-Jorge Mario Salazar M. / PALIMPSESTO–
Fue, sin duda alguna, la manifestación más numerosa que se ha visto durante los últimos 50 años, en correspondencia con la más profunda crisis del sistema político nacional que se haya vivido, sin visos de solución hasta ahora. El cálculo de 200 mil personas en las plazas de las principales ciudades, y en la capital, una cifra sin precedentes de ciento veinticinco mil manifestantes es, ni más ni menos, un parteaguas que anuncia a una nueva ciudadanía que no solo perdió el miedo, sino que aspira a una nueva forma de hacer política y que está decidida a lograrlo con su fuerza moral.
Esta sociedad perdió el miedo. Hace dos años, durante las manifestaciones por la salida de Roxana Baldetti y de Otto Pérez Molina, destruidos políticamente por el peso de su inmoralidad, me llamó la atención una pancarta que decía: “Nos robaron hasta el miedo” y esa frase expresaba tal impulso de aspiraciones transformadoras como lo significaba en los años 70 y 80 la libertad política. Quedó demostrado en los prolegómenos de la gran marcha del 20 de septiembre. El 14, en la Plaza de la Constitución, al impedir los actos protocolarios de Independencia que sonaban a cáscara vacía, las multitudes allí congregadas se saltaron el cerco policíaco y militar que pretendían una celebración privada del presidente y sus secuaces, sacando a los invitados en franca retirada.
Así mismo, el día 15, en lugar de los desfiles escolares y militares se produjo la encerrona a los diputados que llegaron a retractarse de las leyes procorrupción que habían firmado unos días antes. Nuevamente, la multitud de manera espontánea, apoyándose en un conjunto de colectivos que se dieron cita a las afueras del palacio legislativo, protestaron ruidosamente impidiendo la salida de los congresistas hasta que ellos presentaran sus respectivas renuncias a los cargos delegados por el pueblo. Este objetivo no se logró, pero los asistentes dieron cuenta de una victoria sobre las posturas de los cínicos y corruptos representantes.
Entre las fortalezas de esta nueva ola ciudadana destaca la juventud. El rescate de la Asociación de Estudiantes Universitarios “Oliverio Castañeda de León” –AEU–, de las manos de las mismas mafias politiqueras incrustadas en la administración pública, fue, sin duda, emblema de esa energía moralizante en la marcha. Este solo hecho motivó a los sancarlistas a plantarse frente al poder. Este alemento se agrega al logro del 2015 con la participación de estudiantes de universidades privadas como la Rafael Landívar y la del Valle. Jóvenes. Miles y miles de jóvenes encendidos en un compromiso político social por la justicia y la transparencia. Juventud formada e informada sobre política y con una posición clara dijo no más al sistema político coludido por las mafias.
El otro aspecto que se destaca es el carácter pacífico del movimiento. Desde el discurso, la representación y el acuerdo para lograr la masividad e inclusión de la marcha. Es notable que entre tantísima gente expresando su frustración contra una clase política corrompida, no hubiese ni un conato de violencia y todas las formas de provocación fueron sofocadas con la fuerza de la razón. Sin duda, hubo un salto cuántico en la forma de participación estudiantil y ciudadana en general. Un salto que también es generacional y en donde se comienza una cosecha de las semillas sembradas con la sangre de los mártires del pasado inmediato.
Juventud, conciencia política, participación pacífica, fuerza moral, masividad informada, tolerancia y autogestión. Esta es la caracterización del nuevo movimiento social que se anuncia con el Paro 20s. Tienen razón de temblar los corruptos y los impunes. Ya se despide la vieja política cuyo nombre propio es Jimmy Morales y los diputados que están exigidos a presentar su renuncia.
El Movimiento Poder Ciudadano se configura como el espacio de convocatoria para la unidad de los sectores que luchan contra la impunidad y la corrupción. Sumando fuerzas, este movimiento tiene capacidad de iniciativa de ley. Esperemos a que se desarrolle políticamente como una de las voces de la ciudadanía y que pueda tener la visión y la capacidad para conducir este movimiento cívico que ha crecido. Hay momentum, hay masa crítica, hay conocimiento de causa y hay participación consciente.
Imagen tomada de Prensa Libre.
Jorge Mario Salazar M.

Analista político con estudios en Psicología, Ciencias Políticas y Comunicación. Teatrista popular. Experiencia de campo de 20 años en proyectos de desarrollo. Temas preferidos análisis político, ciudadanía y derechos sociales, conflictividad social. Busco compartir un espacio de expresión de mis ideas con gente afín.
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