Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA
Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad.
Neil Armstrong
Una teoría conspirativa es una explicación alternativa de un acontecimiento de cierta importancia histórica y política, que asume la existencia de un supuesto grupo secreto muy poderoso, generalmente malintencionado, que manipula la información subterfugia e interesadamente con motivos nefastos. Aunque el término conspiración es antiguo, la connotación de «teoría conspirativa» es mucho más reciente, y tiene que ver con el poder creciente de los medios masivos de comunicación, el despliegue de las telecomunicaciónes a nivel mundial y, en la actualidad, la influencia masiva de las redes sociales y la internet. Por otro lado, las conspiraciones en general se han dado a lo largo de la historia y representan un comportamiento humano real y frecuente, de naturaleza política; en contraposición, la validez de la existencia del más reciente concepto de las teorías conspirativas está totalmente abierto al debate.
En refuerzo de los argumentos a favor de la conspiración, existen varios casos de teorías conspirativas que resultaron ser verídicos, tales como los de Watergate, Irangate, los derrocamientos de los gobiernos nicaragüense y guatemalteco, legítimamente constituidos, en los tiempos de Árbenz y Somoza respectivamente. También se pueden citar otros como los de ODESSA (en alemán, Organización de Antiguos Miembros de la SS) y el de MK Ultra, conocido como programa de control mental de la CIA. Vale reparar que la mayoría de conspiraciones más perdurables requieren de elevados conocimientos científicos o tecnológicos, generando por ello una gran brecha entre el público en general y el pequeño grupo de personas que sí son capaces de discriminar sobre cuál es el meollo de la conspiración, como sucede en el caso del negacionismo del VIH/sida.
En esta teoría conspiratoria del sida se niega que la enfermedad sea provocada por el VIH, como la comunidad científica ha establecido, y cabe destacar la participación de científicos de la talla de Peter H. Duesberg y otros notables en el denominado Grupo de Perth. En esta línea de pensamiento, es importante resaltar que todas las conspiraciones tienen tras bambalinas un móvil mucho más poderoso que el dar a conocer la verdad de los hechos del caso, como sucede con los intereses de la industria farmacéutica que genera ganancias casi ilimitadas a nivel mundial. Ahora que se ha celebrado el hemicentenario de la llegada del hombre a la Luna, ha revivido una de las conspiraciones más populares, la cual, en su versión más suave, afirma que el ser humano NO puso el pie en nuestro satélite natural en las primeras horas del 21 de julio de 1969, como la historia nos ha hecho creer a través de las evidencias presentadas por la NASA de Estados Unidos de América, específicamente a través de los logros del Programa Apolo.
La historia de la conspiración es extensa y mucho se ha escrito al respecto. La proporción de creyentes en esta conspiración es variable según las localidades. Varios estudios apuntan que esta proporción asciende a un poco más del 6 % en los Estados Unidos, pero supera el 50 % en otros países, como España. Todo se inició con una publicación de Bill Kaysing. Muchos consideran que estas aseveraciones, más que una explicación alternativa a las versiones oficiales, ofrecidas por las autoridades, se deberían considerar básicamente como especulativa, falsa o intencionada por motivos no lícitos. En consecuencia, los académicos establecidos y la cultura popular usan coloquialmente el término de teoría conspirativa para identificar un tipo de folclore similar al de una leyenda urbana, solo que más extendido, refiriéndose a un relato explicativo que se construye con fallos metodológicos particulares, y es frecuente el uso peyorativo, aludiendo a aseveraciones que se consideran mal concebidas, paranoicas, sin fundamento, extravagantes, irracionales o no merecedoras de una consideración seria.
Sin embargo, muchos científicos se dedican a la defensa de una cierta idea universalmente aceptada, y el trasfondo de la postura hace referencia a la ausencia de un fundamento epistémico suficiente. En este sentido, muchas veces la versión oficial de la narrativa de un hecho recurre a la autoridad per se, ad baculum, cuando el relato no es falsable en el sentido popperiano de la epistemología, es decir, cuando la falsedad de una aseveración no es comprobable de manera efectiva. En el caso de la conspiración Apolo, que abarca muchas variantes y diversos aspectos a refutar respecto a la evidencia presentada, una de las objeciones fundamentales se encuentra dirigida a la no autenticidad de las fotografías y los vídeos publicados, aduciendo que son trucados y editados sobre tomas elaboradas profesionalmente en estudios especializados construidos para tal finalidad.
Una de las observaciones que no deja de despertar dudas al respecto es sobre la razón por la cual los proyectos selenitas ubicaron únicamente a doce hombres sobre la superficie lunar, cabalmente en un período menor a 40 meses (entre 1969 y 1972), todos estos hombres norteamericanos, militares (con la única excepción del último, geólogo de profesión), mientras que lo natural hubiera sido una progresión de visitas (tripuladas) durante los subsecuentes 40 años que sobrevivió el proyecto, para el perfeccionamiento natural de todo lo involucrado. Otro aspecto que se objeta es el de la tecnología disponible. En este sentido, también, ante la insistencia de la iniciativa china de visitar la Luna, se ha constituido un nuevo proyecto de cooperación internacional para regresar al cuerpo celeste más cercano, durante la década entrante, en cuyo caso muchas dudas al respecto podrán nuevamente y finalmente ser despejadas. Mientras esto acontece, resulta interesante y entretenido leer sobre las objeciones, las posturas y las discusiones al respecto de esta posibilidad de lo que podría implicar algunas mentirillas al respecto de uno de los hechos más significativos en la historia de la humanidad.
Imágenes principales tomadas de Space y Wikipedia, editadas por Vinicio Barrientos Carles.
Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.
Correo: viniciobarrientosc@gmail.com
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