provino de mis ingresos. Hoy día puedo ver recompensado ese esfuerzo en que nuestros tres hijos son ciudadanos de bien. Los tres tienen hogares sólidos y mi generación de nietos está siendo levantada de manera constructiva. Naturalmente que limitarse a los ingresos que yo podría proveer, significaba una limitante para gastos superfluos que no podíamos afrontar. Pero lo hicimos. Y nunca nuestros hijos reflejaron la necesidad de usar ropas de marca, ni tantas excentricidades que hoy demandan los hijos criados por terceras personas.
Excelente abordaje a la economía familiar, que es la base de la economía nacional, por eso las grandes deudas con las tarjetas de crédito, con intereses de usura, que el Esta8no ha querido intervenir.
Lo felicito por este abordaje pragmático y muy necesario.
Muy atinado el aporte.
También es importante traer a colación que, lamentablemente en Costa Rica no hay una intención sistemática a educar a la población en temas financieros.
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