Luis Melgar Carrillo | Política y sociedad / PUNTADAS SIN DEDAL
Este tema se podría haber incluido como parte de la comunicación no oral. Sin embargo, debido a la importancia de su contenido, merece ser mencionado como un tipo especial de comunicación. Tanto la comunicación oral como la no oral funcionan en paralelo con la emisión de ondas electromagnéticas que emite el cerebro, entre este tipo de emisiones se encuentra la denominada telepatía. La telepatía es una forma de comunicación que ha sido estudiada y comprobada probabilísticamente.
El cerebro funciona sobre la base de impulsos eléctricos. Como todo conductor de electricidad, genera campos electromagnéticos. Cuando alguien se comunica, su personalidad, como un todo, puede estar tanto en armonía como en desarmonía consigo mismo. Esta situación es consecuencia tanto de la autenticidad y congruencia de los mensajes que se están emitiendo, como de la falsedad o incongruencia de los mismos.
Los campos magnéticos del emisor, en alguna medida, interactúan con los campos también magnéticos de los receptores. El fenómeno anterior, aunque no ha sido lo suficientemente estudiado, ha tenido suficientes pruebas que superan los estándares estadísticos, lo que les permite tener validez como fenómenos comprobados.
Se ha demostrado que se puede tener comunicación de tipo electromagnético, que en lenguaje popular se llamaría telepatía. La telepatía, en síntesis, consiste en que un cerebro entra en comunicación con otro a través de las ondas electromagnéticas que están generando ambos. Esas ondas emitidas son percibidas por los receptores. La creencia popular interpreta estas vibraciones como instintivas.
Un electroencefalograma registra la regularidad de las vibraciones cerebrales. Cuando la frecuencia y regularidad de estas emisiones entra en sintonía con la frecuencia de las emisiones y recepciones de los demás, hay empatía. Por el contrario, cuando las vibraciones del emisor no entran en sintonía con las del receptor hay antipatía. En ese sentido, lo que una persona piense de sí misma y de los demás puede resultar congruente o incongruente con las palabras que está emitiendo.
Esta percepción es más sensible cuando se trata de interacción de personas dentro de un grupo. Es más probable que por lo menos un miembro del grupo tenga la capacidad de percibir las ondas magnéticas que está generando el emisor. La aceptación o el rechazo que se tenga por una persona, o por el grupo en general, es proporcional en magnitud y dirección a estas ondas electromagnéticas que se están generando, son parte del proceso natural de vibración cerebral. Cada cerebro es un receptor-trasmisor. Aún algunos animales superiores perciben este tipo de comunicación.
La autenticidad de los mensajes emitidos es captada y sintonizada por los receptores. Esta percepción, como en el caso de la comunicación no oral, influye en el estado de ánimo del receptor con respecto a la persona que emite los mensajes.
Por otra parte, el cerebro también activa la secreción hormonal de las glándulas endocrinas. Los estados de ánimo y sentimientos que se tengan respecto a los demás, activan de una u otra forma estas secreciones. Las reacciones químicas del cuerpo vienen a reforzar el mensaje electromagnético que está enviando el cerebro. Por más que se trate de fingir, si una persona no cree en el mensaje que está trasmitiendo, esto es percibido por sus interlocutores. Esta percepción puede darse en forma consciente o inconsciente.
En su fuero interno todas las personas perciben quién es de fiar y quién no. Hasta los animales pueden distinguir una risa hipócrita y unos sentimientos poco auténticos. Muy probablemente por esa razón los perros le ladran a una persona cuando perciben su miedo.
Es por este tipo de comunicaciones que unas personas le caen bien a los grupos y otras no, aun sin que se hayan cruzado una palabra. Lo interesante de este tipo de situaciones es que los sentimientos de aceptación o de rechazo son recíprocos, quien rechaza generalmente le cae mal a quien es rechazado.
Un actor profesional es una personal que ha internalizado tanto los sentimientos de los papeles que interpreta, que en un momento dado los llega realmente a sentir y a vivir. En ese momento de autenticidad, el resto de personas perciben un mensaje realmente auténtico. El actor realmente está viviendo su mensaje y su papel, parece real, porque es real.
Por todas esas razones se puede inferir la importancia que tiene para las personas que buscan liderazgo, internalizar sentimientos auténticos de aprecio y de amor por sus interlocutores. La exposición que se haga de planes, de programas y de objetivos, pronunciada bajo sentimientos auténticos de amor, es percibida favorablemente en forma inconsciente. Todos aquellos que escuchan un mensaje cargado de amor eliminan las barreras y formas de defensa o de rechazo al captar las vibraciones electromagnéticas de los sentimientos emitidos.
Og Mandino, autor del best seller, El vendedor más grande del mundo, afirma que la manera correcta de dirigirse a los prospectos de clientes es bajo sentimientos de amor. Literalmente dice «¿Y cómo me dirigiré a las personas con quienes me encuentro? Con mi escudo. Este es mi escudo: en silencio y en mi fuero interno me dirigiré a él y le diré que lo amo. Aunque dichas en silencio, las palabras y sentimientos se reflejarán en mis ojos, serenarán mi frente, harán que una sonrisa se asome a mis labios y harán eco en mi voz. Y su corazón se abrirá. ¿Y, quién es aquel que se negará a comprar mis mercancías cuando en su corazón sienta mi amor?».
En lo más hondo y profundo de cada persona, la percepción de los sentimientos de su interlocutor pueden tener una aceptación abierta o un rechazo. Esta empatía o antipatía es función de los sentimientos que acompañan a las palabras. Lo clave del asunto es que no se puede comunicar amor si no se siente.
Para que las otras personas perciban los mensajes como auténticos, estos mensajes deben ser auténticos. Para que las otras personas capten los sentimientos, en especial el amor con que son emitidos, esos sentimientos también deben ser auténticos. Por todo lo anterior se puede inferir que aquellas personas que busquen influenciar a los demás, lo van a conseguir en la medida en que se logren proyectar como personas realmente auténticas, que albergan el amor como su principal sentimiento.
Imagen principal tomada de Cellcode.
Luis Melgar Carrillo

Ingeniero Industrial, Colombia 1972. Máster en Administración de Empresas, INCAE 1976. Autor de 10 libros (tres aparecen en Google) y de más de 100 artículos (75 en gAZeta, Guatemala 2018-19; Veinte en revista Gerencia, Guatemala 1994-95, y más de treinta en diversos medios mexicanos). Diseño e implementación de la estructura de salarios de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope, 1980-82). Director de Recursos Humanos (Polymer-Guatemala. 1984-87). Director de Capacitación (Asociación de Azucareros de Guatemala 1991-95). Excatedrático en universidades de Costa Rica, Guatemala y Tepic, México. Residencia en Tepic.
Correo: lumelca@live.com.mx
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